MURCIA (EP). La psicóloga de Intervención Social perteneciente al Colegio de Psicología de la Región de Murcia (COP-RM), Mercedes García Motos, ha advertido del "constante incremento de situaciones familiares complicadas derivadas de procesos de separación conflictivos". Hasta el punto de es una de las demandas de atención psicológica más frecuentes en los servicios sociales de atención primaria.
"En toda separación, los padres han de hacer un trabajo psíquico difícil, doloroso y a veces extenuante, ya que esta situación reedita anteriores vivencias de abandono y de pérdida", tal y como explica esta psicóloga, en declaraciones a Europa Press. Ha destacado que, en función de si esas situaciones anteriores se han resuelto en la biografía de los miembros de la pareja, "dependerá cómo afronten esta nueva perdida y el consiguiente trabajo de duelo necesario para llevar a cabo los cambios que requiere todo nuevo proyecto de vida".
Cuando esto no es posible, García ha lamentado que el proceso de separación genera una "caja de resonancia" que "amplifica en los padres sentimientos de inseguridad, miedo a la soledad y sentimientos de culpa o de humillación". De hecho, avisa de que, en estos casos, "se acumulan un sinfín de ansiedades que les hace entrar en un ensimismamiento que no les permite ser sensibles a las necesidades emocionales de sus hijos".
"Cualquier ruptura afectiva implica ver en el expartener todos los aspectos negativos que antes quedaban minimizados por la relación amorosa", según esta profesional. De esta manera, señala que "la hostilidad se instala en la relación y, por tanto, la desconfianza".
En este sentido, García ha recordado que la pareja se disuelve pero "han de permanecer unidos como padres", llegando a acuerdos respecto de los hijos "en el momento en que menos lúcido se está para ello y cuando menos disponibilidad emocional se tiene para esta tarea". Así, ha advertido de que los padres "desconectan emocionalmente" de sus hijos cuando mas los necesitan, lo que les lleva a vivir "importantes carencias emocionales e intensos sentimientos de abandono".
Al ser preguntada por si influye la edad de los menores en el momento de la separación, García ha puntualizado que "no se trata tanto de la edad sino de qué le transmiten los padres a los hijos, si les facilitan una explicación comprensible, si no se muestra una hostilidad pertinaz hacia la ex-pareja, y si hay un diálogo fluido respecto de las necesidades del hijo o hija". De hecho, ha desmentido que los niños más pequeños lo asuman con más naturalidad. "Esa es una idea muy extendida pero falsa; como veíamos antes no se trata de la edad de los niños sino de cómo actúan los padres", ha manifestado.
"Cuando hablamos de edades tempranas puede ser muy difícil para el niño o niña la separación de sus padres si no hay una explicación, si no hay un relato de lo que está ocurriendo", según García, quien reconoce que "es muy común pensar que al ser pequeños o porque son bebés no perciben lo que les rodea". A su juicio, "es imprescindible que ambos progenitores se muestren disponibles a las preguntas y aclaraciones que necesiten los niños; siempre adaptadas a su edad".
En este sentido, ha precisado que, cuando los hijos son más pequeños, tienen menos recursos mentales para procesar lo que ocurre, siendo más permeables a los estados anímicos de los padres. "Con lo cual, padres nerviosos, alterados o irascibles van a condicionar el estado emocional del niño, creándole inseguridades, temores y cierta fragilidad emocional", ha remarcado. Además, ha señalado que otro momento "especialmente sensible" es la adolescencia, cuando el propio proceso interno de transformación del chico o chica "añade complejidad".
Respecto a las repercusiones que tiene un proceso de separación conflictivo en la subjetividad infantil, García apunta a la "perturbación en el juicio de realidad", es decir, "la alteración de la capacidad para procesar la realidad y tomar conciencia de ella, debido a la confrontación de dos versiones antagónicas". También ha advertido que otro posible efecto es "la caída precoz de la imagen idealizada de los padres". Y es que "los niños construyen su autoestima al tomar como modelos a los padres idealizados y fantasear con parecerse a ellos". Por ello, los padres que se descalifican mutuamente "impiden este proceso, lo que tiene consecuencias a corto y largo plazo en la autoestima de los hijos/as".
También conllevaría dificultades para interiorizar las normas porque los niños utilizados como mensajeros, árbitros o jueces de sus padres "aprenden tempranamente a desconfiar de estos y a rentabilizar sus desavenencias". Así, "desafían las normas de todo tipo y especialmente las educativas". Asimismo, ha alertado que puede conllevar un "desarrollo prematuro defensivo derivado de la inversión de roles cuando uno de los hijos es convocado a ejercer un rol sustitutivo del compañero ausente". Igualmente ha advertido del rechazo que sufren algunos hijos por parte de su padre o madre "al reconocer en ellos rasgos que les recuerdan a su expareja".
"La desatención de las necesidades emocionales, como hemos visto, no solo de los hijos, sino también de los padres en conflicto, puede derivar en importantes desajustes afectivos y relacionales", según esta profesional. Ha precisado que esto "no comporta necesariamente una patología mental , pero existe un amplio espectro de sufrimiento que oscila entre leves desajustes, hasta verdaderos casos de maltrato infantil y adolescente por violencia psicológica ejercida por padres, madres y familiares difícil de nombrar pero existente".
En este sentido, ha ensalzado que la atención psicológica en los Centros de Servicios Sociales de Atención Primaria "viene realizando la intervención y prevención necesaria para evitar que estos conflictos cristalicen en patología psíquica, minimizando daños y reduciendo esta violencia invisible ejercida sobre nuestra infancia y adolescencia".
García ha señalado que la separación es un momento "especialmente difícil", ya que "se reactivan y actualizan angustias y temores ligados a la biografía de cada miembro de la pareja". Y es que "cada uno está centrado en sí mismo y tiene grandes dificultades para conservar la calma necesaria y pensar en las necesidades emocionales de los hijos".
En su opinión, una buena decisión "sería consultar o demandar asesoramiento psicológico siempre que se sientan necesitados y precisen orientación para acompañar a sus hijos en este proceso". A este respecto, ha asegurado que el diálogo "es la mejor receta", pero insta a ser conscientes de que "en este momento es muy complicado mantener una conversación serena". Por ello, subraya la importancia de la presencia de un tercero: el psicoterapeuta, "que ayudará a la reflexión y a hacer presente las necesidades de los hijos".
Al ser preguntada por cómo repercute si uno de los padres tiene una nueva pareja, García ha reconocido que "todo depende de cómo se establezcan las relaciones, de cómo se presente a esa nueva pareja y de cómo la expareja acepte esa nueva relación". Sobre todo, ha considerado "fundamental" que el padre o la madre "no lo viva como una amenaza para su propia relación con los hijos" porque "puede despertar celos y el temor a perder el lugar de padre o madre".
De hecho, ha advertido que, a veces, para garantizarse ese lugar y siendo conscientes de que no les dan el tiempo que necesitan, los padres "inundan a los hijos con regalos en el intento de compensar sus propias inseguridades, sin tener en cuenta en ningún momento las necesidades emocionales de sus hijos".