CARTAGENA. El arte está intrínsecamente ligado a la reforma que ha transformado un local en planta baja, situado en la Muralla del Mar de Cartagena, en una vivienda cómoda y flexible, un loft muy contemporáneo, de espacios fluidos y ambientes diferenciados. Y es que el desafío lleno de oportunidades al que se ha enfrentado en esta ocasión el estudio de arquitectura Martín Lejarraga ha sido el de convertir una antigua galería de arte -último uso que tuvo el local- en un hogar para un coleccionista.
Para ello, en esta 'cueva' -como concepto arquitectónico de espacio cerrado que protege la intimidad de sus habitantes, pero que a la vez está abierto en su interior, permitiendo su disfrute- se han reutilizado elementos originales de la antigua galería -como los focos del techo o el terrazo original- y se han acondicionado y decorado las estancias para crear diferentes ambientes y atmósferas. Como resultado, el espacio se convierte en un 'nido' confortable, que abraza a sus habitantes y en el que las piezas de arte forman parte de las sensaciones diarias que transmiten las diferentes partes de la casa.
Explican desde el estudio de arquitectura cartagenero que la fachada de la nave, cerrada inicialmente, se ha abierto por completo para permitir la entrada fluida de luz y de aire al interior. "Nos gusta ese 'interfaz' que se genera entre el aire y la luz", comenta el arquitecto José María Mateo, quien apunta que esta fachada, con aperturas en la parte superior, propicia una condiciones bioclimáticas en el interior según las estaciones; a esto se suma una fuente de energía de aerotermia, que hace que los consumos energéticos se reduzcan.
Por su parte, el espacio interior se desarrolla como una sucesión de estancias comunicadas entre sí, que no se divide mediante muros ni tabiques, sino con diferentes alturas, piezas de mobiliario y algunas cortinas. Así, los dos niveles que tenía el local se han aprovechado para diferenciar las zonas de estar y de descanso.
Los arquitectos tuvieron claro desde el inicio del proyecto que la reutilización de las propiedades inertes del espacio y el reciclaje de materiales formaría parte del diseño, como es habitual en sus trabajos. Así, por ejemplo, adquiere un protagonismo especial en la vivienda el terrazo original que se ha conservado. "Ahora parece que se está poniendo de moda, pero a nosotros siempre nos ha gustado", comenta Mateo, quien recuerda que existe una corriente de diseño llamada Biofilia, que consiste en reconectar con la naturaleza a través del uso de determinados materiales.
Otro elemento que recuerda a la antigua galería de arte que ocupó el local son las hileras de focos en el techo, que antiguamente iluminaban las obras expuestas y que ahora cumplen un cometido similar con las piezas del nuevo dueño, además de decorar y acentuar la personalidad única de este loft.
El resultado de esta reforma, presentada a los Premios de Arquitectura de la Región de Murcia (Interiorismo), ha sido, según explican desde el estudio Martín Lejarraga, "una casa que se siente como un abrazo, que nos despide cada mañana, que nos recibe cada tarde, que cambia cada día, que merece la pena ser vivida". En este sentido, añaden que "reformar un espacio hasta convertirlo en un hogar requiere entender al cliente, atender a lo que necesita, darle lo que demanda y también lo que no nos pide, y acompañarle hasta dejarle instalado". Y eso es lo que han hecho.