Han trascurrido 28 años desde que Fukuyama publicara su libro 'El fin de la Historia y el último hombre', publicado por Free Press, en el que desarrollaba su tesis político-económica sobre el liberalismo económico, que imperaba en los gobiernos y mercados, y alertaba de los males de un sistema económico que ya daba señales de agotamiento, que se confirmaron en 2008 con la crisis financiera.
Es cierto que Fukuyama aludía a factores internos de los mercados y economías como principal preocupación de cara al futuro, y que no se centraba en los factores externos, como un virus, como la principal patología del sistema económico y político, pero también es cierto que la pandemia que vivimos permite analizar si los sistemas económicos actuales están preparados para afrontar estos nuevos retos médicos u otros tecnológicos.
Por eso creo que es acertado citarlo en estos momentos, porque es ahora cuando la sociedad y gobiernos luchan contra un virus, y sus consecuencias sociales y económicas, cuando mas se pone de relieve la necesidad de luchar contra los desequilibrios económicos en la sociedad que el sistema económico ha generado.
Recientemente otros autores como Piketty, Stiglitz o Krugman han señalado al capitalismo como un sistema acabado que necesita de una refundación, y una de las razones es que no está consiguiendo que se reduzca la desigualdad económica, y este es un hecho que no admite discusión si apreciamos los datos de la OCDE o de Intermon Oxfam.
Este análisis por prestigiosos economistas se hizo en momentos donde se planteaba la posible recesión económica mundial a principios del 2020 y donde aún el Covid 19 no se había extendido.
Ahora, los gobiernos han aprobado medidas económicas y laborales para intentar frenar la brecha que generara el Covid 19 en la sociedad y económica, y al margen del análisis concreto y de sus posibles consecuencias sobre cuya eficacia pueden existir dudas razonables, es evidente que todas las medidas deberían ir dirigidas a paliar los efectos económicos y sociales de un virus, que no entiende de razas, ideologías o clases, pero que afecta en mayor medida a los menos favorecidos.
Por eso de esta crisis viral tenemos que extraer muchas enseñanzas, pero evidentemente una de ellas es que es necesario huir de posiciones donde en sectores estratégicos como sanidad, educación, defensa etc. dejemos que prime el interés privado frente al público, ahora con la crisis hemos evidenciado la necesidad de un sistema publico de sanidad robusto, ágil, coordinado, dotado de recursos económicos, con alcance general, donde se pueda priorizar el interés público frente al interés del mercado o de la empresa privada.
¿Alguien se ha parado a pensar que habría ocurrido si ante esta crisis tuviéramos que responder con recursos privados, donde prima la rentabilidad y el beneficio y no el enfermo?, ¿qué habría ocurrido si ante la pandemia tuviéramos que estar en manos de los mercados únicamente?, pues evidentemente que aquellos más desfavorecidos no tendrían acceso a lo mas importante, la seguridad de que su salud esta por encima de intereses privados.
Por eso muchas cosas deben cambiar después de esta crisis, y desde luego una de ellas debe ser el cambio en nuestros valores, en la percepción de que es importante y vital para la sociedad, y nuestros políticos deben responder a estas nuevas exigencias y, por que no, replantear un nuevo modelo capitalista, donde impere la libertad de empresa y mercados, pero exista una administración pública ágil, flexible y dotada de recursos, un capitalismo mas progresista y menos desigual.
Francisco Iniesta es consultor
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