Los fundamentalistas anti-trasvase se están empleando a fondo tratando de unir el trasvase Tajo-Segura y la degradación del Mar Menor, encontrando eco en determinados estamentos para fortalecer el objetivo del cierre paulatino del trasvase. Excusa que permite mantener el discurso de la necesidad de disminuir los caudales a trasvasar para evitar daños ambientales en un espacio único y singular como es el Mar Menor, a lo que se une a la decisión de actuar sobre la contaminación del Tajo medio mediante la dilución por incremento del agua circulante y en consecuencia reducir el agua trasvasable hacia el Levante.
Además, en las ultimas semanas se ha podido observar como se iniciaban campañas en las que se denostaba la calidad de los productos agrícolas de Murcia y de la inseguridad que crea su consumo, repitiendo hasta la saciedad el mantra que asocia agricultura-regadío-degradación del Mar Menor y obviando la realidad de una agricultura moderna, tecnificada, respetuosa con el medio ambiente y fácilmente auditable por cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Existen medios para evitar que ramblas y escorrentías viertan agua a la laguna o que las lluvias torrenciales inunden las poblaciones y acaben en el Mar Menor
Se pretende incorporar al debate de las soluciones la incompatibilidad laguna-agricultura-trasvase, como hasta hace tiempo se mantenía con escaso fundamento urbanismo-laguna o construcción-laguna. Se ocultan los beneficios ambientales que supone la agricultura, no sólo como productora de alimentos y generadora de empleo, sino también como sumidero de gases contaminantes de efectos invernadero y por tanto como mitigadora del cambio climático. Además, el manto verde agrícola como gran sumidero de CO2 permite disminuir los costes por emisión, por lo que presenta un balance económico favorable y con el ahorro generado realizar las inversiones necesarias para ejecutar los planes de protección y defensa del Mar Menor contra vertidos e inundaciones.
En lugar de medidas concretas dirigidas a eliminar vertidos y las aportaciones de agua dulce con mayor o menor carga contaminante, se opta demasiado por medidas coercitivas sin contemplar las preventivas. La discusión estéril entre unos y otros, puede hacer pensar si no se está más por mantener el problema que por resolverlo definitivamente. La sociedad espera actuaciones claras y concretas mas allá de enfrentamientos, de soluciones que prevengan definitivamente la posibilidad de nuevas afecciones a la laguna e intervengan dentro de ella para regenerarla.
Existen medios para evitar que ramblas y escorrentías viertan agua a la laguna, que las lluvias torrenciales inunden las poblaciones y acaben en el Mar Menor o que desprendimientos o lixiviados de las zonas mineras terminen en la laguna. Hay experiencias de éxito de recuperación de lagunas en muchas partes del mundo de las que se pueden extraer conclusiones aplicables al Mar Menor. Se va a desarrollar en la Universidad de Murcia, con la colaboración privada, un proyecto para mitigar episodios anóxicos críticos, eliminar lodos orgánicos y reducir fosfatos y nitratos. Hay medios y conocimiento suficientes para revertir la situación, si hay voluntad para llevarlos a cabo se estarán dando pasos certeros en la solución del problema.
En la Región de Murcia hay talento y capacidad para conseguir recuperar el Mar Menor manteniendo la agricultura sostenible y el trasvase Tajo Segura, dentro de la estrategia Europa climáticamente neutra 2050 para acceder a los fondos Next Generation UE. Si hay voluntad y decisión se puede, porque el Trasvase Tajo-Segura no es el problema sino que forma parte de la solución.
Miguel Ángel Cámara Botía
Catedrático de Química Agrícola
Director de la Cátedra de Ecoeficiencia Hídrica
Universidad de Murcia