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LA VENTANA DE COLABORA MUJER RM / OPINIÓN

Diferentes pero iguales, todos somos extraterrestres

14/07/2020 - 

Hace unos días se celebró Día Internacional del Orgullo LGTBI, una fecha señalada para reivindicar la igualdad sexual, el respeto al otro.

¿Se imaginan un mundo donde todos fuéramos iguales?

Replicantes con un discurso metido en el cerebro que repitiéramos como loros. Sería tan aburrido y sobre todo, nada enriquecedor.

Cierre los ojos querido lector. Imagine durante un instante que habla con una persona, usted es el encargado de contratar a una mujer que ofrezca ideas nuevas a la empresa.

Bien. La oye. Casi puede tocar su entusiasmo. Es una persona llena de proyectos realistas que le vendrían muy bien a la compañía.

Ahora abra los ojos: ¡Es una mujer de más de 50 años! Y le brilla la mirada, es puro entusiasmo.

Volvemos a reivindicar. Pero esta vez, la diversidad generacional. Dios mío, no tiene 25 años. Ni siquiera 35. Y tiene más ganas de aportar que un estudiante recién licenciado.

Sigamos. Ojos cerrados. Ante usted otra voz. En esta ocasión se trata de un chico. Habla con entusiasmo sobre la programación informática. Nació para ello.

Le escucha con atención y no tiene duda alguna. Contratado. Venga, ahora abra los ojos. ¡Va en silla de ruedas! No sabía que era una persona con diversidad funcional.

Partiendo de la base de que todas las personas somos igualmente diversas o diferentes unas de otras, el término diversidad funcional se refiere a que cada miembro de la sociedad tiene unas determinadas capacidades, que deben ser gestionadas de modo que no se produzcan exclusiones o discriminaciones.

Y la definición para diversidad funcional nos vale para todos. Sí, para todos nosotros. Usted que me lee amablemente, también.

Le podría escribir un discurso sobre las etiquetas que pone la sociedad. Sobre cómo se hace hincapié en la juventud, en cumplir una serie de requisitos donde no hay espacio para quien no cumpla esos patrones estéticos, de edad, etc.

O también recomendarle la canción Extraterrestre de Coque Malla que no habla de una persona del colectivo  LGTBI, mayor de 45 años, o con diversidad funcional, sino de un hombre que no encaja en este mundo.

El día que nos demos cuenta de lo grandioso que es escuchar a quien tenemos delante sin pararnos a mirar su edad, sus gustos en el ámbito sexual (lo sé, es hasta absurdo escribirlo) o que tenga un problema de movilidad o síndrome de Down o cualquier rasgo que no esté presente en nuestro círculo de amigos o conocidos, habremos dado un gran paso.

Ese será el día en el que la diversidad sea entendida así: Diferentes, pero iguales.

Para mí, discriminar aparte de un error y una carencia enorme de empatía, es sinónimo de perder la oportunidad de conocer y aprender de otro ser humano.

¿Qué importa su edad?

¿Qué más da si pertenece al colectivo LGTBI?

¿O si tiene diversidad funcional?

Soy realista y sé que si hay que protestar porque no llevas la “etiqueta” que sí posee una mayoría, es porque todavía muchos van por la vida con los ojos abiertos pero no ven más que prejuicios.

Tal vez, desde la infancia donde se muestre que todos somos diferentes; o desde la apertura de mente, algún día seamos conscientes de que cada discriminación convierte la sociedad en un lugar menos rico.

Rico en toda la extensión de la palabra. Y sí, yo también soy una extraterrestre y me niego a que me pongan una etiqueta. A mí me interesan las personas, todas. Y cuanto más diferentes a mí, mejor.

Ana Conesa – Consultora de Recursos Humanos y Responsabilidad Social

www.anaconesa.com

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