MURCIA. La situación crisis generada por el Covid-19 ha revolucionado la forma de trabajo en todos los sectores, y el sector del vino no iba a ser menos. La preocupación e incertidumbre de los trabajadores es palpable en el ambiente, aunque este sector se ha sabido adaptar con rapidez a la situación.
Durante las primeras semanas de confinamiento, los españoles empezaron a comprar de manera compulsiva papel higiénico y geles hidroalcohólicos con el objetivo de tener un control y aprovisionamiento ante las circunstancias dadas por el coronavirus.
Estas ‘compras búnker’ -como lo han denominado los expertos- se centraron únicamente en aquellos productos básicos y de primera necesidad, lo que implicó que las cadenas de supermercados necesitaran mayor espacio para estos productos y muchas secciones fueron sustituidas, entre ellas la del vino.
Cuando el oleaje compulsivo de estas compras se acaba, el vino vuelve a resurgir en sus estanterías y queda disponible en mayor medida para el consumidor. En este momento, la actividad de esta industria agroalimentaria retoma su dinamismo y abastece todos los pedidos de sus clientes.
Aunque los problemas son numerosos y los retrasos no sólo se dan en la distribución del producto, “muchos de nuestros clientes se encuentran en una situación económica difícil por el cierre de su empresa y nos piden atrasar la fecha de pago”. En estos momentos, las empresas están siendo flexibles en cuanto al pago de los pedidos y entienden la situación.
A pesar de que el sector del vino sufriera un abandono en los supermercados durante la primera semana de confinamiento, su actividad nunca ha cesado. Las bodegas están suministrando con normalidad a todas sus cadenas y clientes, y están recogiendo pedidos por todos sus canales posibles, entre los que sobresalen los pedidos online.
Las ventas online de este producto han aumentado notoriamente, ante la flexibilidad y seguridad que tienen los clientes al comprar unas botellas de vino. “Las botellas más demandadas son aquellas que disponen de un precio medio, aunque también se están vendiendo botellas con precio medio-alto”, destaca Hernández.
Una de las consecuencias que golpea al sector del vino es el cierre de la hostelería y los restaurantes, unos clientes importantes que han tenido que cesar su actividad como medida preventiva ante el Covid-19. “Todavía se desconocen las pérdidas económicas que este hecho va a suponer, aunque se prevé que serán muy importantes”, señala Hernández.
En cuanto a la situación futura del sector se intuye que los precios seguirán manteniéndose y que no se entrará en una guerra, “no podemos olvidar que antes de esta pandemia, los agricultores se manifestaron para cobrar mínimamente los costes de producción”. No obstante, la preocupación de los agricultores es evidente ante la incertidumbre de lo que pasará en el futuro.
La situación generada por el coronavirus no sólo afecta en las ventas de vinos, sino también en las visitas turísticas de las bodegas: miles de visitas han sido canceladas y aplazadas hasta que las circunstancias lo permitan de forma segura.