MURCIA. Vi por primera vez a Dani Rovira cuando no era famoso, en uno de esos bares donde él era más joven y jugaba al humor con una frescura buenísima. Después seguí su carrera en televisión y hasta hace poco que por fin pude ver Odio, un monólogo donde este humorista y actor que ha superado su enfermedad con una entereza ejemplar, nos da píldoras de sabiduría mezcladas con risas.
Pero me quedo con esa definición: "La admiración causa un estímulo de mejora y la admiración mal gestionada genera envidia y críticas" ¿Por qué perdemos energía, tiempo y vida en odiar?
Nadie es perfecto, ni siquiera sabemos en ocasiones por qué motivo reaccionamos de una manera u otra. Pero hay ciertas emociones que se gestan en nuestra personalidad desde niños y entre ellas está la de no odiar.
De niña tuve una buena influencia, mi madre. Ella nos enseñó que ‘odiar’, ‘criticar’..., ni es bueno ni sano. Las madres son sabias. Porque pensemos en una organización, un espacio formado por personas, cada uno con una historia detrás y con sus defectos y virtudes. ¿Somos conscientes de la importancia que tiene gestionar bien las emociones?
La naturaleza del ser humano es difícil de cambiar. En el colegio te educan para aprender ciertas materias, pero el plano emocional se deja (normalmente) en un segundo plano, y éste es el que dirá lo que somos, quiénes somos y cómo nos comportamos con el resto.
Existen personas que tienen la capacidad de ver las cosas con perspectiva y contención. Son hombres y mujeres que antes de lanzar una sentencia sobre alguien, meditan y valoran todos los puntos de vista.
¿Y no es así como deberíamos actuar todos? En realidad, no se trata de ser perfectos, porque cada personalidad: atrevida, locuaz, optimista, analítica..., es atractiva, siempre y cuando no vaya adornada de rasgos como el odio, que sólo tiene un fin: hacer y hacernos mal.
Nadie es perfecto, la frase más famosa del cine y una gran verdad. Para tratar un tema antes hay que analizarse. ¿Por qué en ocasiones critico si yo no soy perfecta? La siguiente pregunta es ¿para qué lo hago? No soluciono nada, las situaciones, las personas..., son como son y si deseo influir en ellas, que sea desde la acción pero sobre todo, no criticando.
Por último pensé en el ¿cómo? O mejor dicho, en las consecuencias positivas que tiene en mí ser consciente de querer mejorar ese aspecto. Hasta hoy no he conocido a nadie que sea perfecto. La perfección no existe.
La energía que gastamos en odiar, bien canalizada (como comenta Rovira) nos sirve para encontrar más fuerza y energía en mejorar, en ser mejores personas. Con nuestro entorno cercano, en el plano profesional.
En un mundo donde todo va tan rápido, es sano parar y mirarse al espejo, sobre todo porque nada terminará de funcionar mientras no nos valoremos, y lo más importante: valoremos a los demás.
La envidia, el odio..., aunque se disfracen con una broma o un comentario divertido, no deja de ser dañino y sobre todo, poco constructivo. En un momento como el actual, donde tan valioso es el trabajo en equipo y emplear toda nuestra energía en remar juntos y a la vez, es cuando se ve quién sabe trabajar en equipo y alegrarse de corazón del éxito del compañero.
Si lo más valioso de una organización son las personas, nada mejor que éstas se conozcan bien para que eviten al máximo, generar conflictos, porque todos somos sólo una pieza de un puzzle, y detrás tenemos una historia que casi nadie conoce.
Ayudemos a que nuestro grupo brille, seamos de los que suman, y huyamos de caer en la tentación de la crítica o el odio porque pocos pasos se pueden avanzar con semejante mochila a cuestas. Ser capaces de brillar y saber estar en un segundo plano, cuando corresponde... eso es para mí el éxito, unido a la humildad.