MURCIA. Un nuevo gran musical aterriza (o mejor dicho, aparca) en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia. Se trata de Priscilla, reina del desierto, cuyo viaje musical hará una parada en la capital murcian del 30 de enero al 2 de febrero. Esta producción se podrá disfrutar en Murcia coincidiendo con el 30 aniversario del estreno de la película y celebrando los 18 años de la premiere mundial del musical en Sydney.
El musical está basado en la película ganadora de un Oscar del mismo nombre, que narra las aventuras de tres artistas drag que atraviesan el desierto australiano a bordo del autobús que da nombre al musical, "en un viaje en busca de amor y amistad y en el que terminan encontrando más de lo que jamás podrían haber soñado", señalan desde la compañía SOM Produce, que está detrás del proyecto.
Destaca en esta producción la participación de 40 artistas, una impresionante colección de más de 500 trajes, 150 pares de zapatos, 200 tocados extraordinarios y "la banda sonora más bailada de la historia", según aseguran. No en vano, ganadora de premios Oscar, Tony y Olivier, "Priscilla se ha representado en 135 ciudades, 30 países y ha sido bailado por más de siete millones de personas", según informan los promotores del musical.
Es tal es vestuario, que en cada función se requieren 220 cambios de vestuario. Cada actor dispone de un único y exclusivo set de vestuario y maquillaje, lo que obliga a que las tallas de los actores elegidos se correspondan con las del vestuario original. Diferentes materiales y texturas, lentejuelas, strass, plumas, lycras, gasas, denim, locos estampados, plataformas vertiginosas, chanclas, botas, pelotas de futbol, cakes, flores, pájaros exóticos, patitos de goma, muñecos, cacatúas, koalas, emúes, y algún que otro canguro desfilan ante el espectador en un ejercicio de fantasía y canto a la libertad que ilumina toda la obra.
El vestuario de gumbies solo puede ser usado por los actores un máximo de 20 minutos, debido al peso de las plataformas y a las posturas extremas que dicta la coreografía y, en la mayoría de los cambios de vestuario, los actores disponen de escasos segundos antes de regresar a escena transfigurados en un nuevo personaje. Esfuerzo entre bastidores que no se traduce en el derroche de fantasía que se le ofrece al público.