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La "gente" de Yolanda Díaz

23/11/2021 - 

Hay que reconocer que la cosa tiene su miga. Cuando Pablo Iglesias decidió abandonar la Vicepresidencia, no lo hizo sin antes nombrar sucesora: la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, la ministra de Unidas Podemos mejor valorada en el Gobierno. Y le sucedería tanto en el Gobierno, en calidad de vicepresidenta de Unidas Podemos, como en el liderazgo de la coalición.

Díaz aceptó el doble envite y, desde entonces, se está dedicando en cuerpo y alma a... huir de Podemos como de la peste. Díaz no pertenece a Podemos (milita en el PCE), y desde luego no parece que tenga ninguna intención de vincularse con Podemos en un futuro; todo lo contrario. En la primera presentación pública de su proyecto, el pasado sábado, estaba casi todo el mundo, menos Podemos. Había representantes de Compromís, de Más Madrid, de los Comuns, del PCE (la propia Díaz), de "Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía" (partido local de Ceuta), ... Pero de Podemos, ni rastro (salvo entre el público).

Y hace bien Díaz: Podemos, desde el punto de vista electoral, es un lastre. Lo es desde hace años, una vez perdido el fortísimo empuje y el caudal de ilusión iniciales en pro de las purgas y los chalets en la periferia "porque nos gusta mucho el colegio público que hay aquí". Pero mucho más desde que pasó a formar parte del Gobierno y perdió al que seguía siendo su principal activo, Pablo Iglesias. Por ese motivo, Díaz quiere hacer un "Manuela Carmena", es decir: congregar a su alrededor partidos y movimientos de izquierdas, pero pastoreando ella el invento, sin que Podemos se lo apropie. Sobre todo porque, como he dicho, ahora Podemos no aporta apenas caudal electoral y puede matar el invento desde su génesis.

Frente a la decepción de Podemos, que traicionó las ilusiones y esperanzas de millones de personas con una mezcla de sectarismo y vacuidad declarativa, Yolanda Díaz propone... un festival de declaraciones vacuas en un acto pensado exclusivamente para proyectar determinada imagen pública, moderna y femenina. Cinco mujeres de cinco formaciones distintas proponiendo... ¿qué, exactamente? Eso es lo de menos. Lo importante, parafraseando a la vicepresidenta de la Generalitat valenciana, Mónica Oltra, impulsora de la reunión, no es el qué, sino el quién. Y la mejor muestra de ello es que se incluyera en la foto a Fatima Hamed, una semidesconocida dirigente del mencionado Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía, avalada por los 2.353 votos que obtuvo en las últimas elecciones ceutíes (6,96% del total). ¡Incluso Podemos, con Irene Montero o Ione Belarra de cabeza de cartel, sacaría más votos! (Más porcentaje, en cambio, ya no está tan claro).

FOTO: KIKE TABERNER El propósito de esta reunión quedaba plasmado desde el principio en la composición del mismo: cinco mujeres de cinco formaciones distintas, entre ellas la vicepresidenta tercera del Gobierno, congregadas en una foto que impacte en el público y guste a los medios. Las declaraciones, en ese contexto, eran lo de menos, y en efecto lo fueron: una serie de frases vacías sobre la ilusión, la esperanza, y la "gente". Las bagatelas de siempre. Como en 2014, pero ahora, al menos, con mujeres al frente (que no es poco).

Tampoco es que un acto de estas características deba mostrar un sólido acervo programático, aunque da la sensación de que el movimiento de Yolanda Díaz no tiene mucha intención de ofrecer nada semejante; entre otras cosas, porque se articula como la aglomeración de distintos partidos y movimientos, con sensibilidades diversas. En ese contexto, sólo queda clara una cosa: que hace falta gente nueva, no como la que hay ahora, dice la vicepresidenta del Gobierno.

La jugada probablemente le salga bien a Díaz, si por "bien" entendemos que logre aunar a distintos partidos en torno a ella, incluyendo en el elenco a Podemos. Otra cosa será que sea capaz de mantener el control de un invento semejante, sobre todo si en él acaban mezclándose podemitas pablistas y errejonistas, archienemigos íntimos, en esta Izquierda Unida 2.0 que integraría también partidos y movimientos de base regional. Y en primer término, Compromís, que ya estuvo en las confluencias de 2015 y 2016, con buenos resultados: sobre todo, si comparamos con los que obtiene en solitario en las Elecciones Generales.

Está claro, en ese sentido, qué gana Compromís formando parte de esta incipiente macroconfluencia, aunque quede difuminado en el interior: peso nacional, expresado en diputados, y visibilidad para la vicepresidenta Mónica Oltra. También, si el invento integra a Podemos, como parece claro que así será, una absorción electoral de lo que quede de Unidas Podemos en las próximas elecciones autonómicas, para conjurar el peligro de que esta formación, si concurre en solitario (y más con el ilusionante tándem de Pilar Lima - Héctor Illueca), se quede fuera. No está mal.

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