Hoy es 9 de octubre

su segundo poemario

El cartagenero Carlos López publica 'Nefelibata': "Para mí escribir es un placer nocturno y, además, confesable"

15/09/2024 - 

CARTAGENA. Cuenta Carlos López Fernández (Cartagena, 1994) en la introducción en verso de Nefelibata, su segundo libro de poemas, que con esta obra amordaza sus miedos, cuenta sus pecados, rinde un homenaje a aquellos a los que quiere e invita a quien lo lea a viajar con él sin más equipaje que las palabras. Y advierte: "Cada frase está pensada, cada verbo es el certero; si le gusta lo que sigue, guárdelo como oro en paño; pruebe con otro poema de no saciarle el primero; si detesta los que restan, prenda fuego a este poemario". 

Publicado por la editorial Círculo Rojo, Nefelibata contiene pequeñas historias que se leen con el ritmo que le otorga la rima que domina el autor, que a través de la poesía busca comprender -y comprenderse- mejor. Hablamos con él sobre la aventura de escribir poesía y sobre este poemario que se puede encontrar en la librería La Montaña Mágica de Cartagena y solicitar en La Casa del Libro y próximamente en Amazon.

Primera pregunta obligada: ¿A qué obedece el título de Nefelibata para este segundo libro de poemas?

El título del poemario, Nefelibata, tiene su miga. Rubén Darío acuñó este concepto a partir de la unión de dos palabras griegas para referirse a sí mismo como alguien que presta más oído al sentimiento que a lo mundano, algo así como un caminante de nubes. Hoy aparece recogido en el diccionario como adjetivo: soñador, fantasioso. No puedo evitar vincular la palabra 'nefelibata' con la figura del poeta, absorto en la belleza que otros ignoran o disfrazan. Tanto por la musicalidad como por el significado, me pareció una gran idea. Cuando el poemario ya estaba titulado, cerrado y en la imprenta descubrí que decenas de escritores hispanohablantes habían tenido la misma idea.

¿Es la poesía una especie de terapia para poder sacar a ese yo soñador del armario?

De alguna manera, sí. Es un placer nocturno y, además, perfectamente confesable. Intento escribir casi todas las noches. A veces tengo una idea clara, otras veces tengo sueño, pero escribo prácticamente a diario. La mayor parte de lo que escribo no verá la luz jamás, ni siquiera en mis propios ojos por segunda vez.

¿Cómo definirías tu poesía?

Propia. Es decir, seguramente quien la lea tendrá una opinión, y esta opinión se asentará sobre distintos adjetivos. Será buena o mala poesía, divertida o aburrida. Para mí, sin duda, es bonita de leer.

¿Qué es lo que te puede inspirar un poema?

El poema de otro puede emocionarme, aburrirme, entretenerme, enfadarme o incluso hacerme reír. Un poema mío sólo puede conseguir que me comprenda mejor.

Tus poemas se entienden… ¿crees que eso perjudica tu credibilidad como poeta?

Las palabras pueden ser bonitas por su fondo, pero también por su forma. Potenciar lo primero no debe hacernos despreciar lo segundo. Creo que la herramienta de quien escribe es la palabra y que ésta nunca debe ser minusvalorada. Es cierto que a veces se confunde la claridad con la vulgaridad y la sencillez con la simpleza, y puede que yo mismo haya confundido estos conceptos publicando una relación de poemas simplones e insípidos.

Rima, ingenio, ritmo, sentimiento, sentido del humor… ¿a qué le das más importancia?

En mi vida, al sentido del humor, sin ninguna duda. Cuando escribo poesía, sin embargo, no suelo invocarlo. En cuanto a los poemas, intento que cuenten una historia o una idea que me inquieta con cierto ritmo. La rima ayuda a conseguirlo.

Te ríes un poco de ti mismo en las falsas críticas que acompañan al libro. Pero, además de los piropos que te echa la 'amiga de tu madre', ¿qué reacciones estás recibiendo?, ¿qué es lo más te ha gustado escuchar?

Me han dicho que soy un fenómeno, pero que el mundo debe seguir girando.

¿Qué necesitas para ponerte a escribir?

No necesito tanto tener algo que contar como tener ganas de contar algo. Es decir, necesito tener cierta tranquilidad emocional, una porción de tiempo dedicada a mí e intimidad. Con estos ingredientes estoy preparado para escribir. En ocasiones vengo rumiando una idea desde hace días; en otras, aparece mientras escribo.

¿Qué estado es mejor para escribir poesía: el amor o el desamor?

No puedo hablar más que de mi experiencia, y en ella el desamor es prolífico, pero sombrío e inconexo. Ahora bien, la mayor parte de las poesías que más he disfrutado de leer la han escrito poetas en situaciones mucho peores que el desamor, por lo que entiendo que en este género la tristeza, en la medida en que pueda ser saboreada y descrita, ayuda. Yo prefiero escribir, como comer, ir al cine o trabajar, cuando me encuentro bien conmigo mismo. No soy, ni por asomo, autodestructivo.

La autoedición es una opción cada vez más frecuente. ¿Cómo ha sido tu experiencia?

Mi experiencia ha sido positiva, en tanto que he dado forma a algo que he ideado, sin mayores complicaciones ni empleo de tiempo que el destinado a escribir. Entiendo que una gran editorial puede abrir puertas, de manera casi literal. Siendo cierto que la combinación de la autoedición con la ausencia de redes sociales condiciona en negativo la promoción de un libro, también lo es que cualquier éxito que coseche, por pequeño que sea, motivará un brindis.

Y ya que la cosa va de sueños y estar en las nubes, ¿quién es el autor de la onírica portada?

Álvaro Casaú, un amigo que vive en Holanda. Se fue allí hace unos años por trabajo y contrajo el virus del tulipán, el que embriaga del afán por la pintura a quien pone un pie en el país de Rembrandt o Van Gogh. El mismo día que tuve conocimiento de su afición, me mostró su catálogo y decidí que ésta debía ser la portada. Desconozco por completo qué siento al verla, pero me parece magnífica.

¿Qué pregunta (que no está aquí) te hubiera gustado responder?

¿Crees en Dios?

La contesta en su poesía La Pregunta, que comienza: "Reconozco que he dejado en mi mesilla/la pregunta más profunda e insolente;/no por simple, su respuesta es evidente;/ ni por honda, floreciente su semilla" (si quiere saber cómo acaba, la respuesta está en Nefelibata).

    

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