MURCIA. Hay mucha gente que se piensa que mi vida es lo más parecido a la de Carrie en And Just Like That… pero si os soy sincero, creo que lo único que comparto con ella es la miopía. “Eres el Carrie Bradshaw alicantino”, me afirmó una chica divertidísima. Para mis adentros me dije: “Joder, yo quería ser Samantha”. Me encantaría tener un plan, pero soy de pasar el día –a pesar de que trato de planificarlo todo—.
Mirando al techo paso demasiadas horas –a veces solo son cincuenta minutos– antes de poder dormir. Mi cerebro no me deja dormir, aunque quizá soy yo. Sobrepienso todo, incluso lo que no tiene más importancia. La gente no le da importancia a las banalidades que dijiste o hiciste, nadie se pierde ahí. Yo tengo la posibilidad de perderme en muchos sitios. “Pensar es de gente inteligente, por eso yo trato de no hacerlo”, me comentó un chico. Nunca más lo volví a ver y esa noche al techo le conté que qué desastre y que no entendía por qué terminé hablando con él. Las caras bonitas nunca proporcionan que lo que hay dentro lo vaya a ser. También puedo perderme en ellas, pero siempre me pierdo cuando apago la luz. Ahí es cuando aparecen los perros, que rebuscan en la arena del pasado, presente y futuro. Ahora ya los dejo, he intentado estar peleado con ellos demasiado tiempo. Que rebusquen lo que quieran, ¡es imposible que se vayan si les presto más atención de la necesaria! Hacen trizas la habitación.
“Una mujer que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir” fueron las palabras que Delibes usó para definir a su mujer, Ángeles, en Señora de Rojo sobre Fondo Gris (Destino, 1991). Esa frase me viene a la cabeza desde que conocí a Dolores Cortés. Dolores es talento, creatividad, ocultarse de los focos, trabajo y mucha dedicación. Dolores era trabajar de mañanas en el consistorio médico de Villa Real y por las tardes, como directora creativa de la firma que su madre, la primera Dolores Cortés, formó durante la posguerra. Todo empezó cosiendo un hilo elástico a uno normal. Dolores se dio cuenta de que daba de sí y mientras que entre Nueva York y Londres nacía el Nylon –de ahí su nombre–, en Castellón nacía el primer bañador elástico de la historia. Hasta entonces no existían bañadores o bikinis elásticos, estaban hechos en punto, daban calor y se deformaban al mojarse, además de resultar pesados y, por la dificultad de secado, incómodos. Cortés diseñaba y sus vecinas cosían los telares elaborados con estampados originales y cortaban y montaban las piezas de baño. Se creó una cooperativa en derredor de una de las primeras firmas de diseño dirigidas por una mujer. Ella y Carmen Mir –sí, señores, la de la Nasa– fueron las primeras españolas en establecer sus nombres en las principales semanas de la moda a nivel mundial. Si vais a Miami, podréis encontrar bikinis de Cortés. Ella, su persona, tiene ese aura de creatividad y felicidad que avala el éxito de cualquier proyecto.
Un bikini o bañador de Dolores Cortés –ya sea femenino o masculino, así como de cualquiera de sus gamas– es ideal para pasar el tiempo con el levante de cara en una playa de Alicante de la que no voy a hablar porque si lo hago se aglomerará y yo odio eso. Me gusta estar solo. Soy de los del mundo al revés. O para pasar el verano huyendo en La Toscana o El Lazzio y dormir con vistas al mar. Esas locuras suelen salir bien, porque nadie queremos cosas perfectas, queremos acordarnos después. Porque es una de esas prendas que duran, te acompañan, es aliada en buenos momentos.
En la mercería de mi pueblo, entre las pocas firmas que había, estaba Dolores Cortés. Los bikinis no se hacían feos. Los tirabas de viejos. Duraban tantos años que al final, las compradoras, los llegaban a aborrecer. Si algo ha sabido la firma Dolores Cortés en sus más de setenta años en el sector de ropa de baño ha sido buscar los mejores materiales, trabajar los mejores cortes y crear los estampados de ensueño que caracterizan sus piezas.
Dolores Font Cortés estudió Medicina, pero trabaja rodeada de patrones y tejidos desde hace más de treinta años en la firma que fundó su madre, Dolores Cortés, en los años sesenta donde combina los cargos de directora general y directora creativa. Font dice que el baño ha evolucionado al ritmo que lo ha hecho el mundo. En Dolores Cortés todas las funciones directivas están en mano de alguien de la familia. Entre gestión y creatividad, Font dice que es importante alcanzar un consenso porque “si no eres capaz de sacar la creación al mercado y venderla, no sirve para nada”. No es un camino fácil, pero ¿cuál sí? Dos veces tuvieron que reinventarse y una de ellas fue a los cincuenta años de la primera diseñadora. Se quedaron sin nada y ahí fue cuando nació Dolores Cortés como la conocemos a día de hoy.
Alguien entra en una tienda de bikinis con su madre en la Milla de Oro de Valencia. Escoge varios y entra el probador. Le quedan como un guante. Solo puede tener un nombre: Dolores Cortés.
Y así, sin más, sobre empezar de cero un sueño.