MURCIA. Los antiguos romanos adoraban las fuentes y celebraban un rito llamado fontanalia, que consistía en adornarlas una vez al año con flores, exvotos e imágenes, con la creencia de que en ellas moraba el numen aquae, el genio de las aguas. Este es uno de los muchos datos y curiosidades que ofrece un libro inusual, fruto de diez años de trabajo de campo llevado a cabo por un padre y su hija. Ellos son Jesús Navarro Egéa y Ana Navarro Sequero, quienes entre idas y venidas, a veces repetidas varias veces, han recorrido cerca de 20.000 kilómetros -en ocasiones por terrenos abruptos- para investigar y documentar nada menos que 350 manantiales en el termino municipal de Moratalla.
Este largo paseo -en el tiempo y en el espacio- por la llamada 'geografía del silencio' ha tenido como resultado el libro Fuentes de Moratalla, publicado por la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), donde por primera vez se detallan nombres y topomonimias, pozos de uso ancestrales, cuevas con escorrentías, hábitats, áreas de diversidad, rasgos geológicos, y flora y fauna de la zona. Asimismo, se ofrece un listado de las pedanías o lugares con manantiales, un glosario y un anexo con los datos técnicos de cada una de las fuentes.
Jesús Navarro -maestro, pedagogo y catedrático de enseñanza Secundaria, además de investigador, principalmente de temas relacionados con Moratalla, y colaborador habitual de la revista cultural Náyades- cuenta que se plantearon esta publicación "como un dietario, una especie de diario del trabajo de campo" realizado junto a su hija -bióloga, especializada en el estudio de los espacios naturales de la Región-. De tal forma, que está escrito con el rigor que exige el tema, pero también de una forma amena y que pueda ser entendido, y disfrutado, por los lectores. "No es que sea un bestseller, pero está teniendo bastante éxito en el pueblo", apunta.
El objetivo del trabajo de investigación sobre el patrimonio hídrico de este municipio es, como explica en el prólogo el presidente de la CHS, Mario Andrés Urrea, divulgar y contribuir a la protección de estos recursos naturales y culturales, "aderezado con cierta dosis de metodología didáctica".
No ha sido una tarea fácil, como explica Jesús Navarro, quien junto con su hija o en solitario ha salido una o varias veces a la semana desde 2014 a recabar información. Borrascas, imprevistos o encuentros no deseados -en una ocasión le embistió un caballo-, accidentes -como cuando pinchó las cuatro ruedas del coche-, insolaciones y otras dificultades que se encontraron por el camino son recordadas ahora como anécdotas que tuvieron lugar durante la elaboración de esta obra.
El libro también recoge expresiones de los vecinos que viven cerca de estos manantiales, que comentan, por ejemplo, que "el agua no tiene huesos" en relación a las filtraciones en el paisaje adyacente. Convirtiéndose una vez más, como refleja la obra, en fuentes de vida.