CARTAGENA. La imagen del Cristo de Juan de Austria, también llamado Cristo de Lepanto, ha regresado este viernes a la iglesia parroquial de Santa María de Gracia de Cartagena, tras ser sometido a un proceso de rehabilitación en el Centro de Restauración de la Comunidad Autónoma. El consejero de Cultura, Marcos Ortuño, ha asistido a la entrega de la imagen, en un acto al que también ha asistido la vicealcaldesa, Ana Belén Castejón, y el obispo de la Diócesis, José Manuel Lorca Planes.
Se trata de una escultura de marfil de autor desconocido que, por sus características, relacionadas con el barroco, remite a una talla del último tercio del siglo XVII o inicios del XVIII, y que ahora ha sido sometida a un proceso de limpieza y reintegración cromática y de sus piezas en el Centro de Restauración de la Comunidad.
"Ha vuelto a Cartagena, a su casa, la Iglesia de Santa María de Gracia, donde se va a estudiar la forma de poder proteger la figura y conservarla aún mejor", ha manifestado Castejón. Ortuño, por su parte, ha recordado "el papel fundamental que desempeña el Centro de Restauración contribuyendo con su trabajo a la conservación del patrimonio artístico y cultural de la Región" y, de esta manera, señaló, "garantizar el compromiso y respeto a la historia y a nuestro pasado”.
El proceso de intervención se ha prolongado durante seis meses debido a su complejidad, en primer lugar, por el material a tratar, pero también por la dificultad de la operación. La obra llegó al centro tras sufrir graves daños al producirse una caída en el traslado a una exposición. Sin embargo, este accidente sirvió para mostrar fracturas existentes derivadas de un antiguo golpe que había sido posteriormente tratado y para el que se usaron materiales débiles. Además, la escultura presentaba una capa de suciedad generalizada, restos de barnices y pequeños retoques cromáticos.
Ya en las instalaciones dependientes de la dirección general de Patrimonio Cultural, el Cristo de Juan de Austria fue sometido a varios procesos de limpieza, así como a un laborioso trabajo a punta de bisturí para retirar algunas concreciones de yeso muy adheridas al material.
Tras varias pruebas, los elementos fracturados fueron colocados con una resina epoxídica de color blanco que también sirvió para rehacer algunas de las faltas existentes, como la cara anterior de los hombros y brazos y los muslos, únicamente elementos de soporte indispensables para que exista una correcta lectura de la obra, no rehaciendo otros que se desconoce cómo eran en origen, al no existir documentación gráfica de referencia.
Por último, se reintegraron cromáticamente las reposiciones de resina y se le aplicó un barniz final, de manera puntual, para igualar el brillo con el de las zonas originales de marfil. Además, los clavos de las manos y los pies fueron sustituidos por unos nuevos que han servido para anclar la efigie al madero.