MURCIA. Grises nubarrones planean sobre el sector de la flor cortada. Con el parón en nuestras vidas del último año y medio, pocos quedan dispuestos a invertir en un detalle romántico cuando todas las fechas señaladas desde marzo de 2020 han compartido el mismo protagonista, y no ha sido precisamente el amor. Sin embargo, los que sí han querido invertir en los encantos de la naturaleza se han encontrado con una escasez de existencias.
Esto se debe a que el primer confinamiento provocado por la pandemia causó unos daños devastadores a la campaña de la flor en la Región de Murcia, pues tuvieron que tirarse a la basura cosechas enteras debido al cerrojazo general que imperaba en el país.
Esta tragedia provocó que cuando los agricultores tuvieron que comenzar a planear volver a plantar de cara a la siguiente temporada no tuvieran dinero suficiente para hacerlo, según indica a Murcia Plaza el presidente de Coag Cehegín y productor de flores Jesús Sánchez: "Estuvimos cogiendo la flor y tirándola durante los meses de primavera, los más fuertes para el sector".
La completa incertidumbre que ondeaba en el ambiente del pasado verano alejó a los agricultores de invertir ante un futuro incierto que ya les había traicionado una primera vez, por lo que los trabajadores de la tierra se dividieron entre aquellos que redujeron el tamaño de sus cosechas y los que directamente abandonaron el proyecto en busca de productos más fiables, como el tomate.
En consecuencia, apenas sí quedaban existencias para cubrir la demanda de flores que venía del extranjero, pues el 70% de la cosecha murciana se dedica a la exportación a países más propensos a comprar estos productos de manera habitual. Así pues, los agricultores tampoco han podido recuperarse durante este año ya que lo vendido apenas había sido suficiente para mantener el negocio.
En números más concretos, el sector ha perdido entre un 30 y un 40 por ciento de su producción en la última campaña, que dura desde septiembre a junio. Sin embargo, Sánchez asegura que lo peor aún está por venir, pues aún no se encuentran preparados económicamente para afrontar la inversión que supone la siembra. Asimismo, el paso del tiempo acentuará la crisis de la pasada cosecha, pues la vida de las plantaciones es de tres años y la falta de liquidez del 2020 perjudicará al sector durante al menos dos temporadas más.
Por suerte para los agricultores, una de las consecuencias naturales de la escasez de producto en un mercado es el aumento de su precio, lo que también ha tenido lugar en esta ocasión. No obstante, Sánchez asegura en que esta subida apenas ha sido relevante porque ha venido acompañada de una similar en los costes de producción y el abono.
Sin embargo, aún confían en que para la próxima temporada puedan conseguir algo más de dinero por sus flores, lo que les permitiría comenzar a levantar la cabeza: "Con un céntimo más en tallo podremos salvar la campaña", indican desde Coag.
Por otro lado, tampoco renuncian a la esperanza de que las subvenciones públicas lleguen para dar al sector el impulso que necesita para volver a ser competitivo. En concreto, aluden a la "bolsa de hielo que llega desde Europa" y de la que quisieran verse beneficiados.
En caso de que ninguno de estos factores externos le ponga las cosas fáciles a los agricultores, aseguran que el camino para germinar de nuevo aún será largo y costoso. En específico, Jesús Sánchez asegura que aún serán necesarios otros tres o cuatro años para volver a florecer.