MURCIA. En este caso no nos vamos a centrar en una leyenda sino en una increíble realidad. Nos ubicamos en la ciudad de Cieza en el año 1902 en una mañana de enero en la Calle Cartas, en donde Piedad Ortega y su hijo de 8 años fueron brutalmente asesinados de madrugada. Ella, que tenía una tienda en esta popular calle, murió entre terribles sufrimientos con agua hirviendo por todo su cuerpo; y su hijo, al ser golpeado contra una tinaja. Tenía un paño en la boca que amortiguaba sus gritos y por ese motivo nadie pudo escuchar nada.
Será Juan Ramón Capdevilla (procurador y cronista de la Villa de Cieza) quien documente todo el terrible suceso y posterior proceso, el cual se encuentra enmarcado entre la realidad y la leyenda debido a la documentación disponible y a la tradición popular.
En mitad del investigación, Juan Ortega Martínez, el tío de la víctima, realizó un comentario que lo llevo derecho al calabozo como principal sospechoso, pues indicaba que había estado presente en el homicidio. Dijo así: "¡Qué sola te viste entre cuatro hombres!".
Tras varios días de tortura 'El Chavas' (que así era conocido por sus vecinos y quien había asesinado años antes a un hombre en Ulea) confesó el nombre de los autores del crimen: Juan Antonio Ortiz ('El Maleno'), José Carreras García ('El Carreras') y Encarnación Pascual. Sobre esta última existía la creencia de que tenía dos nombres (uno femenino y otro masculino) porque era hermafrodita.
El móvil del crimen pareció ser un dinero que Piedad tenía escondido en la casa y que entre todos la torturaron para poder encontrarlo, sin éxito al parecer. Todos los acusados se declararon culpables gracias a los "métodos" de investigación de la época.
Los ciudadanos y vecinos clamaban venganza y querían ajusticiarlos en mitad de la calle, pero la Guardia Civil lo evitó llevándoselos a prisión a la espera de juicio, al que sólo llegaron tres de ellos, pues Encarnación murió en la cárcel en extrañas circunstancias. En el mismo todos se declararon inocentes por consejo de sus abogados alegando su confesión por medio de las torturas recibidas.
A pesar de que el garrote vil era la pena que les esperaba, misteriosamente fueron condenados a cadena perpetua. A partir de este momento la leyenda hace presa la historia, porque se dice que décadas después han sido vistos paseando por las calles de Cieza y cada cierto tiempo se les vuelve a ver, incluso cuando deberían tener más de cien años. Se dice que si te los encuentras, mejor que hullas, corras y te escondas, pues posiblemente vengan a por ti este trío de asesinos confesos.
* Santi García es responsable de Rutas Misteriosas y autor del libro Murcia Sobrenatural