Hace unos días se conmemoraba el 50 aniversario del cierre del diario Madrid. El ministro de Información y Turismo, Alfredo Sánchez Bella, canceló el 25 de noviembre de 1971 la inscripción del periódico y ese fue el último día que salían de su rotativa páginas de periodismo comprometido con la veracidad, la objetividad y el contraste de fuentes. Unas máquinas que se quedaban mudas después de haber conseguido sobrevivir a dieciséis expedientes sancionadores. La excusa para el cierre fue un tema accionarial, pero la realidad es que durante los cinco años que se publicó, el diario Madrid era incómodo para el Gobierno. Sus detractores argumentaban "la falta de calor en el elogio a Franco" y la no publicación de noticias de los logros del régimen o de artículos provenientes de cualquier ministerio. La gota que colmó el vaso fue el artículo del escritor valenciano Rafael Calvo Serer titulado "Retirarse a tiempo. No al general De Gaulle", que se consideró como un ataque velado a Franco.
Pero no terminaron ahí las medidas adoptadas por los mandatarios de entonces, porque unos meses después del cierre el edificio del periódico Madrid fue dinamitado y esas imágenes cayendo sobre sí mismo todavía, cincuenta años después, ponen la carne de gallina por lo que significaban: intentar enterrar las ansias de libertad.
Es muy posible que muchos de los estudiantes de Comunicación que cursan sus estudios en estos momentos ni hayan oído hablar de este periódico. Ni de cómo trabajaban sus profesionales. Cómo tenían que disimular las noticias en la página par y a una columna para intentar que pasara desapercibida porque podía molestar al régimen. Y cómo compartían exclusivas con otros medios para que así hubiera menos posibilidades de sanción. O escribir entre líneas agudizando el ingenio para saltarse las rigideces del régimen. Todo en pos de enarbolar el estandarte de un Periodismo con mayúsculas. Del Periodismo que busca y mantiene la democracia.
Periodistas como Miguel Ángel Aguilar, Nativel Preciado, Miguel Ángel Gozalo, Jesús Picatoste, Federico Ysart, Román Orozco, José Vicente de Juan, Cuco Cerecedo, Jesús Carnicero, Juby Bustamante, Pepe Oneto o Chumy Chúmez, entre otros, formaron un equipo que, sin tener en cuenta ideologías o partidos políticos, convirtieron al periódico en ese soplo de aire fresco del tardofranquismo que pedía a gritos libertad. Y ellos sufrieron en sus propias carnes el que otras publicaciones no quisieran contratarlos para no irritar a los que mandaban en esos momentos.
Pasado un tiempo, trabajadores de talleres, administración y redacción crearon la "Asociación del diario Madrid" que trata de impulsar la recuperación de los valores morales de la profesión periodística y de activar la vertiente de servicio público consustancial a la prensa y de compromiso democrático de los medios de comunicación, así como el combate a la desinformación y a las agresiones perpetradas desde el anonimato. Todo ello desde el respeto y la defensa de la independencia de la profesión periodística.
Sí, era otra época y eran otras circunstancias. Y la censura previa se derogó en 1966. Ha pasado más de medio siglo y en 2021, el tiempo en que estamos viviendo, es constante el runrún de la palabra "censura". Tengamos presente el trabajo inmenso que realizaron los periodistas del Madrid y que estos grandes profesionales del Periodismo nos sirvan de ejemplo para que no nos dejemos avasallar por los que pretenden que nos callemos la boca ante lo que ellos hacen y quieren que no contemos, que seamos el eslabón que debe permanecer fuerte y cierto entre los acontecimientos y la ciudadanía.
Recordemos lo que pasó con el Madrid y que sirva para que hoy no repitamos errores del pasado. Que la libertad que tanto costó conseguir no se vea amenazada por nadie. Eso deseo y eso espero.