MURCIA. Cuando se pide una educación de calidad algunos piensan en que los alumnos sean solidarios y tolerantes, otros le piden al centro que inculque hábitos saludables y de cortesía, y no faltan quienes piden que aprendan a leer y las "cuatro reglas". O todo a la vez, o sólo unas cosas.
Coincidimos en que la educación de los jóvenes es una clave del futuro pero, a poco que se piense, nos damos cuenta de que no todos queremos el mismo futuro. Y es que no tenemos la misma idea de hombre y de sociedad.
Recordarán que Isabel Celáa levantó cierto revuelo cuando, reiterando la doctrina socialista de siempre, dijo aquello de que los hijos son del Estado. ¿Acaso alguna vez el socialismo ha dicho algo distinto en esta materia? ¿Acaso el socialismo ha hecho algo distinto en los lugares en los que gobierna?
El socialismo da por supuesto que la educación es cosa del Estado.
La idea socialista, en este punto, es algo así: el individuo debe ser moldeado íntegramente según las directrices ideológicas del Estado en una escuela pública que sea correa de transmisión de las directrices del partido. Un ciudadano así educado es un miembro sumiso, entusiasta de las ocurrencias del Gran Hermano (recuérdese que este personaje aparece en 1984, la novela de Orwell sobre el totalitarismo socialista).
Ese es un modelo. Ahí el objetivo es que el ciudadano asuma las ideas sobre sexualidad, feminidad, solidaridad, ecofeminismo y demás mantras de la ideología a día de hoy.
Nosotros reivindicamos una visión distinta.
Tenemos la idea de que el Estado, los partidos, el sistema educativo están al servicio del individuo.
Y lo entendemos así: la escuela debe transmitir conocimientos en las distintas materias que componen el plan de estudios. Ahí hay maestros y profesores que son una autoridad en sus respectivas materias. Y por eso enseñan a los alumnos conocimientos que van desde las tablas de multiplicar hasta la estructura de la célula. Conocimientos en los que coinciden los que dominan esa materia.
"¿qué dice un título obtenido simplemente asistiendo al aula? no sirve para que el alumno prospere"
Con este planteamiento se da prestigio a la profesión docente. Y el prestigio deriva de que son una autoridad que pone al servicio de los alumnos su sabiduría. Esto fue siempre la enseñanza que, precisamente porque se apoyó en la transmisión de conocimientos y no la imposición de puntazos ideológicos, actuó como "ascensor social". Permitió que, independientemente de la cultura o recursos económicos de la familia de origen, el alumno que estudiaba y aprendía prosperase social y económicamente. Esta práctica educativa permitió que el hijo del agricultor pudiera llegar a cirujano, catedrático, ebanista o mecánico; todo era cuestión de adquirir los conocimientos que cada nivel educativo requería.
Hoy sabemos que hay una correlación entre la situación cultural (el nivel familiar) de partida y el nivel educativo con el que los alumnos acaban su paso por los centros educativos. Pero ¿qué dice un título obtenido simplemente asistiendo al aula? Desde luego no sirve para que ese alumno prospere. Y ahora que lo que pretenden es dar títulos con o sin suspensos, el futuro nos entristece todavía más. Así estamos.
Para hacer las cosas bien, hay que ser modestos. Que el entrenador de fútbol, enseñe a jugar y el de matemáticas a multiplicar. Eso es la Enseñanza, con resultados programables y evaluables.
Y los padres, que eduquen a sus hijos con sus distintas visiones sobre el sentido de la vida, sobre el más acá y el más allá.
Y padres y profesores colaborando en esa empresa común, buscando la excelencia.
El Estado, al servicio del ciudadano, será el encargado de velar por los comportamientos públicos. Nunca de manipular en la escuela las mentes de los alumnos.
Mientras unos quieren educación controlada por y para el Estado (el partido), otros somos partidarios de la Enseñanza (escuela y docentes que basan su prestigio en la transmisión de sus conocimientos) y pluralidad ideológica en el ámbito social.
Isabel Carpena
Maestra de Primaria jubilada y miembro de Enseñanza de Vox