MURCIA. La sentencia contra Pedro Antonio Sánchez llega a menos de tres meses para las elecciones autonómicas. Se podría decir que el momento es inoportuno, pero... ¿cuándo es oportuna una condena por corrupción? El 6 de marzo queda ya para la triste historia de la política regional: por primera vez la Justicia impone penas de cárcel a un expresidente de la Comunidad, si bien por hechos ocurridos durante su etapa alcalde de Puerto Lumbreras. La noticia, dinamita para una ávida oposición a las puertas de la campaña electoral, abre un flanco en la senda de López Miras, que optará a la reelección el próximo 28 de mayo. ¿Cuánto le afectará? Sobre el papel, está por ver: hace ya tiempo que López Miras vuela solo, sin saber nada de quien fuera su mentor y amigo. Pedro Antonio tampoco se ha dejado ver en estos años, desaparecido completamente de la primera línea desde finales de 2017. E incluso el PP se puede dar con un canto en los dientes de que el fallo se conozca ahora y no sobre la bocina de las urnas. Pero no es menos cierto que, quiera o no, la condena contra PAS lastra su pasado -la hemeroteca del #YoConPedroAntonio le juega una mala pasada- y deja un feo borrón en la historia del PP regional.
El implacable mazo de la Justicia, la pesadilla del PP que tanto le torturó -especialmente a Pedro Antonio Sánchez-, golpea de nuevo a los populares. El entorno del PP era sabedor de que la sentencia estaba al caer, si bien existía una cierta incertidumbre por la huelga de los letrados judiciales. Aun así, era cuestión de tiempo, pues el juicio había concluido a finales de noviembre. La clave estriba en el control de los daños, un objetivo que dependía del resultado del fallo. En las filas populares incluso había quien contaba con la esperanza de una absolución que finalmente no se produjo. PAS, que salió indemne del 'Caso Pasarelas' y del 'Caso Púnica', no se libró de la causa que le persiguió durante toda su carrera en la Comunidad: el 'Caso Auditorio'.
Ahora, conocida la condena, la consigna del PP se basa en pasar de puntillas sobre el asunto, cuando no reducirlo a la mínima expresión: PAS es cosa del pasado. Ni siquiera es afiliado, como así recalcaron en su comunicado. Y los hechos ocurrieron hace casi dos décadas, apostillaron. No obstante, de puertas adentro, la sentencia contra PAS es un palo duro en lo personal para muchos integrantes del PP, aunque públicamente no lo expresen. Todavía continúan altos cargos y políticos en activo que en su día guardaron lealtad a quien fue el máximo responsable de la Comunidad y del partido.
López Miras fue uno de ellos. El hoy líder del PP se mostró siempre muy efusivo en sus apoyos a PAS. Lo fue cuando el lorquino era uno de sus hombres de confianza en aquellos tormentosos días de 2017 y lo fue especialmente en sus primeros pasos por el Palacio de San Esteban. Llegó a decir que se dejaría la piel para reparar lo que consideraba una injusticia. Siempre le guardó fidelidad; no en vano el propio PAS le propuso como su sucesor. Pero cuando meses después de su dimisión Pedro Antonio anunció que se apartaba de la vida pública (en septiembre de 2017), López Miras comenzó a construir su propio camino, intentando despojarse de la etiqueta de presidente tutelado. Cambió el discurso sobre su antecesor: sus palabras sobre PAS se limitaban a reseñar su respeto a la Justicia y a la presunción de inocencia. E inició una nueva etapa en el PP con la celebración de un congreso en 2018 que lo proclamó al frente del partido y cerraba la 'era PAS'. Años después, en 2022, volvió a ser reelegido, ya con todo el control del partido bajo su mano -salvo con la cuenta pendiente de Patricia Fernández-. De por medio también hubo elecciones -en 2019, que no ganó- y una sesión de investidura -que sí ganó-. Y mientras tanto la figura del expresidente se diluía, apartado y sin ninguna intervención directa ni declaración pública, cumpliendo con su papel de político retirado.
La pregunta es si esta condena tendrá algún castigo electoral. "La corrupción pasa factura, pero ya no pesa tanto como en su día", opina el politólogo Francisco Javier López Carvajal. Considera que no "va a producir ningún vuelco electoral", aunque sí cree que habrá "un coste porcentual, sin ser algo excesivo". A su juicio, "la gente se cansa" incluso de la corrupción y cita como gran ejemplo el escándalo de los ERE en Andalucía: "El PSOE ganó las elecciones en 2019. Pero si perdió la Presidencia fue porque tres partidos se pusieron de acuerdo (PP, Vox y PSOE)". Además, añade el politólogo, los hechos juzgados ocurrieron hace años. Y aunque cree que sí entrará en la agenda de los partidos, teme que al final acabarán enzarzados en el "y tú más".
Quienes han descargado con todo son los partidos de la oposición: de izquierda a derecha reaccionaron este lunes contra el PP y el propio López Miras. Algunos como Podemos fueron más lejos y pidieron su dimisión. Los socialistas, con Vélez a la cabeza, se preguntaron si López Miras sigue pensando lo mismo de Pedro Antonio, su "padre político". Ciudadanos sacó pecho de su posición en 2017, clave para tumbar al ex máximo mandatario: "Si no es por Cs, seguiría siendo el presidente de todos los murcianos", preconizó María José Ros. También cargó el gran adversario del PP en el voto conservador: Vox, que en su día no hurgó en la herida de la crisis de Pablo Casado, esta vez sí olió la sangre. Incluso disparó Gestoso, que es candidato local ("Compartirá celda con Griñán para vergüenza y oprobio de los murcianos", dijo). La campaña está a la vuelta de la esquina. Y se nota.
Por si fuera poco queda otra patata caliente en el PP. El también expresidente Ramón Luis Valcárcel está a un paso de ser acusado formalmente, después de que la jueza lo señalara por tres presuntos delitos en el 'Caso Desaladora II' (también llamado 'La Sal II'). Si se confirmara su procesamiento y se abriera juicio oral contra él, se convertiría en el segundo jefe del Gobierno regional que se sienta en la silla de los acusados. Y en esta ocasión no es sólo un expresidente: Valcárcel es el presidente de honor del PP y la figura histórica de mayor calado del PP de la Región de Murcia.
"Pedro Antonio y Ramón Luis son el pasado", se defienden desde el entorno del PP. "Valcárcel dejó de ser presidente en 2014. Ahora estamos en 2023. Son casi diez años", esgrimen, siempre fuera de los micrófonos. Pero las viejas pesadillas reaparecen. Y nunca es un momento oportuno.