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del derecho y del revés  / OPINIÓN

Europa, I love you 

26/12/2023 - 

Decía Pío Baroja que el carlismo se cura leyendo y el nacionalismo viajando. Es cierto que lo de viajar no lo puede hacer todo el mundo, pero lo de leer sí está a la altura de casi cualquiera, aunque muchos prefieran dedicar su tiempo a otras actividades que ilustran menos y, sobre todo, que ayudan menos a pensar que la lectura. Es evidente que una sociedad civilizada se mide por su cultura, y la nuestra tiene sus luces y sus sombras, aunque nos creamos el ombligo del mundo. Basta asomarse a un santuario de los libros, como la famosa librería El Ateneo de Buenos Aires, o la librería Puro Verso de Montevideo, para darse cuenta de lo mucho que nos queda para llegar a esas cotas de bibliomanía en nuestro país. En esas dos ciudades hay librerías en cada esquina, señal inequívoca de que la gente lee. Es cierto que al entrar a estos dos lugares de culto me acordé de Manuel Desantes -a quien agradezco profundamente que me animara a emprender este viaje más allá del charco-, con su sorprendente Biblioteca de los Libros Felices. Esta biblioteca es un prodigio irrepetible, fruto de la voluntad de este coleccionista apasionado de los libros, que se autodenomina bibliópata de tanto como los ama. Alicante tiene sin duda una deuda de gratitud con este profesor, por haber tenido la generosidad de ofrecer al público esta biblioteca maravillosa, que andaba durmiendo dentro de cajas en su casa -nótese que su esposa, Guiomar, es prácticamente santa-, en la que se pueden encontrar, además de una de las mayores colecciones privadas de obras de Cicerón del mundo, nada menos que dieciséis incunables. Los animo a que no dejen de visitarla si tienen la oportunidad, les sorprenderá la experiencia. Y no dejen de leer.

La única manera de que podamos combatir individualmente los intentos de manipulación de otros es a través del conocimiento. Esto es precisamente lo que más me preocupa de los jóvenes, que puedan llegar a perder el interés por las cosas que pasan en el mundo y que no se preocupen de saber, estudiar, formarse y adquirir cultura. Cuanto menos sabemos, más fácilmente se nos puede manejar como sociedad y como individuos. No lo olviden y perdonen si me repito: lean, por caridad.

Si algo me ha aportado mi breve estancia en tierras uruguayas y argentinas ha sido que desde allí nos siguen viendo como un país próspero. De momento, la imagen positiva la conservamos de cara a ellos. Hablamos el mismo idioma que ellos en pura teoría, pero no se lo crean del todo, pues tengo una colección de anécdotas que me hacen sonreír, sobre la diversión que acarrean los diferentes usos del español.

Uruguay es un país próspero, estable, ordenado, tranquilo. Una delicia. Le quité a un taxista la idea de venirse a España a probar fortuna, pues tiene un taxi en propiedad, un departamento, como dicen ellos, que heredó del bisabuelo asturiano, que se fue para allá en la guerra civil y jamás regresó a nuestro país, y mil euros de sueldo. Ojo, que en España tampoco atan los perros con longaniza, aunque nos cuenten cuentos como los de las mil y una noches. Que los autónomos estamos agobiados. Que se están poniendo las botas con las inspecciones de Hacienda, a lo sheriff de Nottingham de Robin Hood, escurriendo nuestros bolsillos ya bastante mermados. A estos les da igual la Navidad o lo que sea, que hay que sacar pasta de debajo de las piedras para seguir en el machito.

Los argentinos están a la expectativa de lo que vaya a hacer Milei, un personaje que cada vez que habla deja estupefacto a cualquiera, aunque lo mismo piensan algunos de nuestro presidente, tanto los nacionales como los de fuera. Que Sánchez se va al Parlamento Europeo y se cruza como el que no quiere la cosa con Puigdemont, éste lo pone a escurrir y él como si nada, fresco como una lechuga. Con cara de esfinge, que es un arte que deberíamos aprender en los colegios, el nefreguismo, el me trae al pairo tal cosa. En la UE, al parecer, se están convenciendo de que Sánchez es un problema. Y aquí les digo lo que comentaba con un argentino en estos días, que me decía que, por suerte, nosotros tenemos a la UE. Ellos no, tienen que confiar en el presidente y rezar lo que sepan para que les salga bien la jugada. Aunque la UE se componga en buena medida de una panda de tecnócratas, que parece que solo miraran por la economía, el estar en la UE es un amparo indiscutible, que nos resta soberanía a la par que sirve de catalizador de ciertos desmanes internos. 

No es en absoluto indiferente que nuestro presidente caiga bien o mal en la UE, sino que si se desacredita él solito ante Europa tengan por seguro que no terminará la legislatura. En este sentido, uno de los grandes apoyos que tenemos está siendo Puigdemont. Sí, sigan leyendo y no se me sulfuren antes de tiempo. El hecho de que se haya atrevido el famoso prófugo a ir al Parlamento Europeo, en su condición de europarlamentario, a amenazar a Sánchez por no poder utilizar el catalán en la Eurocámara, ha trasladado nuestros problemas internos al ámbito europeo. Esto de la presidencia europea puede que nos traiga alguna cosa buena. Para arreglarlo, Sánchez ha acabado pisando callos a otros europarlamentarios, nada menos que alemanes. Cuidadín, cuidadín, que con la iglesia -protestante- hemos topado. Y eso sí que son palabras mayores. Se está poniendo interesante la cosa.

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