CARTAGENA. El centro histórico de Cartagena recobra la vida después de una pandemia desoladora y el interés turístico por la ciudad no deja de crecer. Son muchos los proyectos de esta índole que se han ido poniendo en marcha en la 'zona cero' de la ciudad portuaria. Algunos, eso sí, escondidos en la sombra de la ilegalidad y otros, como el que se inaugura en un par de semanas, con el reto de proyectar de la ciudad una imagen que es capaz de conjugar historia, cultura y modernidad.
Cartagena, con sus yacimientos, museos, historia, cultura, conciertos, mar y sol es uno de los focos de atracción emergentes y eso no ha pasado desapercibido para nadie. Los datos del INE indican que el pasado año llegaron a la ciudad 308.177 turistas y la ciudad trata de posicionarse entre las cincuenta más visitadas en España, un ranking en el que probablemente irá escalando estos próximos años.
Conocedores del gran potencial que emana, los apartamentos turísticos se han puesto de moda, alentados, sobre todo, por una zona centro con calles que destilan olor a historia. Entre estos se encuentra La Casa de Las Flores, un proyecto ubicado en un edificio que data de 1897 y que abrirá sus puertas próximamente en la conocida como calle Honda. El precursor es el empresario hostelero Miguel García Ros, gerente de establecimientos como la también histórica la Uva Jumillana, a la que le siguieron otras como bodega La Fuente y Bar Sol.
No pasa desapercibido este edificio por el colorido que salpica su fachada, repleta de plantas, flores y helechos que cuelgan en los balcones dando vida al inmueble. Por ello, cada una de las suites lleva el nombre de una flor: orquidea, cerezo, gardenia, lírio, loto, azahar y tulipán.
Su apertura se ha resistido un tiempo, porque ni los acontecimientos que hemos vivido en estos años anteriores han ayudado a darle un último impulso. Ahora, García Ros ha dado el paso definitivo para abrir lo que han decidido denominar Hotel-Bar La Casa de las Flores.
Ocho suites, repartidas en tres plantas, con capacidad para 31 clientes y con servicio de 'Hotel-Boutique' explica María Ortiz, la joven gerente del establecimiento. Además, el edificio contará con un bar en la planta baja 'Sala Bloom' (floración), junto a la recepción.
Pero la idea contempla sacarle el máximo partido al inmueble y por ello se ha diseñado, en la terraza, un sky bar, con visión panorámica al cerro del Molinete, al yacimiento del Foro Romano y a la cúpula de la Basílica de la Caridad, una fantástica propina para la vista, que servirá para celebrar cocktails, fiestas familiares, cumpleaños, bodas e incluso algún que otro reportaje fotográfico.
Explica María que están definiendo el precio de cada una de las suites, pero que irá en concordancia con el resto de negocios similares a la zona. Eso sí, "dependerá mucho de la temporada en la que nos encontremos. Somos, por categoría, un establecimiento de apartamentos turísticos de tres llaves, pero ofrecemos un servicio de hotel, con minibar, lavandería, aparcamiento y desayuno".
Rutas gastronómicas, paquetes turísticos con Puerto de Culturas y actividades de lo más heterogéneas para sus clientes son algunas de las propuestas que la gerente del nuevo hotel-bar La Casa de las Flores ha preparado para los próximos meses.
El estudio de arquitectura Olmos Arquitectos ha sido el encargado de acometer la restauración del edificio, en un proyecto no exento de dificultades y retos, que ha cristalizado en un gran edificio alejado de artificios. Para empezar, se encontraron que a lo largo de las décadas la obra fue asentando su peso hacia su la lado izquierdo, por lo que fue necesario nivelar los forjados y la escalera central. Además se planteó un nuevo esqueleto metálico que atravesara toda la Casa hasta llegar a los nuevos forjados. Sobre estas vigas metálicas descansan las antiguas vigas maestras de madera, transmitiéndose así los esfuerzos a los nuevos soportes. "La antigua estructura descansa y conforma una imagen poética entre presente y pasado", dicen los arquitectos.
En el siglo XIX esta obra ecléctica transformó los restos arquitectónicos de una construcción precantonal,"embelleciendo su fachada y sus interiores, con la aplicación de nuevas técnicas y elementos, como las columnas de hierro fundido, con la aplicación de nuevas técnicas y elementos, como las columnas de hierro fundido", señala Javier Olmos Mañes en su análisis posterior a la rehabilitación. La nueva intervención sanea los añadidos que se hicieron a lo largo del siglo XX, y trata de mostrar "de manera honesta" la relación entre lo original y lo nuevo.
Esta rehabilitación modifica lo existente, lo adapta al siglo XXI, con nuevas instalaciones y servicios, una organización funcional distinta, una estructura metálica que "ayuda· a la antigua, nuevas texturas en superficies, como paredes o el techo de la planta segunda, un nuevo mobiliario, sanitarios, cocinas, y por supuesto en la ampliación, planta tercera y cuarta, donde la diferenciación debe ser clara.
En el proceso es inevitable desprender pequeños fragmentos de historia de la obra, por lo que "una de nuestras prioridades ha sido restablecer estas partes, dibujarlas, dejando constancia de su existencia pasada y presente, además del caso de los miradores, el mejor ejemplo lo tenemos en el bello suelo hidráulico. Este se estudia y clasifica sus distintos tipos, y se grafía en un plano de planta tipo original. Dado que hay que volver a nivelar los forjados se desmonta y acopia, para su posterior disposición en armonía con los nuevos materiales", explica Javier Olmos, del estudio Olmos Arquitectos.
La Casa de las Flores se convierte en un nuevo y brillante atractivo en la calle Honda, una de las vías con más historia de la ciudad. Está situada en la falda del cerro del Molinete, considerada como una de las cinco colinas de Cartagena. Cuenta la historia que hace cuatro siglos se la denominaba 'carrerón de los Cerrajeros, porque era donde se establecieron estos artesanos.
Cuenta el portal wikiwand.com que el agua de la lluvia que se acumulaba en el huerto del cercano monasterio de San Francisco caía sobre las laderas del Molinete y La Concepción, y al no haber forma de darle salida al mar por la altura de nivel de la calle, el Concejo decidió rebajarla, de forma que tomó su nombre actual.
En el siglo XIX creció en importancia y se disputaba con la calle Balcones Azules formar parte del itinerario de la Semana Santa, litigio que finalmente ganó por el mal estado de aquella. A finales de la misma centuria también se cambió por un tiempo su nombre a 'Capitán Briones', en honor al militar local Félix Briones y Angosto, muerto en combate con los moros filipinos en Tugaya (Mindanao) el 16 de julio de 1895.
En la calle se situó en 1907 el primer cine de la ciudad, el barracón de los hermanos García, y en los años 1920 se instaló el Colegio Politécnico Nuestra Señora de la Caridad, en un edificio hoy desaparecido que contaba con un blasón nobiliario en la fachada. A finales de siglo la crisis industrial y la lenta urbanización del Molinete provocaron el cierre de muchos de los negocios allí establecidos y la degradación del entorno, hasta que el descubrimiento y puesta en valor del patrimonio arqueológico adyacente ha conseguido su revitalización. Desde el año 2000 además se ubica en la calle el Centro Regional de Artesanía.