MURCIA. Una autora cartagenera llamada Ángeles Vicente García, tan interesante como poco conocida, escribió en 1909 Zezé, que es posiblemente la primera novela sobre lesbianismo de España. Ella abre el monográfico que Náyades -la revista de costumbres, tradiciones e historia de la Región de Murcia dirigida por Ricardo Montes- le dedica a la literatura erótica murciana o, lo que es lo mismo, a una serie de escritores que dejaron por estos lares auténticas joyas de lo que vienen a llamar "movimiento erótico-retozón".
La revista destaca que "a comienzos del siglo XX se vivió un extraordinario florecimiento de la literatura erótica, fenómeno que duró varias décadas"; y que fue Cartagena la punta de lanza de esta tendencia literaria en la Región. Así, además de Ángeles Vicente, la publicación repasa la trayectoría de otros autores, como la del también cartagenero Joaquín Belda y el unionense Juan Pujol, quienes tuvieron el apoyo de la editorial de Joaquín Paya, diputado por Cartagena, empresario y director de Banco de Cartagena; del lorquino Eliodoro Puche; el ciezano Pedro Massa, "un vividor de la época"; el murciano Andrés Caravaca con El Pajar (y los cuatros polvos más difíciles)... hasta llegar a tiempos más recientes con José María Álvarez y Lola López Mondéjar, seguidos por Rafael Hortal y Antón Soto. No faltan en este número de Náyades el erotismo llevado a las postales y su huella en una tradición oral que, todo hay que decirlo, no siempre se ha caracterizado por su delicadeza.
Sobre Ángeles Vicente García (Cartagena, 1878), escritora erótica y espiritista, escribe Mercedes Barranco, quien destaca que Zezé fue la primera novela de la literatura en español con una protagonista lesbiana, la cual relata a una compañera de camarote cómo fue su iniciación en los afectos con otra mujer, al tiempo que le describe sus placeres y orgasmos. Con este tipo de relato, Vicente, defiende y normaliza el amor entre mujeres, algo que no fue bien visto por un sector conservador que la criticó sin piedad.
Otro apartado merece la novela corta amorosa Las gemelas del poeta Eliodoro Puche, obra desconocida hasta 2008, sobre la que escribe en Náyades José Luis Molina. En ella, un hombre casado cuenta al narrador sus amores con dos hermanas que no acaban como él quisiera. Primero tiene relaciones con una de ellas, que fallece mientras practicaban sexo sin que nadie lo descubra. Después entra en amores con la otra hermana, que vuelve con su esposo dejando desconsolado al protagonista.
"Desde que te fuiste Pepe el huerto no se ha regao, la yerbabuena no crece y el perejil se ha secao". Eufemismos como éste figuran en el apartado dedicado a La literatura erótica y otras procacidades en el ámbito de la tradición oral del sureste español. Breve florilegio a través de materiales sonoros, aportaciones orales y documentación escrita, a cargo de Emilio del Carmelo Tomás, quien recopila una serie composiciones populares, algunas más sensuales y sugerentes y otras más groseras y jocosas. "Al hombre yo lo comparo con un trozo bacalao, que si le quitas la cola, le quitas lo más salao", dice otra.
No podía faltar en este repaso por la literatura erótica en la Región de Murcia el escritor cartagenero José María Álvarez, premio La Sonrisa Vertical por La esclava instruida, aunque el autor del artículo, Francisco J. Franco, se centra más en otra de sus obras, La Caza del Zorro (1990), "magistral acercamiento a la figura del legendario príncipe ruso Yusúpov en sus años de madurez y exilio en Biarritz".
Por otra parte, Ricardo Montes se centra en "los libros erótico-retozones" de cuatro autores que escribieron obras de trama erótica durante el siglo XX. Uno de ellos es Joaquín Belda, nacido en la cartagenera calle de Cuatro Santos en 1883, quien tuvo que abandonar España por su relación con un sórdido caso de pederastia. Su libro más editado fue La Coquito, que hasta fue llevado al cine por Pedro Masó. También habla del político Juan Pujol (La Unión, 1883), quien escribió una treintena de novelas; el "vividor" Pedro Massa (Cieza, 1895), quien ganó el Premio Mariano de Cavia y el Luca de Tena, ambos ligados al periódico ABC; Andres Caravaca (Murcia, 1942), quien incluye en El Pajar una selección de cópulas explicadas en clave de humor y anécdotas ocurridas en Molina de Segura, Alguazas, Alcantarilla, Murcia, Mula...; y la molinense Lola López Mondéjar por su obra Lenguas Vivas, "una novela excepcionalmente erótica y exquisitamente divertida, que cuenta la historia del aprendizaje vital de una mujer ingeniosa y singular que se ve inesperadamente arrastrada a tener que ganarse la vida mediante el sexo".
Este número, el noveno de Náyades, también incluye un repaso de la literatura erótica murciana más actual llevada a cabo por Joaquín Salmerón-Juan, quien habla sobre dos grandes escritores, Antonio Soto, poeta y pintor; y Rafael Hortal, periodista y prosista, "ambos geniales en su obra, siempre marcada por el erotismo". El primero ha publicado los poemarios Lolitas, Todas las mañanas se asoma un ángel a mi ventana, El libro de los espejos, También en primavera mueren los cisnes, Pubis Púber... y "en toda su obra Eros y Tánatos caminan juntos". Rafael Hortal, por su parte, es autor, entre otras obras, de Historia de Lo, Armónicos, días de vino y sexo o Aquelarre y otros relatos eróticos, caracterizándose por “un erotismo amable protagonizado por personajes mayores de edad que ejercen un sexo consentido, con tolerancia de géneros, antirracista y sin violencia".
Finalmente, Mariano C. Guillén Riquelme hace un repaso por la fotografía erótica desde sus inicios, analizando la cosificación de la mujer dentro de tres grandes grupos: antropológicas, eróticas y pornográficas. Aunque en muchas ocasiones la línea que las separa no está muy clara.