Hace unos días leía la entrevista que concedió al diario El País Niall Ferguson, reputado historiador, escritor y profesor británico especializado en historia económica y catedrático, entre otras universidades, de la Harvard Business School.
Con relación a la crisis tanto sanitaria como económica, provocada por la covid-19 , el profesor manifestaba: "No creo que haya un modo progresista y otro conservador de hacer frente a esta crisis. Más bien lo que hay son Gobiernos competentes e incompetentes”. Modestamente, estoy totalmente de acuerdo con esa declaración. Es más, yo diría que es válida para tiempos de crisis y para todos los tiempos en general. No es más que medir la gestión de un gobierno por los resultados que se derivan de esa gestión, independientemente del apellido que le pongamos a la misma. Si, por ejemplo, el objetivo de un gobierno es crear las condiciones para propiciar el mayor número de puestos de trabajo de calidad, deberemos medir la acción de ese gobierno por el alcance de ese objetivo, independientemente de que para ello se haya valido de políticas supuestamente conservadoras, liberales o socialdemócratas. Algunos dirán que eso es tecnocracia. Yo diría que es pragmatismo. Lo que trato de expresar es que según los problemas que haya que solucionar, las circunstancias y los objetivos que se planteen, puede ocurrir que para unas determinadas acciones haya que aplicar políticas que convencionalmente llamamos conservadoras y para otras, aquellas que convencionalmente llamamos socialdemócrata o liberales.
Decía el presidente Kennedy para remarcar su espíritu liberal, en el sentido norteamericano del término: “No estamos comprometidos con ninguna fórmula inflexible. Tampoco buscamos soluciones perfectas. No somos dogmáticos. Somos liberales”.
Desafortunadamente, estamos en una época en donde lo que manda es el marketing político, en vez de la gestión política y técnica de problemas .Es lo que ahora se denomina 'el relato'. Lo importante es dominar el relato que se haga de los hechos y de la acción política que lleve a cabo. Los resultados que se obtengan de esa gestión han pasado a un segundo plano a un plano inexistente, aunque sean nulos o negativos. Se está midiendo a los actores políticos por lo que dicen (mintiendo si es necesario), por cómo lo dicen y cómo lo transmiten y no por las derivaciones y consecuencias de lo que hacen.
Hablando de datos, no me voy a extender en la gestión que se ha hecho de la pandemia, pero ahí están todos los informes de distintos organismos oficiales y entidades de prestigio desde la propia UE hasta la Universidad de Cambridge que sitúan a España a la cola de todos los indicadores, como uno de los países que peor ha afrontado esta triste situación. Ahora también somos el peor de los países de nuestro entorno en número de rebrotes , con una incidencia brutal en nuestro sector turístico No puedo opinar desde el punto de vista sanitario, pero desde el punto de vista estadístico, la presentación de los datos de evolución de la enfermedad ha sido sencillamente lamentable con constantes cambios de criterio inexplicados e inexplicables en la elaboración de los mismos , descoordinación absoluta con las comunidades dando unas cifras que nunca cuadran con las que ofrece Sanidad.( ¿ Para qué el mando único?). En fin, un auténtico despropósito. Lo peor, es que aún hoy, tras cinco meses de pandemia sigue habiendo disfunciones en la estadísticas que se presentan .Creo que tiempo ha habido de poner remedio. Es sólo pura planificación y gestión técnica. Y para eso había un comité de expertos. Ah! no, perdón, que no había comité de expertos. Era sólo una parte del relato.
Un profesional de prestigio como Kiko Llaneras, ingeniero experto en el manejo de estadísticas que colabora asiduamente con el diario El País también se quejaba amargamente de esos cambios sin sentido, que a los estudiosos del tema les rompía todas las series que habían estado analizando desde el comienzo de la pandemia y dificultaban enormemente hacer un seguimiento mínimamente razonable de su evolución.
En fin, esperemos que no haya segunda oleada y, si por desgracia la hubiera, le pido a nuestros gobernantes que se olviden de relatos y céntrense en gestionar con eficacia. Sean competentes, por favor.
Al volver de las vacaciones del verano veremos y tendremos tiempo de analizar la otra cara de la crisis, la económica. De ello trataremos de hablar con datos, no con relatos. Mientras tanto les deseo un feliz verano
Alfonso Rosique es ingeniero industrial