MURCIA. La crisis provocada por la covid-19 ha transformado nuestras vidas por completo. De la noche a la mañana, aspectos tan importantes como el trabajo, la educación o las consultas médicas dejaron de ser presenciales y se volvieron virtuales. No ocurrió lo mismo con las elecciones autonómicas que tendrían que haberse celebrado en Galicia y el País Vasco el pasado 5 de abril y que finalmente se celebran este 12 de julio.
“En el caso de la medicina, por ejemplo, si por culpa del confinamiento no se produce el acto médico (una consulta, una intervención, etc.), esto puede tener consecuencias en la salud de la persona. A la hora de votar, las consecuencias del retraso no tendrían por qué tener tanto impacto sobre los individuos”, explica Francisco Lupiáñez-Villanueva, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y cofundador de Open Evidence. Este experto ha liderado un estudio recién publicado sobre esta cuestión, Benefits and Drawbacks of Remote Voting ('Estudio de los beneficios e inconvenientes del voto remoto'), elaborado por Open Evidence y RAND Europe para la Comisión Europea.
Cabe decir, sin embargo, que la decisión de aplazar unas elecciones no siempre resulta tan fácil de adoptar como en el caso español. Polonia tenía previsto celebrar sus elecciones presidenciales el 10 de mayo y distintos sectores se opusieron al aplazamiento. Incluso se barajó la posibilidad de efectuar el cien por cien del voto por correo, pero el Tribunal Supremo decidió suspender los comicios hasta el 28 de junio.
En las próximas elecciones gallegas y vascas no se permitirá el voto electrónico, pero sí se están dando mayores facilidades para el voto por correo. Por ejemplo, por primera vez puede solicitarse el voto por correo por internet, y en el mismo momento en el que el votante recibe la documentación electoral puede entregar al cartero su voto, de manera que existe la posibilidad de completar todo el proceso sin necesidad de salir de casa ni realizar ningún desplazamiento.
Otro aspecto que es necesario destacar es el aumento de esta modalidad de voto. Desde que el 19 de mayo se abrió el plazo hasta el 22 de junio, en el País Vasco la solicitaron 84.581 personas, frente a las 17.778 de las últimas elecciones en el mismo lapso de tiempo. En Galicia no hay cifras oficiales, pero según fuentes sindicales consultadas por La Voz de Galicia, el voto por correo aumentó un 50 % en las dos primeras semanas.
Con estas cifras y en plena pandemia, ¿no sería mejor haber optado por el voto por internet? Lupiáñez-Villanueva asegura: “En una situación como la actual, implementar medidas urgentes quizá no sea la mejor opción. Todas las pruebas que hasta ahora se han hecho de sistemas de voto remoto se han aplicado siempre de manera escalonada para que los ciudadanos puedan adquirir confianza. Ahora resulta factible votar tomando una serie de precauciones y eso es preferible a realizar experimentos que no sabemos cómo pueden acabar. Implementar procesos de voto por internet no es plug and play”.
Las dudas que plantea el voto por internet no son algo exclusivamente español. De hecho, Estonia es el único país de la Unión Europea que recurre a este sistema, y otros estados, como Francia, realizaron pruebas en algunos de sus territorios, pero terminaron por no implantarlo. La misma suerte corrieron muchos otros proyectos piloto desarrollados en otros países durante las dos décadas anteriores. Algo similar sucedió con los votantes: demostraron un alto grado de satisfacción, pero también preocupación por la posibilidad de fraude y la pérdida de la intimidad o el secreto de las votaciones.
De los distintos sistemas de voto remoto, el voto por correo y el voto por internet son los más adecuados para una situación de pandemia. Lupiáñez-Villanueva analizó todos estos sistemas en el trabajo de Open Evidence para la Comisión Europea: “Nuestro estudio demostró que no hay un sistema perfecto. Una seguridad del cien por cien nunca está totalmente garantizada en ningún sistema electoral. Los detractores del voto remoto, y especialmente por internet, cuestionan la transparencia o la posibilidad de manipular los resultados, pero no ven que en los otros sistemas tampoco existe el riesgo cero”.
Entre los principales inconvenientes del voto por internet, encontramos los siguientes:
• Tiene lugar en un entorno no controlado, así que resulta difícil comprobar que se está votando libremente.
• Existe riesgo de ciberataques, errores de software, programas malignos (malwares), etc.
• Resulta difícil garantizar al mismo tiempo la identidad del votante y el secreto del voto.
• Los códigos de identificación necesarios para votar pueden ser robados o vendidos.
• Posible dependencia de grandes plataformas tecnológicas privadas que se encargarían de gestionar todo el proceso.
Las ventajas del voto por internet, por supuesto, también son muchas:
• Reduce el riesgo de contagio y permite respetar el confinamiento en situación de pandemia.
• Permite votar a personas con problemas de salud, movilidad, etc., así como a quienes se encuentran en el extranjero o ingresados en los hospitales. De forma que, al menos en teoría y entre estos colectivos, podría implicar un aumento de la participación.
• Su coste podría ser inferior al de unas elecciones normales.
• No depende del servicio postal ni sufre los problemas relacionados con él, como votos perdidos, votos que llegan tarde, etc.
• El recuento resulta más sencillo.
• Favorece que se organicen más consultas sobre aspectos puntuales, como ya ocurre en el caso de Suiza o como se ha probado en los ayuntamientos de Madrid y Barcelona.
“Los sistemas de votación están ligados a la idiosincrasia de la participación política de cada país. Las elecciones y todos sus ritos tienen un simbolismo muy fuerte en el imaginario colectivo”, recuerda Lupiáñez-Villanueva. Eso implica que no siempre resulte sencillo realizar cambios en ellas y explica también las peculiaridades de cada estado, como, por ejemplo, la predilección española por el voto por correo. Esta opción no se encuentra entre los sistemas más populares en los países de la Unión Europea para ejercer el voto remoto dentro del propio país —solo otros ocho estados lo permiten—, pero aquí se instauró durante la Transición por la cantidad de inmigrantes que había fuera de nuestras fronteras y luego se ha mantenido.
El debate sobre el voto por internet y los distintos sistemas de voto remoto no parece que haya saltado a la opinión pública durante la pandemia, pero Lupiáñez-Villanueva anima a reflexionar sobre esta cuestión y a seguir estudiándola por las muchas posibilidades que ofrece, tanto de cara al futuro como para aumentar la participación entre las minorías que más podrían beneficiarse de ella.