CARTAGENA. De buena se ha librado la Autoridad Portuaria de Cartagena extinguiendo la concesión de los bares de copas y restaurantes en el Muelle Alfonso XII.
Cuando se publicó el concurso ninguna empresa local se presentó al mismo, por lo que de buena fe, un destacado empresario de Cartagena se dirigió a un amigo valenciano para presentarle el proyecto y animarle a que optara “solo o en compañía de otros”, por la concesión para un periodo de doce años y otros tres de prórroga.
Aquel ‘amigo’ vio negocio y recurrió a su antigua jefa en la empresa X de la que ya había dejado de ser apoderado para, con su influencia, buscar un socio de referencia con quien formar una UTE.
Primero. El ‘amigo’ en cuestión no podía presentarse en solitario pues había sido encausado en al menos una de las numerosas causas que se siguen en Valencia por saqueos a empresas públicas. En esta ocasión, ‘caso Palau’.
Segundo. La empresa X a la que acudió, y de la que había sido apoderado durante un año hasta poco antes de que se convocara el concurso del puerto, tampoco disponía de solvencia suficiente para afrontar en solitario la concesión. Sus resultados económicos en el último ejercicio conocido habían sido de 14.000 euros; y también por esta causa le habían rechazado distintas ofertas para gestionar chiringuitos de playa en Ibiza.
Quizá no podría ser causa de exclusión, pero también se daba la circunstancia de que sociedades próximas por relaciones familiares a la empresa X acumulan declaraciones de insolvencia en juzgados de lo Social.
Con estos antecedentes -tercero-. Buscan un socio de referencia en el mundo de la hostelería que aporte solvencia y reconocimiento en el sector. Aparece entonces una destacada familia propietaria de restaurantes en Valencia que presta su nombre para asumir el reto. Es la empresa Y.
Cuarto. Transcurre el tiempo y pasan los ocho meses de los que disponían para acondicionar el interior de los locales y tomar posesión. Solicitan una prórroga de tres meses. Tampoco asumen el compromiso pese a que telefónicamente afirmaban que lo harían… El motivo es que X e Y desconfían entre sí.
Prácticamente un año después de la concesión y por encima del millón de euros de la Autoridad Portuaria invertidos en la remodelación exterior de los locales, el Puerto ha podido poner fin a lo que podía haber sido una pesadilla.