MADRID. Científicos de los departamentos de Química y Bioquímica de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) y de la Facultad de Medicina de Nanjing (China) han descubierto una posible forma de bloquear las proteínas que se producen en el organismo cuando un paciente padece cáncer de mama y que provocan su propagación a otras partes del cuerpo. Este proceso, denominado metástasis, es el principal responsable de la muerte de los pacientes.
El principal problema que dificulta el éxito del tratamiento de los cánceres más frecuentes no es el tumor primario, que normalmente puede extirparse mediante cirugía, sino su diseminación a otros órganos del cuerpo.
El equipo de investigación de la Universidad de Liverpool ha descubierto en el pasado que en el proceso metastásico intervienen proteínas específicas; estas proteínas son diferentes de las que intervienen en la producción del tumor primario. Uno de estos ejemplos es una proteína llamada 'S100A4', y es la proteína elegida por el equipo de investigación como diana para la identificación de inhibidores químicos de la metástasis, utilizando sistemas modelo de células del cáncer de mama sin receptores hormonales, altamente metastásico e incurable.
Utilizando estos sistemas modelo, los investigadores descubrieron un compuesto novedoso que puede bloquear específicamente la interacción de esta proteína inductora de metástasis 'S100A4' con su diana dentro de la célula. A continuación, los investigadores sintetizaron una sustancia química más sencilla y la conectaron a una ojiva que estimula la maquinaria normal de degradación de proteínas de una célula.
Este compuesto funciona ahora a dosis muy bajas para inhibir las propiedades asociadas a la metástasis, lo que supone una mejora de más de 20.000 veces respecto al inhibidor original desarmado, prácticamente sin efectos secundarios tóxicos.
Además, en colaboración con investigadores chinos de la Facultad de Medicina de Nanjing, han demostrado que este compuesto inhibe la metástasis en tumores metastásicos similares en ratones, lo que sugiere una posible función terapéutica.
El profesor Philip Rudland, catedrático emérito del departamento de Bioquímica de la Universidad de Liverpool ha explicado que "por regla general, el cáncer que se ha extendido se trata con quimioterapia, pero este tratamiento rara vez puede administrarse sin dañar gravemente o resultar tóxico para el paciente. La importancia de nuestro trabajo era identificar una diana específica e importante que atacar, sin efectos secundarios tóxicos".
En palabras de la profesora titular de Química Médica de la Universidad de Liverpool, Gemma Nixon, "se trata de un avance apasionante en nuestra investigación. Ahora esperamos dar los siguientes pasos y repetir este estudio en un gran grupo de animales con cánceres metastásicos similares, de modo que la eficacia y la estabilidad de los compuestos puedan investigarse a fondo y, si es necesario, mejorarse mediante nuevos diseños y síntesis, antes de cualquier ensayo clínico".
"Resulta significativo que esta proteína concreta que estamos investigando aparezca en muchos tipos de cáncer diferentes, lo que podría significar que este enfoque puede ser válido para muchos otros cánceres humanos de aparición habitual", ha añadido Nixon.