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PSICOLOGÍA COTIDIANA  / OPINIÓN

Dismorfia del alma

15/10/2021 - 

MURCIA. No daba crédito el día que leí por primera vez el término "dismorfia de Snapchat". Podía hacerme una idea, pero, aun así, indagué. Resultó ser el término que utilizan los cirujanos plásticos para referirse a una nueva tendencia, entre adolescentes y jóvenes, a solicitar cirugías estéticas para parecerse a "su filtro" de la famosa aplicación.

Esta inofensiva aplicación para jugar a ponerse orejitas de perro o nariz de gato, resulta tener un sofisticado software, capaz de mostrarnos la mejor versión de nosotros mismos, acorde a los cánones de belleza actuales. En definitiva, un paso por el quirófano virtual. Sencillamente, nuestra imagen perfecta.

Como parte de una labor de investigación y ante la preocupación que nos generan las nuevas tecnologías al Grupo de Trabajo de Adicciones del Colegio de Psicología de la Región de Murcia, me decidí a probar uno de estos filtros y tengo que reconocer que el resultado… ¡Es espectacular!

No tan espectacular, volverse a mirar en un espejo analógico y comprobar que la madrastra del cuento vive allí. ¡Menudo chasco! (o Shock que diríamos los psicólogos).

Una maleta llena de dificultades superadas a mis cuarenta y tantos años, y cada una de mis satisfacciones personales y profesionales, me proporcionan un suelo firme que pisar y seguridad para hacer frente a cada día y ser feliz, independientemente de lo que mi espejo refleje ese día

Entonces pensé en esta generación de adolescentes, los nativos digitales o 'millenials', con sus maletas vacías, en parte por culpa nuestra, por nuestro afán de facilitárselo todo y en sus cerebros inmaduros, hiperreactivos e hipersensibles a la crítica (incluida a la suya propia). Pensé en el impacto que puede tener este mini experimento en sus identidades en fase de cimentación y fui consciente del peligro real al que está expuesta su imagen, su salud mental y, en definitiva, su felicidad. Tecnología punta al servicio de la superficialidad estética.

Las redes sociales no dejan de ser lo mismo: filtros de felicidad aumentada. Realidad virtual para parecer más feliz, en vez de más guapo.

Estimen ustedes la magnitud del problema de "un ojo adaptado" a esta falsa perfección, cuando miran su vida, su cara y su cuerpo, sin filtro que valga.

Las redes sociales hacen que carezca de sentido eso que tratamos de inculcarles de "hay que ser guapo por dentro y por fuera", porque en esa sociedad paralela y virtual "lo de dentro", no existe porque no sale en la foto.

Me preocupa también, sobremanera, el tiempo que pasan expuestos a tantos y tantos contenidos, que diseñan complejos algoritmos elaborados expresamente para ellos y con el objetivo de influenciar no solo su forma de comprar, vestir o comportarse, sino en su forma de pensar. Duro trabajo de contrarrestar se avecina.

María Dolores Oñate 

Psicóloga especialista en adicciones

Miembro del Grupo de Trabajo de Adicciones del Colegio de Psicología de la Región 

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