COMO AYER / OPINIÓN

El Festival de Folklore y sus hijuelas

30/05/2020 - 

Escribía hace una semana sobre la suspensión de la Feria de Murcia, y pasaba de puntillas, antes de vagar por el hermoso Parque de Ruiz Hidalgo, sobre algunos de los festejos que componen su diverso programa: toros, caballitos, huertos, moros y cristianos, actos religiosos en honor de la Virgen de la Fuensanta… De todo ello sólo permanecerán este año, probablemente, estos últimos, aunque el trueno gordo de la Romería tendrá mal encaje en los requerimientos de la ‘nueva normalidad’. Veremos en qué para la cosa.

De ese variopinto programa que da forma a la feria de nuestros días era parte relevante, desde el año 1968, el Festival de Folklore en el Mediterráneo, que reunía en la ciudad, en esos días de septiembre, a grupos de cante y baile llegados desde los países y regiones del viejo Mare Nostrum, al principio, y muy pronto, desde cualquier punto del mapamundi. Precisamente, la voluntad de ampliar y diversificar la elección de participantes fue lo que condujo al sutil cambio en el nombre del festival para que “del Mediterráneo” pasara a ser “en el Mediterráneo”.

Indico que era parte del programa ferial, porque dejó de serlo hace unos años, en 2013, cuando se tuvo a bien sacarlo del que había sido siempre su espacio temporal para trasladarlo al calurosísimo mes de julio murciano, con media ciudad de vacaciones y la urbe convertida en inhóspito brasero, si bien la edición de 2020, había sido adelantada a finales de junio. Algo es algo.

Evidentemente, el Festival de Folklore, que a estas alturas pasa por ser el más veterano de España, ya ha sido suspendido por vez primera en su medio siglo largo de historia, y habrá que esperar a mejor ocasión para volver a disfrutar del exotismo de algunos grupos y del buen hacer de todos, tanto en calles y plazas como en las sesiones de la plaza del Cardenal Belluga, puesta ahora en entredicho como escenario de conciertos de diversa índole debido a los desperfectos que pueden producir las vibraciones en la fachada catedralicia.

Entre las curiosidades que podemos encontrar en torno al Festival está la de que fuera su primer director y principal impulsor Manuel Fernández-Delgado Maroto y lo rija en la actualidad su hijo, Manuel Fernández-Delgado Cerdá. O que el primer recinto para las exhibiciones folklóricas se situara, en 1968, en el ruedo de la Plaza de Toros de La Condomina.

Pero me parece asunto de más calado reseñar aquí el hecho de que del Festival de Folklore en el Mediterráneo se derivaran, a modo de hijuelas, el Museo del Traje Folklórico y los Huertos del Malecón.

Del Museo se venía hablando desde los años 30 del siglo pasado, llegando a convertirse, en el inicio de los 50, en unos de los atractivos que había de ofrecer el proyectado Museo de Murcia y su Huerta que, como tantas cosas, no llegó a cuajar. Y fue a raíz de la creación del festival folklórico cuando el proyecto fue tomando forma al fin, y a través de la Diputación fueron llegando los primeros trajes, procedentes de Barcelona y Lugo,  en 1970; y se barajó como emplazamiento el Almudí, donde aún residía el Palacio de Justicia, pero que pronto quedaría libre, o aquellos locales municipales que hubo en el jardín de Santa Isabel, que con el tiempo fueron ocupados por una guardería, una galería de arte y alguna cosa más. Pero el lugar escogido fue, finalmente, la que entonces se llamaba Casa José Antonio y hoy conocemos, más pomposamente, como Palacio de San Esteban, donde fue inaugurado coincidiendo con la Feria de 1972.

Para entonces, dirigía el Festival (que alcanzaba su quinta edición) y el Museo el recordado y polifacético murcianista Carlos Valcárcel, y la colección que se instaló en varias salas de la planta baja alcanzaba ya el centenar de trajes, de los que una veintena procedían del extranjero.

Pero llegaron, por este orden, la democracia, la autonomía… y la búsqueda de un digno acomodo al flamante Gobierno  regional. También hubo que reestructurar los organismos rectores de Festival y Museo, con la desaparición de la Diputación, y fue entonces cuando se produjo la dimisión del director de ambos a finales de 1982. Y prácticamente con la marcha de su rector, se acabó el Museo, cuyos fondos, que se habían triplicado en un decenio, iniciaron un interminable peregrinar de almacén en almacén.

Otro entusiasta de la murcianía ya desaparecido, Luis Federico Viudes, fue el propulsor de los Huertos del Malecón siendo director del Festival de Folklore, como un complemento gastronómico a las sesiones que se desarrollaban entonces en el Murcia Parque. A diferencia de las barracas de las Fiestas de Primavera, erigidas por las peñas, los huertos corren a cargo de los grupos folklóricos, y se estrenaron en 1988 bajo el lema ‘Llévame al huerto’.

Hoy es difícil concebir la Feria sin sus Huertos, y a mí se me hace raro ver los Huertos desgajados del Festival del que nacieron.

José Emilio Rubio es periodista

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