Fidel de Tovar y Dani Bermúdez, Sergio Hernández y Toni Caballero, y Ana Oncina. Hablamos con algunos de los máximos exponentes del manga que se está creando en España, un fenómeno que no deja de crecer
MURCIA. La industria del cómic se afianza en España y, dentro de este marco, el manga despunta especialmente. Los datos no mienten. Un estudio de Fnac revela que la familia formada por manga-anime ha experimentado un crecimiento sin precedentes: desde 2019, su consumo ha aumentado cerca de un 180%. No es la única cifra: desde la plataforma todostuslibros.com sostenían a finales del año 2021 que, de los 100 libros más vendidos en España por esas fechas, 20 eran mangas.
Estamos ante un fenómeno imparable: una forma de contar historias que nació en Japón y que aterrizó hace ya más de 50 años en España. Bien lo saben Fidel de Tovar y Dani Bermúdez (el primero se encarga del guion, el segundo del dibujo); Sergio Hernández y Toni Caballero (repiten modelo: guionista e ilustrador), y Ana Oncina (que ejecuta ambos roles: guioniza y dibuja).
Hablamos con ellos (no podría ser de otra forma) sobre manga.
Ana Oncina (Elda, 1989) sienta la base de nuestra primera aproximación a este formato: "Es como se denomina al cómic en Japón". Pero con particularidades muy significativas que merece la pena mencionar: en la cultura asiática, la lectura es oriental (esto es, de derecha a izquierda), se utilizan muchas onomatopeyas, y las técnicas narrativas son distintas. Para Fidel de Tovar (Barcelona, 1982), la diferencia fundamental del manga con el cómic francobelga o el americano es su narrativa, "más fresca", y su estructura en volúmenes y tomos, algo que contribuye a que sea "muy adictivo".
Dani Bermúdez (Barcelona, 1981), que es quien empuña los pinceles en el tándem que forma con Fidel de Tovar, habla de que el manga permite "regodearse" en los pequeños detalles o en "hacer una página completa de un solo dibujo". También le parece que rompe los moldes por su verticalidad: "A la hora de montar viñetas resulta todo muy dinámico, con unas líneas de movimiento que lo caracterizan bastante", alega.
Para el guionista Sergio Hernández (Valencia, 1994), por otro lado, el manga es un formato de publicación, un género, que permite contar historias mediante un lenguaje que "conecta, especialmente, con el público juvenil, aunque realmente hay lectores de todo tipo", puntualiza.
Es un hecho: el manga goza de gran éxito entre nuestras fronteras. Especialmente en estos momentos. "Hay un nuevo auge del manga, que está pegando entre las generaciones juveniles, sobre todo entre los 15 y 25 años, por la variedad de géneros y formatos. Hay una obra destinada a prácticamente cada tipo de lector", apunta Sergio Hernández, y a sus palabras se suma Ana Oncina, que corrobora que ha habido "un repunte bestial".
Pero, ¿de dónde viene este interés? "Quizá es por la pandemia, que nos ha llevado a consumir más cultura, o por Netflix, que ha rescatado muchos animes (incluso de mi adolescencia) que están llegando a la gente", valora Oncina. Sergio Hernández, Fidel de Tovar y Dani Bermúdez lo achacan a dos aspectos: la mayor variedad de obras, y el hecho de que, quien leía manga hace años, ahora lo está creando de su puño y letra.
"Como lectores", sostiene Hernández en referencia al primer punto, "tenemos acceso a obras que no habríamos imaginado; obras que eran impensables en nuestro mercado hace 5 o 10 años". El guionista Fidel de Tovar, además, ahonda en el público adolescente que lo consume y la existencia de plataformas como Netflix o Crunchyroll, que también han resultado claves en esta ecuación. "Si le añadimos que el mundo editorial del manga se está consolidando y que hay propuestas más arriesgadas hace que sea cada vez más popular", añade.
La generación que creció con el manga y el anime ahora reivindica su lugar: "Hemos crecido con esas narrativas y ahora las creamos", corrobora de Tovar. Pero no solo eso: quien empieza a leer manga ya no lo hace de forma minoritaria ni con los prejuicios de hace años. "Ahora un padre que ha leído Dragon Ball, Naruto, One Piece, ve a sus hijos con Jujutsu Kaisen o Ataque a los titanes, y no solo no les va a decir: “No leas esto”, sino que les dirá: “Lee esto, que yo lo leí con tu edad”. Era algo que tenía que llegar", se posiciona Bermúdez.
Dicen que cada maestrillo tiene su librillo. Un mismo género, pero distintas formas de insuflarle vida. En el caso de los tándems creativos, Sergio Hernández (que trabaja codo a codo con Toni Caballero), evidencia que el trabajo es "horizontal" y altruista, "cediendo a favor del otro". Sobre el guion, del que se encarga Hernández, se crean los stories y se pactan las narrativas y las referencias cinematográficas con Caballero. "Hay una simbiosis entre los dos y finalmente se crea un diálogo en el que tratamos que la obra esté por encima de nosotros como autores", añade este.
Backhome es su buque insignia, una historia de género survival que a Toni Caballero, responsable de la parte gráfica, se le había ocurrido en torno a 2013. Cuatro años después, tras trabajar juntos en otros proyectos, se la presentó a Hernández, que aportó una capa mayor de profundidad a los personajes, "arcos dramáticos para darles una dimensión más humana", define. La historia abarca dos tomos y su protagonista es Ann, una joven que vuelve al orfanato donde se crio para averiguar qué sucedió con su hermano pequeño, desaparecido años atrás.
"Backhome es un formato de publicación prototípicamente oriental: comparte estándares en cuanto a extensión, estereotipos de personajes, estructuras narrativas, técnicas gráficas…", resume Hernández. Diferente es El diari de Laia (otra de las obras que han firmado los dos), un álbum ilustrado con un toque manga fotorrealista que bebe de la sensibilidad asiática en un escenario muy concreto: la terreta.
Comparten la dupla a nivel creativo Fidel de Tovar y Dani Bermúdez. El primero se encarga del guion y el segundo del dibujo. Para ambos, lo más interesante de trabajar a cuatro manos es tener dos puntos de vista, algo que en sus palabras "ayuda a pulir la obra". Mientras Bermúdez traza una escena, de Tovar escribe y pasa a storyboard la siguiente. El pistoletazo de salida, eso sí, siempre lo marca el guionista: "Hasta que no tengo claro cómo va a terminar la historia, Dani no empieza a dibujar. Una vez está el destino claro, ya nos planteamos por dónde va a ir la historia y con qué giros".
Un viaje a Angulema con motivo del Festival de Cómic que acoge la ciudad francesa (uno de los más prestigiosos del mundo) supuso el germen de una de sus obras más reconocidas. "En las horas de coche hasta allí surgió Liquid Memories", cuenta Fidel de Tovar, un thriller de dos volúmenes centrado en una serie de violentos asesinatos relacionados con el agua. Pero entonces apareció en el horizonte un concurso de Norma Editorial, y ambos decidieron presentarse con otro proyecto: Arashiyama. "Y funcionó", resuelve de Tovar.
Arashiyama, una fábula inspirada en una leyenda japonesa, ganó el XII Concurso Manga de Norma Editorial, y su éxito sigue perdurando a día de hoy. El tiempo de los tres, por otra parte, es su última obra y, como la anterior, se desarrolla en un único tomo. A ello encuentra una razón el dibujante Dani Bermúdez, que explica que en Japón es todo muy distinto: la producción es "mastodóntica"; y las tiradas, "enormes".
También, a diferencia de aquí, el merchandising orbita alrededor de todas las obras. "Aunque el panorama es bueno y esperanzador, no estamos en el punto de Japón. Hay que ser realista", advierte para justificar que, en su caso, no se plantean hacer una serie de muchos tomos, algo que supondría "hipotecar" mucho de su tiempo. "La industria que hay aquí no permitiría que tuviéramos ayudantes, un equipo; hacer una producción ágil", reflexiona.
Pero, de la misma manera que a veces es inevitable trazar una comparación, también lo es poner en valor algo con lo que Japón jamás podrá competir. Fidel de Tovar y Dani Bermúdez lo tienen claro: "Un punto de vista diferente". "El manga japonés habla de unas cosas; el nuestro, de otras. Allí hay tabúes, por ejemplo, que no son los mismos que aquí. Por tanto, el manga que hacemos en España amplía mucho más el abanico", insisten. Por eso mismo, apostillan, "si nos ponemos a hacer adolescentes en un instituto japonés… no destacaríamos, hay que ofrecer algo diferente".
Ana Oncina guioniza y dibuja ella misma, y hasta el momento no le ha ido nada mal con este método. Croqueta y empanadilla, que versa sobre una pareja de entrantes tan tierna como divertida, es uno de sus trabajos más icónicos, y cuenta hasta el momento con tres principales tomos y uno especial navideño. Oncina apunta a que, en términos estrictos, Croqueta y empanadilla no es un manga. Sí lo es, por otro lado, Just friends, su última publicación.
A diferencia del tono de humor que impregna Croqueta y empanadilla, Just friends cuenta la historia de Erika y Emi, dos jóvenes que se conocen en un campamento de verano. "Hacía tiempo que quería contar una historia así, de esas que te deja poso cuando la acabas, y con ganas de saber más. A mí me atrapan muchas historias de este tipo", indica Oncina.
Respecto a su proceso creativo, reconoce partir de una idea concreta, como "el desamor, o el amor que dos personas pueden vivir de forma muy distinta (como en Just friends)". Primero llega el guion y los dibujos en una libreta; después, pasarlo todo a digital. "A la hora de bocetar puede que cambie algo, pero suelo ir en base a las escenas, como si estuviera montando un puzle", añade. "La realidad es que soy superimpaciente y cuando me pongo con las páginas, casi voy corriendo a hacer el arte final. Y retocando", reconoce.
Aunque el escenario apunta maneras, la posición predominante es la de la prudencia. Fidel de Tovar y Dani Bermúdez ven "imposible" vivir únicamente de sus obras. "Tienes que compaginarlo con otras cosas: encargos como ilustrador o diseñador gráfico, traduciendo obras, maquetando…", admiten. Pero eso no es necesariamente malo. "Acabas haciendo muchas cosas dentro del diseño editorial que enriquecen tus propias obras", apunta de Tovar.
Son conscientes, además, de que no son los únicos creadores que viven gracias a diversificar su actividad. "No todo es Jujutsu Kaisen o bestsellers, ni aquí ni en Japón. Muchos novelistas dan clase, conferencias, etc.", pone como ejemplo Bermúdez. Para Fidel de Tovar, por otro lado, el gran reto no es publicar una obra, sino mantenerse: "Publicar tu primer manga es relativamente sencillo. No es imposible. Lo difícil es publicar el segundo, el tercero, el cuarto… y que eso, poco a poco, sea una manera de ganarte la vida", advierte.
Conectar con los lectores, en cualquiera de los casos, es un imperativo. "Hago bastantes en cosas en Twitch: me ve gente, se crea expectación, se conoce la obra… Se ha creado una comunidad que tienen interés y curiosidad por ver qué vamos haciendo. Y si te quieren apoyar, se suscriben", cuenta Bermúdez, cuya cuenta en la plataforma es @senseidani.
Ana Oncina, por su parte, habla sobre Patreon (una plataforma de suscripción que facilita que los creadores obtengan ingresos) y su tienda online como formas de sostener su actividad como dibujante. Pese a ello, "es bastante complicado", confiesa. "Yo llevo varios cómics publicados, tienen buena aceptación, y hay gente que me apoya mediante Patreon, mi tienda online, o haciendo ilustraciones por encargo… pero es cierto que hay que trabajar mucho las redes sociales", medita.
Siendo consciente de esta situación, Sergio Hernández representa la visión más optimista de las recogidas hasta el momento: "Todavía no se puede vivir del manga de forma exclusiva, pero se comienza a ver la luz al final del túnel". Y ahonda en por qué lo piensa: "Hay una realidad industrial, editoriales potentes (algo que se agradece) y estamos al principio de algo muy grande que no ha hecho más que comenzar. De aquí a 5 o 10 años se podrá afirmar con total rotundidad que se puede vivir del manga".
Para prueba, el cambio de mentalidad de las editoriales, como les sucedió a él y a Toni Caballero con Backhome. "Nosotros llamamos a la puerta de Planeta. Enviamos un mail y nos contestaron, es decir, que están abiertos a descubrir autores noveles. A la gente que quiera aventurarse en el cómic: hay oportunidades, es cuestión de trabajo y un poquito de suerte", indica.
Atención a navegantes: no has llegado hasta aquí para irte sin unas buenas recomendaciones de manga. Faltaría más dada la temática de este reportaje. Comenzamos con las de Sergio Hernández, que residen fundamentalmente en un autor: Naoki Urasawa, "una mente privilegiada". "Me extraña que Netflix y HBO no le hayan comprado los derechos de todas las obras porque son superadaptables. Además, para alguien que no está acostumbrado a leer manga es una buena referencia para iniciarse", expresa.
Ana Oncina reconoce que se decanta por historias cortas antes que larguísimas, y que les presta especial atención a los mangas de "dibujo amable, con línea fina y sencilla, y no demasiado recargados". Recomienda por ello la editorial Milky Way, y concretamente ¡Yotsuba! "una serie que te hace sonreír (incluso aunque tengas un mal día)", y Sunny de Taiyo Matsumoto "sobre una casa de acogida llena de niños; muy tierna y bonita, y muy bien narrada".
Fidel de Tovar y Dani Bermúdez barren hacia casa: "¡Cualquiera de nuestras obras!", se ríe de Tovar, que en seguida explica lo interesante que puede resultar zambullirse en este mundo comenzando por un formato de lectura occidental. "Muchos lectores han dicho después de leer alguna de nuestras obras: “Ha sido mi primer manga, ni siquiera he tenido el obstáculo de leerlo al revés, y me ha encantado, y voy a leer más”". Eso, y sus temáticas, que consideran "más cercanas". Exceptuando Arashiyama, que bebe de raíces japonesas, Liquid Memories y El tiempo de los tres se ambientan en Londres y Barcelona respectivamente.
Y de nuevo el nombre de Naoki Urasawa. "Una serie que me lo redescubrió fue Pluto. No es una historia corta (7 tomos), pero tampoco muy larga. Urasawa es un genio de la narrativa: tiene un estilo muy personal", sugiere Dani Bermúdez. Fidel de Tovar mira, por otro lado, hacia clásicos que nunca fallan: "Cualquier obra de Jiro Taniguchi, Death Note… Y obras cortitas como Los dioses mienten; Utsubora, una historia oscura y enrevesada de Asumiko Nakamura; y Undercurrent, también de tomo único".