MADRID. La Dama de Elche duerme en el Museo Arqueológico Nacional (MAN), en Madrid (pese a los esfuerzos por hacer de Elche su casa o, al menos, su segunda residencia). En la capital, la icónica figura ilicitana comparte habitación con otras compañeras íberas... y algunas que dicen serlo. Su roomie (compañera de cuarto) más curiosa es la dama oferente, una falsificación en piedra caliza también descubierta a finales del siglo XIX.
Su creador fue un relojero de Yecla, que quiso colar esta figura fake como una pieza original. Pero al artesano del tiempo se le fue la mano con los detalles: creó nuevos añadidos de tipo astral o religiosos, alejados del estilo de escultura de la época íbera.Y no fue la única falsificación que se denunció a principios del siglo XX.
Según consta en el Centro Virtual Cervantes, el célebre yacimiento ibérico del Cerro de los Santos ha dado innumerables esculturas como las célebres damas oferentes expuestas en el Museo Arqueológico Nacional. Pero existe una curiosa historia de falsificaciones relacionada con este yacimiento: "Entre 1870 y 1885 un relojero afincado en Yecla realizó excavaciones y comenzó a extraer un número realmente elevado de esculturas que vendió a buenos precios", algo que en aquella época no estaba prohibida. Lo curioso, añade, es que "la gran mayoría de aquellas obras de arte fueron realizadas por el propio relojero, es decir, que se trataba de falsificaciones".
Las falsificaciones demostraron la buena mano e imaginación de su artífice, ya que se trataba de piezas de gran belleza y calidad, pero también "el escaso conocimiento que se tenía en aquellos años de la cultura ibérica y de sus obras".
Si la falsificación de la dama ofrente reposa en la espalda de la sala del MAN destinada a piezas íberas, la Dama de Elche preside la estancia y es perfectamente visible al final del recto pasillo. Su busto resalta delante de un tapete rojizo, que es precisamente uno de los colores originales que ha perdido la figura, aunque todavía conserva un ápice en sus labios esculpidos.
Su historia es de sobra conocida: la escultura que ahora descansa dentro de unas vitrinas acristaladas se halló en el yacimiento de Alcudia (Elche) en 1897, aunque data de entre los siglos V y IV a.C. La piedra caliza sobre la que está tallada utiliza el Photoshop de la época: "Representa a una mujer de facciones muy perfectas, posiblemente idealizadas, y ricamente ataviada", explica su ficha del MAN.
Cuando la Reina Mora -como la bautizaron al principio- se encontró, un comprador la llevó al Museo del Louvre (París). Sin embargo, España la recuperó en 1941, tras un intercambio de obras de arte entre España y Francia, en el que también se consiguió traer otras piezas como los sillares ibéricos de Osuna o parte del Tesoro de Guarrazar, este último elaborado en los talleres de Toledo y que también está expuesto en el Museo Arqueológico Nacional.