“Todo va a salir bien”. Vemos esta frase en los balcones de nuestros vecinos, en las fotos y mensajes que posteamos en las redes sociales y en los anuncios de la televisión. Tal vez sea, en parte, cierta y para algunos de nosotros, los privilegiados que partimos de una situación de seguridad previa a la irrupción del Covid-19 en nuestras vidas, efectivamente, todo saldrá bien, pero para otras personas no va a ser tan fácil y será necesario algo más que una frase de ánimo y buenas intenciones para lograr que de verdad sea así.
La situación de partida era complicada. Según el Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en Murcia, tan solo el 46% de los encuestados manifestó sentir que su integración social es plena, lo que arroja una realidad complicada, demasiadas personas se sienten inseguras. El pasado año, EAPN Murcia publicó un estudio en el que alertaba de que el 29 % de la población del municipio de Murcia se encontraba en situación de riesgo de pobreza. Esto significa que una de cada tres personas se mantiene en un delicado equilibrio que podría romperse ante cualquier situación sobrevenida haciéndola caer en exclusión social.
Y el imprevisto ha llegado, tal vez del modo menos imaginable; un virus y las medidas adoptadas para pararlo. La necesidad del confinamiento ha destapado la difícil situación que atraviesa un gran número de personas que hasta el momento permanecían invisibilizadas en nuestro municipio:
Personas sin hogar, con historias de vida complicadas, que viven esta crisis sanitaria con la incertidumbre del que no cuenta con la información necesaria ni los recursos para tomar sus propias decisiones. Personas a las que en ocasiones se les despoja de su dignidad y se baraja echar al suelo en un polideportivo a dormir como respuesta a su incapacidad para confinarse de otro modo. Ciudadanos a los que hace tiempo se les debía haber dado un tipo de respuesta basada en su derecho constitucional a disfrutar de una vivienda digna.
Alumnos que son beneficiarios de becas de comedor escolar y que con la suspensión de las clases han tenido que esperar casi un mes para recibir la compensación a este servicio. Niños y niñas a los que solo se abonarán los días lectivos, como si los fines de semana y festivos el hambre fuera menos.
Personas que viven en asentamientos chabolistas, en viviendas ocupadas, en infraviviendas, son mayores y niños que tienen que pasar el día confinados en espacios que carecen de los suministros básicos y a los que se les ha dado una respuesta de comida, en algunos casos sobrante de otros programas y poco adecuada como es ensaladilla rusa para varios días sin tener en cuenta la falta de electricidad para conservarla adecuadamente. Familias que, solo tras las gestiones de las ONG que trabajan sobre el terreno, han conseguido que la empresa municipal de agua les dote de un punto para abastecerse.
Familias que esperan una ayuda municipal para la atención a necesidades sociales, paralizadas de un modo irresponsable e incomprensible desde el mes de septiembre por el Ayuntamiento de Murcia, otras que aunque anteriormente se mantenían con sus propios medios ya no son capaces de hacer frente a los gastos y necesitan un apoyo urgente.
Desde el gobierno central, la respuesta ha sido clara y contundente. Antes que nada, es necesario ofrecer certezas y seguridad a las personas más vulnerables, otorgarles un escudo social que las proteja y así lo ha trasladado al resto de administraciones. El rescate a las personas en riesgo de exclusión social es urgente y debe constituir algo más que un flotador que les permita seguir en las mismas aguas sin ahogarse, es necesario que garanticemos que tengan acceso a un sistema a modo de escaleras con las que poder subir a bordo y volver a pisar el suelo firme.
Debemos pasar del asistencialismo a la intervención profesional, de apelar a la solidaridad ciudadana a asumir la responsabilidad pública. Es necesario que desde la administraciones se intervenga con todos los recursos profesionales y económicos de los que se disponen.
Desde el Gobierno de España la respuesta ha sido contundente, un millón y medio de euros ha llegado a nuestro municipio para abordar las problemáticas sociales derivadas del COVID-19. Pero no es suficiente, las personas vulnerables de Murcia necesitan mucho más, necesitan la implicación total de su Ayuntamiento.
El futuro depende de ello, depende de que los próximos presupuestos municipales sean, esta vez sí de verdad, unos presupuestos sociales que aseguren la cohesión social, que prevengan el conflicto que surgirá si no se reduce la desigualdad y que garanticen que ningún murciano ni ninguna murciana se queda atrás.
Hagamos que todo salga bien.
Esther Nevado Doblas es trabajadora social. Concejala socialista en el ayuntamiento de Murcia