MURCIA. No soy el único, y espero no ser de los últimos, que intenten poner en valor la vida e invenciones de esta figura histórica muy vinculada con Murcia: Jerónimo Ayanz y Beaumont. Nació en Navarra en el año 1553, hijo de nobles. En sus primeros años, sería paje en la corte de Felipe II. Gran militar, participaría en la defensa de La Coruña y las campañas de Portugal, Flandes,… resultando herido en esta última.
Lope de Vega lo llamó 'Hércules' en sus escritos, puesto que fue hombre de gran corpulencia y fuerza. También destacó en otros campos como la pintura, la música, la ingeniería y, sobre todo, como inventor. En pintura, solo podemos disfrutar de sus bocetos de inventos, ya que el resto de su obra pictórica ha desaparecido. En el campo musical, compuso la letra de varias canciones que, como cuentan las crónicas, el mismo interpretaba.
Su relación con Murcia comenzó antes de 1584. No quisiera pensar que sus invenciones pusieran a Ayanz en el punto de mira de la Inquisición y un familiar suyo, alto cargo de este tribunal, lo enviase a nuestra tierra para apaciguar los ánimos. Aquí conocería a Blanca Dávalos, con la que casó, quedando viudo muy pronto y volviéndose a casar, en este caso con la hermana menor de Blanca, Luisa. Con Luisa, tuvieron 4 hijos, muriendo todos muy jóvenes.
Recordemos que la familia Dávalos fue de las más influyentes del antiguo Reino de Murcia. Gran parte de sus invenciones, las idearía en nuestra ciudad. En 1587 sería nombrado regidor de Murcia y en 1597 comendador de Abanilla; así como caballero de la Orden de Calatrava por Felipe II. Fue designado administrador general de las minas del reino en 1597, cargo que pudo haberle costado la vida en la inspección de una de estas minas por el aire viciado debido a los gases. Se mudó a Madrid a principios del siglo XVII.
Sus numerosos inventos -por cierto, avalados por científicos contemporáneos-llevaría a que el rey Felipe III confeccionase una especie de registro con los mismos. Entre los más importantesse encuentran una máquina de vapor concebida para achicar agua de las minas; el primer traje de buzo con escafandra y respiración; una especie de barca submarina; una balanza de precisión; molinos eólicos… y también, en ingeniería, creó la presa en forma curva (como ejemplo podemos poner la presa del pantano de Tibi, del siglo XVI).
Murió en Madrid en el mes de marzo de 1613. Por voluntad de Ayanz y su familia, serían trasladados sus restos a la capilla Dávalos de la Catedral de Murcia. Aquí apenas lo recordamos con una calle propuesta en 2018, que esta sita entre la plaza Condestable y la calle Pasos de Santiago, un poco escondida.
Este personaje que vivió en la capital, merece más. Como ejemplos que doy en estas líneas para revalorizar su imagen estarían: nombrarlo por la corporación municipal hijo adoptivo a título póstumo; que en el lugar de su descanso eterno, figure una placa informando de quien se encuentra allí; o nombrar el Museo de la Ciencia y el Agua, Jerónimo Ayanz Beaumont. También quiero agradecer a las personas que se han interesado por este personaje, rescatándolo del olvido como son Nicolás García Tapia, el periodista Nacho Ruiz, Javier Cano o Carmen Celdrán, así como a la UMU, en su centenario en el año 2015, revista Centrum nº 5.
* Raúl Jiménez y Lorca es cronista de Torreagüera. 023