Corría el año 2007 cuando el economista libanés Nassim Nicholas Taleb desarrolló la idea de que hay ciertos acontecimientos que como los cisnes negros, por ser completamente inesperados, son capaces de causar un fuerte impacto en quien los recibe. Obviamente y a tenor de los sucesos acontecidos durante el mes de marzo de este año no sería descabellado incluir la pandemia por coronavirus en España, con todos los matices que queramos, dentro de este enfoque.
Asumida la evidencia y sin ánimo de ser reiterativos respecto a la multitud de análisis y datos que encontramos en prensa estas semanas veamos las principales consecuencias que en la economía española está provocando y puede provocar la aparición del virus. En primer lugar el hecho de que la epidemia tuviera origen en China, principal exportador e importador de España, y el cierre hermético que el país adoptó desde finales de enero ante el asombro y el desconocimiento del resto del mundo contribuyó al desabastecimiento de los mercados europeos y por supuesto el nacional de tecnología y piezas necesarias para mantener la producción de las empresas del sector de la automoción y las telecomunicaciones, respecto a lo que había acontecido en semanas anteriores, provocando ,aún sigue haciéndolo, un shock de oferta, con el detraimiento de la misma, y la imposibilidad de mantener los flujos de producción de empresas a un nivel adecuado. Como vemos esta situación se extendió durante más de mes y medio y agravó notablemente la situación de un sector, el automovilístico, que ya de por sí estaba sometido a una tensión de oferta anterior, que aunque necesaria, hablamos de la sustitución del diésel por la electricidad, altera las expectativas de consumo de futuros clientes al mismo tiempo que exige inversiones (costes) en plantas tecnológicas y adaptación a nuevos entornos productivos. El 14 de marzo el Gobierno español adopta elEstado de Alarma con el confinamiento de la población como medida de carácter precautorio y el cierre de los servicios no esenciales. Salvar vidas y no colapsar el sistema de sanidad público que había visto cómo se desinvertía en él algo más de 15.000 millones de euros tras la llegada de M. Rajoy al poder en diciembre del 2011, hablamos de copagos, reducción de personal, número de camas y desaparición de la prestación sanitaria para muchos miles de ciudadanos, se había convertido en objetivo prioritario para el Gobierno de coalición. El nuevo marco de 'economía de guerra' acababa de empezar a propiciar un nuevo shock, en este caso de 'demanda', el descenso de la producción y del empleo fueron sus principales corolarios, eso sí con un marco de tasa de cobertura por desempleo inaudito en la historia de España, fruto de la política de ERTE y la prohibición del despido adoptada con fecha del 27 demarzo en el marco de las posibilidades del Estado de Alarma.
Sabiendo que este estado de excepcionalidad cesará y que de forma gradual se volverá a la actividad económica se tendría que solventar cómo lograr que la vuelta no sea lábil, sino que la recuperación sea lo más rápida posible y que el tejido productivo post-crisis adquiera la musculatura necesaria para que las consecuencias sobre nuestras vidas y nuestros bolsillos sea lo más liviana posible. El primer paso adoptado por el ejecutivo fue firme y decidido, mandando un mensaje de optimismo a los agentes económicos nacionales, el 16 de marzo la Comisión Europea permitía a los estados afectados no cumplir los objetivos de déficit y deuda que les exigía el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (activación de la Cláusula de Salvaguarda), tolerando que el ejecutivo activara políticas fiscales adicionales a las presupuestarias por valor de 117.000 millones de euros directas del erario público –hay que recordar que el Pacto de Estabilidad exigía al ejecutivo español un recorte de 7.800 millones de euros en su nueva revisión presupuestaria- , los restantes 83.000 millones comprometidos hasta llegar a los 200.000 millones de movilización de recursos procederían de aval privado (Consejo de Ministros del 17 Marzo). Esta medida nos permitiría mantener la economía en hibernación y cubrir las contingencias derivadas del desempleo fruto del parón económico por el estado de Alarma.
Ahora bien, la salida de la hibernación se tiene que producir sin atrofia en nuestro músculo productivo, ahí es donde viene el siguiente debate sobre la naturaleza de los recursos una vez minimizada la crisis sanitaria, pues las distintas soluciones planteadas por la Comisión Europea estas semanas pueden traer distintos resultados para la economía nacional. Las distintas medidas que se barajan para hacer frente a los costes de la recuperación (hablamos de que se barajan, pues desde la Comisión Europea algunas son rechazadas con mayor o menor vehemencia) ordenadas de menor a mayor impacto sobre la ciudadanía son las que siguen: dinero helicóptero, eurobonos y la que parece que quieren imponer otra vez los países del norte (Alemania, Holanda, Finlandia) que es el recurso al 'Mecanismo Europeo de Estabilidad', más conocido como MEDE y que implica necesariamente acogerse a un 'Pacto entre Caballeros' o 'Memorándum de Entendimiento' MOU y del cual ya somos conocedores pues el rescate financiero al sistema bancario en junio del 2012 por algo más de 60.000 millones de euros supuso ajustes vía memorándum que implicaron agudizar el sufrimiento social mediante incrementos del IVA, supresión de ingresos a funcionarios y descenso en las bases reguladoras de las prestaciones por desempleo. El simulador EREMS –proyecto público privado financiado por el ministerio de Economía y el BBVA- prevé distintos escenarios tras la salida del confinamiento, pero uno de los más probables sitúa una caída del PIB respecto al 2019 en un entorno próximo al 3% , unos 36100 millones de euros de caída en el indicador. Respecto a los otros dos mecanismos señalar que los eurobonos (coronabonos) ya fueron propuestos por el ministro de finanzas heleno Yanis Varoufakis en el verano del 2015 durante las negociaciones que estableció el gobierno de Syriza con el Eurogrupo en torno al memorándum de entendimiento del programa de rescate griego, lo que verdaderamente suponen es la anuencia de intereses entre el grueso de deudores y una buena parte de acreedores y la mejora de las garantías de los títulos emitidos al computarse el déficit fiscal de la totalidad de la Unión y no país por país, con lo cual la barra para la financiación (reconstrucción) de los países afectados sería mayor y a un menor coste financiero, tanto en intereses como en plazo de amortización; esta política (actitud) fiscal podría implicar que las inversiones necesarias en infraestructuras, tics (tecnologías de la información) activasen el 'multiplicador keynesiano' del Gasto Público creando valor añadido en los procesos industriales donde se apliquen así como en los servicios accesorios a la par que reduciendo el riesgo del estancamiento de la productividad del factor trabajo. El último de los mecanismos 'dinero-helicóptero' fue propuesto por Milton Friedman y supone la creación de dinero por el Banco Central para adoptar políticas fiscales expansivas – recuperación de musculo tecnológico e industrial- sin incrementar el endeudamiento; con riesgo certero de bajadas de la inflación en la eurozona por debajo del 1%, fruto de la atonía de la demanda, ya analizada, podría y debería ser un instrumento útil, aunque la ortodoxia de Bruselas no lo tenga en sus ecuaciones.
Fijados y analizados los instrumentos para atizar la política de recuperación una vez pasada la página sanitaria y viendo que la ortodoxia del Colegio de Comisarios que parece renunciar a poner en práctica lo que la Teoría Económica aconseja, planteándose el mismo como principal obstáculo -obvia el Colegio que una rápida recuperación de los países más afectados repercutiría de forma inexorable en los presupuestos de la UE vía incremento de la participación en la imposición indirecta de los Estados en la financiación del presupuesto comunitario (incrementos de consumo asociados a una rápida recuperación)-, solo cabe señalar que los esfuerzos de la ciudadanía del sur de Europa deben ir canalizados a apoyar a los actores políticos que nos tienen que representar y ejercer la presión necesaria sobre la ortodoxia financiera de Bruselas, donde ahora más que nunca se nos tienen que oír.
Miguel Ángel Pagán Navarro, Economista, miembro del Grupo Economía y Trabajo de Izquierda Unida en el municipio de Murcia.