MURCIA. Parece ser, y ojalá así sea, que el futuro del "mago" Simón se presenta oscuro y con nubarrones que amenazan tormenta. Aviso a navegantes: no confundirlo con Simón el Mago (coetáneo al emperador Claudio, 41-54 a. C) —llamado también Simón de Gitta— que fue un líder religioso, samaritano y gnóstico, mencionado en la literatura cristiana llamada, 'literatura clementina', en los Hechos de los Apóstoles y en los Apócrifos de Pedro.
Fernando Simón es ese señor al que vemos un día sí y otro también en TV, como portavoz del Ministerio de Sanidad en la gestión (¿?) de la pandemia de la covid-19, siempre a las órdenes directas del presidente Sánchez y de su inmediato superior Illa, el ministro de Sanidad, y que debutó, oficialmente en 2014, como portavoz del Comité especial sobre la enfermedad del virus del ébola en España.
"El coronavirus ha vuelto a exponer notoriamente los fallos de España"
En aquella epidemia el Gobierno del PP, como no podía ser de otra manera, sí que creó un Comité especial — y no fantasma— para la gestión del ébola en España, y estuvo presidido: por la entonces vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría; por la ministra de Sanidad, Ana Mato; por un representante de los Ministerios de Asuntos Exteriores, Defensa, Interior, Presidencia, Justicia y Economía; por un delegado del Gabinete del presidente Rajoy; por representantes de la Consejería de Sanidad de Madrid, por el presidente del Comité Científico sobre la enfermedad por el virus del ébola y por un represente del Hospital Carlos III.
Aquel sí que fue un Comité en toda regla y no el formado por el binomio Illa-Simón, bueno, más esos '15 expertos', "15 profesionales" fantasmas que nunca existieron, a no ser en la aranera y chapucera mente del presidente Sánchez. Pero claro, en el 2014 corrían otros tiempos —gobernaba un partido constitucional, democrático y sobre todo que no mentía a los españoles, por norma— y todavía el sanchismo y el comunismo no se habían puesto de acuerdo para desbancar al PP mediante esa ladina y tramposa moción de censura a Rajoy, pactada y apoyada por todos los grupos de extrema izquierda que querían y quieren destruir y romper España. Estos no van a cejar en su empeño hasta que la bandera tricolor de la III República ondee en el palacio de la Moncloa y en las Cortes Generales de España.
Menos mal que mi buen amigo y compañero, el Dr. Serafín Romero, presidente de La Organización Médica Colegial de España (OMCDE) ha saltado a la palestra televisiva y ha emitido —sin pelos en la lengua—un comunicado en el que transmite la necesidad de formar un único Comité de expertos —pero real y no fantasma— regido por médicos, biólogos e, incluso, veterinarios, agregando como coletilla: y "¡por favor, que Fernando Simón no participe en él!". En Espejo Público ha explicado lo que ha querido decir con su comunicado, en el que pide un "golpe de timón" de 180º que varíe, no solo el rumbo de la gestión del coronavirus, sino de la política española.
En resumidas cuentas, lo que la OMC, con su presidente a la cabeza, pretende es que se evalúe lo ocurrido en España, para compararlo con lo que ha ocurrido en otros países, sobre todo en Europa, y evitar que esto vuelva a ocurrir. Este golpe de timón incluye la necesidad de que coexista un consenso en ese futuro y nuevo Comité de expertos, y hay que crearlo ya; pero debe ser de "expertos independientes" y con un "mando único", no como en el supuesto grupo de trabajo liderado por Simón y tergiversado por las falacias y medidas estrictamente políticas de su amo y señor 'el marqués de Carabás'. Además, es preciso que haya una buena coordinación en y entre las diferentes comunidades autónomas, para no tomar cada una las medidas que considere oportunas y que éstas solo se apliquen cuando haya unos indicadores indiscutibles y valederos para todas.
Esto debería ser así y en el más sentido estricto de Roma locuta, causa finita, locución latina que literalmente significa: <<Roma ha hablado, el caso está cerrado>>. Esta expresión la usamos para indicar que un determinado asunto ha sido zanjado por alguien que tiene autoridad para ello —como es el caso del presidente de la Organización Médica Colegial de España— refiriéndose a la gestión realizada por ese comité fantasma que ni existió, ni lo formaron expertos, ni fue independiente, ni nada de nada, de nada, y que ha sido el único responsable del confinamiento de todo un país, gracias a las mentiras que todos los días nos colaban en los "maitines" del 'abad Illa" y el 'lego Simón', y todo bajo la siempre atenta mirada y la bendición del omnipotente 'prior Sánchez'.
Esperemos que después de las declaraciones del Dr. Romero —ese médico sevillano de nacimiento y cordobés de devoción— el Gobierno tome buena nota de sus indicaciones y las pongan en práctica para una mejor, eficaz y eficiente gestión de este nuevo rebrote pandémico de la covid-19. No en vano, The Economist, el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada y ahora también Bloomberg no solo colocan a nuestro país a la cola de la gestión del impacto de la pandemia, con el mayor número de casos por cada millón de habitantes, sino que además saca los colores a un Gobierno al que considera débil —por quienes lo conforman— que ha gestionado tarde, mal y nunca, y que ahora está de vacaciones, sin dar la cara, ni ruedas de prensa, como cuando declaró el estado de alarma y que incluso llegó a dar dos diarias, dos.
España registra cada día el mayor número de contagios en Europa y la situación empeora cada día más. Mientras la crisis del coronavirus se resuelve "con la industria turística diezmada y la economía de rodillas", el Gobierno permanece en silencio, con su presidente feliz y despreocupado vacando alegremente de palacete en palacete, aunque de vez en cuando sea abucheado con ¡fuera, fuera!, como le ocurrió, en esta ocasión, en Matalascañas.
Mientras A. Merkel no para de recordar a los alemanes que la tendencia es muy preocupante y que Europa sigue en peligro, los españoles podrían preguntarse por qué su presidente —que no su líder— no está haciendo lo mismo y se ve obligado a confinar ciudades, decretar el cierre de clubes nocturnos y restringir el horario de apertura de bares y restaurantes, cuando es el segundo país que más visitantes recibe del mundo y donde el turismo representa el 12% de nuestra economía.
¿A dónde… a dónde… a dónde… se dirige España? El coronavirus ha vuelto a exponer notoriamente los fallos de España: graves deficiencias en el Sistema Nacional de Salud y gravísimos problemas estructurales en las instituciones y en la economía. Ante tanta incertidumbre sanitaria, económica, social y política, solo me queda responder como la cantante Iva Zanicchi (1970) en su popular y pegadiza canción, L´arca di Noé:
Partirà l´Espagna partirà / Dove arriverà / Questo non si sa / Sarà come l´arca di Noé / Il cane, il gatto, io e te...etc, etc.
La respuesta es bien clara y apocalíptica: ¿Dove arriverá…? “¡Questo non si sa!. Pero mientras este Gobierno nos deje disfrutar de la compañía, al menos, de nuestro perro —en mi caso, de mi fiel y leal compañero, Golfo (un mestizo de bóxer y pastor belga mallinois, de casi 40 kilos)— de nuestro gato y de nuestra pareja, mujer, compañera o esposa (según se prefiera)… Pues eso, que quien no se conforma es porque no quiere. Además, mi mujer Cristina me lleva diciendo toda la vida que: "¡Cada nación o país tiene el régimen político que se merece!".
Y a la vista de lo que hay… Creo que tiene toda la razón, aunque me cabree, y mucho, el reconocerlo.
Pedro Manuel Hernández es licenciado en Medicina, en Periodismo y exsenador autonómico del PP por Murcia.