MADRID (EFE). El teletrabajo obligado por la pandemia y su posterior adaptación al formato híbrido tiene visos tanto de quedarse en las formas de trabajar como de evolucionar hacia una mayor flexibilización, y así lo demuestra el incremento de ocupados que han utilizado esta fórmula en los últimos años, del 8,5 % de 2018 al 12,8 % de 2021 en la Comunitat Valenciana.
En 2020, con la crisis sanitaria de la covid, se hizo "un ensayo general" que propició situaciones inadecuadas y al mismo tiempo experiencias muy positivas que se mantienen -como la reducción de los viajes de empresa-, y su aplicación seguirá aumentando de forma combinada y con nuevas competencias y con una reorganización del sistema de trabajo, señala a EFE el catedrático de Psicología Social y de las Organizaciones por la Universitat de València e investigador del IVIE, José María Peiró.
Para el secretario autonómico de Empleo, Enric Nomdedéu, hay una tendencia a consolidarse porque está funcionando, a pesar de que en España la presencialidad todavía se ve como un valor positivo por sí mismo, "y no lo es", como se demuestra en países con más tradición en teletrabajo.
De ahí que haya que profundizar en un cambio cultural para que el trabajo a distancia se considere rentable, según Nomdedéu, que señala de forma gráfica que en la pandemia se vieron jefes que "no se fiaban" y convocaban más reuniones para ver si "estábamos en pijama o no", cortando el ritmo de trabajo del empleado.
Según el investigador del IVIE, existe recorrido haciéndolo bien: las empresas y los trabajadores han de entender que no es, sin más, trabajar en otro sitio, sino trabajar de otra manera y con nuevas competencias que requieren entrenamiento y formación de los empleados, un replanteamiento y una reorganización del sistema de trabajo y las posibilidades digitales y, también, un cambio de habilidades y competencias en la dirección y la supervisión de los trabajadores.
Las lógicas de los espacios de las oficinas van a ser distintas por la combinación de la presencialidad y el trabajo a distancia -que permiten gran variedad de opciones- y las alternativas en el formato, ya sea en el domicilio, en un "coworking" o el trabajo nómada o "smart working".
"Siempre hay reticencia a los cambios pero si se atreve el de al lado, igual te atreves tú, porque a partir de determinados niveles de ingresos se apuesta por atraer o retener talento", comenta Nomdedéu.
Según el experto del IVIE, debe buscarse una combinación que sea productiva y eficaz para las empresas y que atienda bien las necesidades del trabajador.
Por una parte, una empresa lo suficientemente digitalizada para que el trabajador tenga acceso a todos los recursos; una organización eficaz de los equipos de trabajo sin presencialidad; y un uso del teletrabajo sin que produzca déficit en la calidad del rendimiento y de la producción.
Por otra, un trabajador satisfecho con la fórmula y que disfruta de la ventaja de la conciliación, y con riesgos que pasan por tiempos ilimitados de trabajo, necesidad de compatibilizar con las exigencias de la vida personal, o sobrecarga mental.
En este punto, el catedrático advierte de riesgos como un aumento del estrés, la ansiedad o la irritabilidad, y para evitarlo propone calibrar mejor los tiempos necesarios de determinadas tareas teniendo en cuenta también la eficiencia y la exigencia.
Entre 2018 y 2021, los ocupados que trabajaron en el domicilio particular ocasionalmente o más de la mitad de los días aumentaron del 7,5 al 15,3 % en el conjunto de España, y del 8,5 % al 12,8 % en la Comunitat Valenciana, según datos de la EPA facilitados por el IVIE.
Respecto a 2019 y 2020, en el primer caso el porcentaje es similar al año anterior al situarse en un 8,6 %, y en el segundo ocurre lo mismo pero con el año posterior, con un 12,9 %.
Por sectores de actividad, el primero en uso del trabajo a distancia ocasionalmente o más de la mitad de la jornada es Información y comunicaciones con un 46,5 % en la Comunitat, diez puntos por debajo de la media nacional.
Le sigue Actividades Inmobiliarias con un 44,8 %, en este caso por encima de la media española que es del 36,5 %; Educación, con un 37,9 %; Actividad financiera y de seguros con un 34,6 %; y Actividades profesionales, con un 21,6 %
Por el contrario, Hostelería tiene un 1,4 %; Actividades sanitarias y servicios sociales un 4 %; Transporte y almacenamiento un 7,9 %; y Comercio y reparación un 8,7 %. Todos ellos se enmarcan en el sector servicios, con un marcado carácter presencial.
La administración pública se sitúa en un 8,3 % de teletrabajo en la Comunitat Valenciana, cinco puntos por debajo del 13,7 % nacional.
Según el secretario autonómico de Empleo, hay puestos que requieren de presencialidad por la atención directa al ciudadano y hay otra serie de trabajos de oficina que se pueden desempeñar en casa dos o tres días a la semana, según el departamento.
Añade que en el SEPE hay algunos servicios cuyos trámites son exclusivamente telemáticos pero desde el departamento autonómico no creen que sea el mejor sistema, pues siempre debe haber atención directa y presencial.
La patronal Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) señala que hay sectores enteros que no pueden optar a este modelo, como son el comercio, la hostelería, el turismo, la agricultura o la industria, por lo que solo en los servicios avanzados y fuertemente digitalizados (consultoría o seguros), donde se trabaja por objetivos o proyectos, es donde va a consolidarse el trabajo a distancia (más del 30 % de la jornada mensual).
Según su estudio de tendencias de mercado laboral, gestión de talento y formación, solo las empresas que ya tenían implantadas acciones y medidas de teletrabajo antes de la covid-19 tienen planes de opción de teletrabajar, y solo un porcentaje ínfimo va a aprovechar la experiencia de la pandemia para consolidar el teletrabajo.
Por tanto, tanto la sectorialización del tejido productivo valenciano como la dimensión de la gran mayoría de las empresas (el 96 % corresponde a micropymes) conducen a que, también unido a las rigideces de la normativa, les sea poco factible, opina la CEV.