MURCIA. El Puente Nuevo o de Hierro de la ciudad de Murcia ha sido declarado Bien de Interés Cultural con carácter de Monumento por el Gobierno regional, por ser considerado “uno de los grandes hitos constructivos de su tiempo, al convertirse en el segundo puente que permitía cruzar el río Segura a su paso por Murcia, algo que era tan necesario como ansiado, pues la planificación de un segundo puente, a esa altura del cauce, se contemplaba ya desde el siglo XVIII”, según señaló la consejera de Cultura, Carmen Conesa.
El Puente Nuevo es tenido por uno de los mejores ejemplos de la introducción de nuevos materiales constructivos en el plano de la arquitectura y la ingeniería en la Región. El hierro aportaba toda una serie de facilidades técnicas y de nuevas posibilidades estéticas que generaron un estilo propio, símbolo del progreso, y por ello este puente representó la apertura de la ciudad de Murcia hacia el empleo de estas nuevas técnicas y estéticas y, por tanto, hacia la modernidad. Del mismo modo, es testigo de la evolución urbanística y del implemento de medidas para la mejora en aspectos de comunicación y circulación ante el aumento de la población, del tráfico rodado y de las constantes visitas desde pedanías, ciudades y comunidades vecinas.
El puente se situó, además, en un emplazamiento que reunió gran parte de la vida social y cultural de la ciudad en su tiempo, al cruzar sobre el Parque de Ruiz Hidalgo, hoy desaparecido tras el encauzamiento del río a su paso por el centro de la ciudad. Además, su localización, entre las actuales plazas de la Cruz Roja y de los Voluntarios, lo sitúa en uno de los principales puntos de unión entre el centro histórico de la ciudad y los barrios emplazados al sur del mismo, generando puntos de conexión antes inexistentes.
No fue hasta finales del siglo XIX cuando por iniciativa de López Puigcerver, por aquel entonces ministro de Fomento, se emprendió el proceso de construcción definitivo, tras un primer intento baldío a mediados del XVIII. Bajo proyecto del ingeniero Carlos Orduña, se inició la construcción de un puente adaptado a los nuevos tiempos, un puente de hierro que persiguió, como uno de los objetivos principales, unir la carretera Murcia-Alicante por el Alto de las Atalayas con la carretera de Andalucía.
Las obras se desarrollarían desde abril de 1893 hasta octubre de 1901, a cargo de la empresa constructora Sociedad Material para Ferrocarriles y Construcciones de Barcelona, y finalmente se abriría al tráfico en enero de 1902. En origen contaba con varios tramos que llegaron a alcanzar los 152 metros de longitud. En la actualidad solo se conserva el tramo central y el arranque de los laterales en los extremos, al ser cubierto el resto por las obras de encauzamiento del río a primeros de los años 60 del pasado siglo.
La última de las actuaciones en este Puente de Hierro se llevó a cabo entre 2002 y 2003, atendiendo a un acuerdo de 2001 entre el Ayuntamiento de Murcia y la Consejería de Turismo y Cultura para la Restauración del Puente de Hierro y el acondicionamiento de su entorno, debido a que se encontraba en estado de ruina estructural a causa de la corrosión. La voluntad de conservar en la restauración los elementos originales, y las normas aplicables hoy al tráfico rodado en viaductos, determinaron su cierre al tráfico.