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El derecho de las mujeres a elegir su calzado

21/04/2021 - 

MURCIA. Hay un capítulo de Sexo en Nueva York, otra de mis series fetiche, que comienza con una invitación a una fiesta de presentación de un bebé, lo que aquí en la tierra media sería lo que viene siendo un bautizo. El capítulo en cuestión comienza con un repaso de lo que en los años noventa debía de ser un sábado por la mañana cualquiera de una soltera: todo el día se lo pasan de compras (en los tiempos que estamos nos lo pasamos haciendo deporte, y lo sabes).

Las solteras de los noventa compraban el último Vogue, flores y regalos para las exsolteras, o recién casadas o madres recientes. Aparece la protagonista atareada recorriendo los prenatales de la ciudad buscando en las listas de bebés algo que pueda hacer que salga su nombre en los extractos de compra de la tienda, como en las listas de boda pues igual.

"Todas las mujeres tenemos derecho a elegir nuestra forma de vivir, nuestro estilo, nuestra vida"

Nuestra querida protagonista llega al casoplón de la feliz mamá de tres rubiales con el regalo más caro que quedaba, para el recién nacido. Llega perfectamente peinada, vestida y con unos Manolos de más de quinientos dólares surcando sus tobillos. Tras dar el regalo, le piden que se descalce con la excusa de que los niños siempre están cogiendo cosas del suelo. Se queda en la aburrida fiesta por compromiso y con buena cara, hasta que llega la hora de irse y resulta que le han mangado los Manolos. ¿Y ahora de quién es la culpa?

La madre anfitriona de la fiesta pone cara de póker y pasa de todo y nuestra amiga se va con unas zapatillas prestadas sucias y raídas, mientras recuerda con nostalgia sus perdidos stilettos plateados que le habían costado lo que un mes de alquiler. La madre opinaba que ella no tenía la culpa de que sea una extravagante y nuestra amiga se va avergonzada.

Cualquiera en su sano juicio simplemente habría dejado correr el tema, pero nuestra Carrie es mucha Carrie. No se conforma con lo que hay y aquí es donde viene su reflexión.

Si una mujer decide no casarse y/o no tener hijos, no existe ninguna ocasión en la que tenga sentido hacerle un regalo valioso, como una casa, una cocina nueva, un vestido de tres mil euros, un cubierto prohibitivo en una cena, etc. Las solteras en cambio no deben tener ningún problema en soltar sumas desproporcionadas a sus ingresos en regalos para las 'afortunadas' que se casan, sin embargo, parece que no se trata de una calle de doble dirección.

Hay otra desigualdad callada, quizá porque aquí los hombres no entran, que es entre nosotras. Mejor dicho, entre algunas de nosotras, porque afortunadamente no todas somos así. Un mirar por encima del hombro de algunas féminas que creen haber cumplido con los estándares de la sociedad, como un contrato en el cual ellas han hecho su parte y esperan recibir su recompensa y reconocimiento de todos nosotros.

Al final del capítulo, nuestra prota se arma de valor y en un acto de reivindicación a su libertad para elegir calzado, que puede significar perfectamente su libertad para elegir cualquier otra cosa o quizá su propio, particular y muy respetable estilo de vida, pone una "lista de bodas de soltera" en la famosa zapatería de lujo, y como único artículo en la lista, un par de zapatos igual a sus Manolos robados en casa de la amiga.

Todas las mujeres tenemos derecho a elegir nuestra forma de vivir, nuestro estilo, nuestra vida. Ya no vivimos en los años en los que estaba mal visto o bien visto hacer una cosa o la otra. Tenemos -por haberla conquistado y peleado- absoluta libertad personal y social para tomar las decisiones que nos hagan más felices, en este momento. Y también tenemos derecho y libertad de cambiar de opinión y casarnos ya pasada la edad estándar, igual que existe el derecho a divorciarse justo en los años en los que se supone que el matrimonio debe estar más sólido.

Gracias a mujeres que no se han avergonzado y se han armado de valor para reivindicar su forma de vida, su derecho a votar, a estudiar, a trabajar o a abrirse una cuenta bancaria sin permiso, aún siendo mal vistas, yo puedo escribir este artículo y tú leerlo y disfrutarlo libremente. Y hasta opinar sobre él si te apetece.

Respetémonos, señoras, que aún nos queda mucho camino que recorrer juntas, y quizás nos encontremos en la vuelta.

Feliz camino ;)

Laura García Sánchez

Ingeniera en Telemática. Docente de Formación Profesional

Especialista en Comunicación y Marketing Digital

@LauraGarcia_I

 

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