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Anotaciones al margen

Crónicas porteñas

Vivir en el extranjero por trabajo durante unos meses te permite conocer otro país sin ser turista, esa especie invasora a la que desdeñamos y en la que, al mismo tiempo, casi todos nos convertimos un par de veces al año

| 12/08/2024 | 3 min, 44 seg

Asuntos de profesoras investigadoras me traen de nuevo a Buenos Aires y, catorce años después, es inevitable el contraste entre lo que vivimos y la realidad actual. En 2014, la muerte de Néstor Kirchner sacó a la calle a miles de personas. En 2024, he tenido la oportunidad de pasar por la plaza del Congreso en medio de una concentración contra la ley de bases, aprobada por el Gobierno de Javier Milei, unas medidas «fundacionales», según sus promotores. Su nombre completo dice mucho: Ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos. Parte de la declaración de la emergencia pública por un año, en materia administrativa, económica, financiera y energética.

Para una residente temporal, la crisis declarada apenas se percibe en los precios de muchos productos en los almacenes y en las colas eternas en las cajas, por el complicado proceso de pagos a plazos, tarjetas de puntos, extracción de efectivo e, incluso, admisión de divisas. La cotización del peso tiene su espacio diario reservado en los noticiarios, como el tiempo. A cuánto está el dólar oficial y el blue y otros cinco más es un tema común en reuniones de amigos, lamentando la depreciación de su moneda y la inflación. Salir a comer o cenar sale mucho más caro que hace años, pero sigue valiendo la pena y no te acabas las parrillas donde degustar carne. En cualquiera de las muchísimas cafeterías, con pasteles y tartas deliciosas, se pueden escuchar conversaciones de amigas 'jubiladas pensionadas' preocupadas por lo que implican los cambios que están llegando y los que quedan por llegar. Muchos otros están contentos, obvio, como me contaba el conductor de VTC, con una hija viviendo en València después de que la atracaran en Buenos Aires al salir de trabajar a media tarde. Su otro hijo trabaja en Londres. El cada vez mayor número de expatriados es otro de los asuntos de los que muchos hablan, aparte del fútbol, claro. Cuando juega la selección, las calles quedan desiertas y no es extraño ver al idolatrado Messi en pósteres con la camiseta albiceleste en locales de comida para llevar. Hasta en los supermercados venden vajilla con su imagen para tenerlo siempre presente.

En mi primer mes solo caí en visitar una de las diez mejores atracciones, si creemos a los consejeros de viajes. Ciertamente la librería Splendid, ubicada en un antiguo teatro, es una de las más bonitas en una ciudad donde abundan. Debí salir en muchas fotos de turistas de los que pasan un par de días y se mueven con vehículo privado con conductor o, cómo no, en el bus turístico. Si te quedas un tiempo, consigues acceso a los colectivos, la nutrida red de coloridos autobuses que circulan a velocidades asombrosas, incluso por calles estrechas, adelantándose entre ellos, pitando sin parar… Una verdadera experiencia porteña no recomendable para viajeros sensibles. Como usuaria novata sin datos en el celular, has de estar muy atenta para bajar donde toca, porque pasarte de parada puede significar traspasar alguna de esas fronteras que solo conocen los nativos. En efecto, fue despistarme, cruzar una gran avenida y acabar en un lugar donde no te gustaría estar de noche, con preservativos usados y otros residuos no reciclables tirados en las aceras.

De aquí para allá, observo lugares en los que estuve, foto incluida en muchos de ellos. Para qué repetirla. El antes y el después lo tengo en la cabeza. Quizás vuelva a la esquina de Defensa y Chile a ver a Mafalda. 

Mientras en tierras valencianas se suceden las noches tropicales, el frío de los amaneceres australes es idéntico al que recordaba y, con casi trescientos acumulados, me creo con derecho a hablar de mi Buenos Aires querido y mi amada gente argentina, usando el verbo amar como lo hacen acá, con poca contención. 

* Este artículo se publicó originalmente en el número 118 (agosto 2024) de la revista Plaza

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