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opinión

El conflicto de las políticas económicas en Estados Unidos: política fiscal vs política monetaria

5/03/2024 - 

Frecuentemente nos preguntan en los medios de comunicación qué explicación tiene que, con el panorama tan complicado que se tenía hace un par de años, no se haya producido una gran recesión a nivel global.

Si repasan nuestros lectores algunos de nuestros artículos en Valencia Plaza, encontrarán algunos especialmente “alarmistas”, especialmente uno publicado el 8 de marzo de 2022 titulado “La amenaza de la estanflación ante el riesgo monetario y el geopolítico”.

Afortunadamente, casi ninguno de aquellos pronósticos se ha alcanzado. ¿Qué ha fallado en nuestras previsiones? Pues ha fallado que no tuvimos en cuenta ni la ingente cantidad de liquidez inyectada por los bancos centrales en el sistema económico, ni el disparatado nivel de deuda pública existente.
Ambos factores han sido capaces de mantener la economía occidental a flote, (especialmente la norteamericana, la más activa al respecto), haciendo que las medidas de política monetaria restrictivas llevadas a cabo por los bancos centrales, no “hayan roto” nada.  

Y es que, efectivamente, en el complejo escenario económico mundial, liderado por los Estados Unidos, dos fuerzas poderosas han venido chocando desde hace tiempo: la política fiscal y la política monetaria. Estas fuerzas, a menudo opuestas, han sido objeto de un intenso escrutinio y debate, y su interacción ha sido crucial para el éxito o fracaso de los inversores en los últimos años. En este artículo, exploraremos en detalle cómo estas fuerzas han moldeado la economía estadounidense y qué implicaciones tienen para los inversores y para la economía en general.

Desde mediados de 2017 hasta mediados de 2019, Estados Unidos fue testigo de una divergencia entre la política fiscal, caracterizada por recortes de impuestos y un aumento de los déficits fiscales, y la política monetaria, marcada por el endurecimiento gradual de la Reserva Federal. Este período fue crucial, ya que la Fed buscaba contrarrestar los efectos de una política fiscal expansiva sobre la economía.

El año 2000, el déficit fiscal alcanzó la cifra de 290 mil millones de dólares. En 2010, debido a la crisis financiera global, llegó a 1,4 billones. En 2020, debido a la pandemia del COVID-19, el déficit se disparó a 3,1 billones, y a finales de 2023 se estima en alrededor de 1,2 billones de dólares.

Estos ingentes déficits se han financiado con deuda pública, magnitud que ha experimentado un aumento constante desde la década de 1980, al comienzo de la cual era de apenas 1 billón de dólares. Para el comienzo del siglo XXI había aumentado a 5,7 billones. En 2010, tras la crisis financiera global, alcanzó los 10.6 billones. En 2020, debido a la pandemia, se disparó a 27 billones. A finales de 2023, se estima en alrededor de 31 billones de dólares, aproximadamente un 121% del PIB.

En paralelo y cuando la economía comenzó a desacelerarse en 2019 y surgieron problemas de liquidez, la Fed pasó de una política restrictiva a una política más laxa, recortando las tasas de interés y adoptando medidas de flexibilización cuantitativa. Este cambio reflejó la necesidad de estimular la economía y evitar una posible recesión.

La llegada de la pandemia en 2020 desencadenó una respuesta sin precedentes, tanto en política fiscal como monetaria. En un esfuerzo por contrarrestar los efectos devastadores del bloqueo y mantener la liquidez en los mercados, tanto el gobierno como la Fed implementaron medidas expansivas a gran escala. Sin embargo, estas acciones también llevaron a un aumento significativo de la inflación, lo que obligó a la Fed a volver a considerar su postura y adoptar una política más restrictiva.

A medida que la inflación alcanzaba niveles preocupantes, la Fed se enfrentaba a un dilema: cómo contener la inflación sin desacelerar demasiado la economía. Este equilibrio delicado ha sido objeto de intensos debates y ha generado tensiones entre la Fed y los responsables de la política fiscal.

Lo cierto es que a pesar de las fuertes subidas de tipos desde marzo de 2022, la Fed siempre se ha mantenido vigilante y por ejemplo, en marzo de 2023, ante la crisis del Silicon Valley Bank, y para evitar un contagio sistémico de la banca mediana y pequeña en EEUU, priorizando la estabilidad del sistema sobre otras consideraciones, volviendo a inyectar liquidez.

La interacción entre la política fiscal y monetaria tiene importantes implicaciones para los inversores. Sectores sensibles a los tipos de interés elevados, como el sector inmobiliario comercial, pueden verse afectados negativamente por una política monetaria restrictiva. Por otro lado, sectores impulsados por la política fiscal, como la tecnología, pueden beneficiarse de políticas expansivas... Y esto es lo que ha pasado, con mayor impacto positivo en el segundo que negativo en el primero.

A pesar del importante bache que vivieron las cotizaciones de las tecnológicas durante 2022, el sostenimiento de las medidas de políticas fiscales, se han impuesto a las restrictivas medidas de política monetaria.

Aunque con no tanta incidencia, esta situación es completamente traspasable a Europa.

Y lo cierto es que en la actualidad el temor a una fuerte recesión ha pasado a un segundo plano e incluso diríamos que no preocupa como hace meses lo hacía, que los tipos de interés puedan mantenerse en los altos niveles actuales durante más tiempo… Lo cual por el momento está bien, pero ahora queda otra duda muy importante pendiente de resolver: ¿Quién y cuándo se pondrá el “cascabel de la deuda al gato”?

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