Fotografías de Vidal Coy que conforman la exposición en el AGRM
MURCIA. Se acerca la festividad de Todos los Santos y muchos se apuntan a festejar la fiesta importada de Halloween. Nada tiene que ver esta celebración con el culto a la Santa Muerte que tiene lugar en México, cada vez más extendido. Tanto es así que se calcula que en todo el país al menos diez millones de personas son devotos de esta 'santidad' también conocida como la Niña Blanca. Las tradiciones, los altares y la simbología que acompañan en las calles a este culto que está al margen de la Iglesia Católica -aunque sus practicantes no lo vean así- han sido fotografiados por el fotoperiodista, reportero de guerra y profesor de periodismo murciano José Luis Vidal Coy durante cinco años. El resultado de este trabajo es una exposición que, bajo el título Tanatolatría. El culto a la Santa Muerte en México, se puede visitar en la sala de exposiciones del Archivo General de la Región (AGRM) hasta el 28 de febrero de 2025.
La exposición consta de unas sesentas fotografías que muestran imágenes del culto cotidiano a la Santa Muerte en los suburbios de Ciudad de México. Una devoción que ha ganado numerosos adeptos desde comienzos del presente siglo entre las clases populares mexicanas en general y, más específicamente, en los barrios obreros de la capital de la nación
"Resulta complicado hablar de un solo culto a la Santa Muerte, pues hay diversas variantes, a cuál más heterodoxa", según señala el autor en su catálogo que, por cierto, el Archivo General ha editado digitalmente -con las imágenes y textos de Vidal Coy y diseño de Joaquín Clares- para que se puede descargar mediante un código QR en la propia exposición o en la página web del AGRM. Lo cierto es que "el Santoral cristiano no incluye Santa Muerte alguna, lo que no obsta para que los seguidores de esta santidad se declaren inequívocamente católicos, apostólicos y romanos, respetuosos del Papa, así como de la jerarquía católica; una que no solo los rechaza frontalmente sino que los acusa de prácticas satánicas, misas negras y canibalismo infantil".
El fotógrafo ha podido constatar que "poco o nada tienen que ver los devotos de la Santa Muerte con los biempensantes mexicanos. Este culto se puede encontrar en las colonias populares, esos barrios donde la presencia del orden establecido es colateral, nunca primordial, y esas zonas en las que la ley y la norma de comportamiento son distintas de aquellas que dictan los textos oficiales, la autoridad y quienes gobiernan los estados mexicanos".
Pero añade: "Es difícil encontrar un altarsito a la Santa Muerte en cualquier vivienda burguesa o altamente burguesa de distritos de la Ciudad de México como Lomas de Chapultepec, Polanco, Condesa o la Roma. Pero también a buen seguro es muy probable que el portero, portera o vigilantes de cualquier finca de vecinos pudientes tenga en la planta baja un pequeño rincón en el que la Niña Blanca siempre tendrá velas, algunas flores y luz permanente".