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Celia Cuenca: "La ciencia ficción nos muestra qué nos inquieta y qué esperanzas tenemos"

En Universos cercanos. Una mirada íntima de la ciencia ficción, la autora analiza cómo el género ha reflejado el presente y el deseo de futuro a lo largo de la historia del cine

9/09/2024 - 

MURCIA. Parece que la brecha entre dos tipos de cine se está abriendo más que nunca en los prejuicios del público general. Hay un cine para el entretenimiento, blanco, inocuo; y otro para la reflexión, sesudo, que se permite tener un autor. En esta división, los géneros cinematográficos parecen caer de un lado o de otro.

En todo caso, otra vez se trata de prejuicios. La ciencia ficción, uno de los motores de la taquilla durante décadas, es buena muestra de la capacidad que tiene un género de despertar pasiones pero también reflexionar sobre los grandes temas de la vida. Celia Cuenca hace un repaso por la historia del cine para analizar y reflexionar de qué manera la ciencia ficción se acerca, en su exploración por los otros mundos posibles, a los lugares más íntimos de nuestra identidad. Lo hace a través de un buen puñado de películas, pero también con la certeza de que la historia de la ciencia ficción en el cine es también la de Occidente, porque refleja mejor que ningún otro género el ahora, con sus miedos y esperanzas.

Cuenta, que publica esta misma semana Universos cercanos. Una mirada íntima de la ciencia ficción con Barlin Libros, desgrana su análisis para Culturplaza.

-Igual como el suspense tiene el macguffin, la ciencia ficción tiene el novum. ¿Por qué es importante a la hora de analizar la ciencia ficción cinematográfica?
-Porque forma parte de la definición del género. Sin el novum no existiría la ciencia ficción. El género necesita plantear una premisa que sea extraña, pero que al mismo tiempo sea probable dentro de cierta dimensión espaciotemporal. Necesitamos de ese juego que nos permita acceder a ese tipo de situación.

El suspense quizá tiene una estructura más habitual o contiene elementos recurrentes, pero  el novum de la ciencia ficción es súper versátil, porque puede ser tanto un sistema político, como un programa informático, como una sociedad distópica. Es tan difícil englobar cuestiones tan diferentes y que forman parte de dimensiones vitales tan distintas —la física, la política, la biológica— que necesitamos algún término que nos permita entender que todos, en realidad, a nivel narrativo desembocan en lo mismo, que es ese planteamiento extraño, pero posible.

-En el recorrido que haces en el libro hay dos películas que entiendes como centrales. La primera sería Solaris. ¿Por qué la tomas como punto de partida?
-Solaris es una película de ciencia ficción emblemática, aunque cueste un poquito ver hoy en día, pero de la que se puede extraer muchísimo contenido. Y sobre todo, Tarkovsky es un director con una capacidad simbólica brutal: tenía sus propios iconos y había figuras recurrentes, como el mar, el fuego, los animales o los pájaros. El suyo es un tipo de cine que no es habitual en la ciencia ficción, tal y como la entendemos en la actualidad (con toda esta racionalidad y superación humana, habitualmente masculina). 

En cambio, Tarkovsky lo que propone, igual que Godard y todos los poquitos directores de la Nueva Ola de la ciencia ficción, es que puede ser un género mucho más simbólico. Y Solaris, por el tipo de argumento que tiene, sirve mucho como punta de lanza para ese tipo de representación del género en el cine porque está mucho más centrada en la dimensión emocional de sus protagonistas.

-La otra es Interestellar. La analizas quitando las fobias y las pasiones que despierta Christopher Nolan, y que han determinado la conversación de la película. Así que, ¿por qué Interestellar es importante también?
-Vuelve a ser otro punto de partida. Creo que, igual que le pasa a Interestellar, hay muchas películas, por ejemplo, Señales o Contact, que son grandes historias de ciencia ficción que, precisamente porque se acercan al género desde un punto de vista más pequeño y más íntimo. Parece que carecen de lo que definiría la ciencia ficción, cuando en realidad, lo que hacen es traer el género a lo humano, a lo íntimo.

Además, creo que Interestellar es una de las películas que, gracias a su grandísimo presupuesto, la mayoría de nosotros hemos podido ver y que, aun así, intenta reactivar esa parte del género y contar una historia que es muy familiar. Por ejemplo, entiendo críticas que se le hacen a la película de daddy issues de la protagonista, y de que, al final, la protagonista debería ser ella, pero es él. Todo eso está ahí, pero hay otra parte de la película que tiene que ver con cómo nos enfrentamos al tiempo, cómo nos enfrentamos a lo familiar, que para mí está muy inspirada tanto en Contact como en La Jetée

Me parece muy bonito que la ciencia ficción también tenga ese carácter de género que trasciende al tiempo, y que películas de los años 60 estén conectadas con películas de los 90 y, a su vez, otras del 2014. Creo que Interestellar es una de las primeras, después de mucho tiempo, que ha conseguido hacer eso en el plano de lo comercial.

'Solaris'

-A lo largo de los diferentes capítulos planteas el valor que tiene la ciencia ficción para pensar desde los tres planos temporales. Escribes que la ciencia ficción “es el género más sintomático de todos. Precisamente porque recurre al extrañamiento narrativo y lo explora a partir de la ideología y del sentir de cada momento histórico”. ¿Por qué la historia de la ciencia ficción en el cine es también la del siglo XX en occidente?
- La mayoría de géneros tienen su inspiración en lo real; pero la ciencia ficción, hasta hace 50 años, no tenía unos referentes que hubiesen ocurrido. No teníamos la carrera espacial, no teníamos las armas químicas… Hasta ese momento, se había estado inspirando en cuestiones que son mucho más profundas.

Siempre han estado los androides, los mutantes, la exploración espacial… Pero precisamente porque son cosas que no han existido como tal, los directores de arte y los realizadores se han tenido que inspirar en otras cosas. De esta manera, es muy interesante ver cómo se ha establecido una equivalencia entre el mutante y el terrorista, o el zombi y la invasión extranjera. Es muy bestia porque se puede ver claramente qué es lo que nos está inquietando y, al mismo tiempo, el tipo de esperanzas que tenemos y cómo las dibujamos a través de la fantasía.

-En el plano del pasado, planteas que en la ciencia ficción se complejiza el concepto de nostalgia porque ese sentimiento, en mundos otros, puede remitir al presente y no necesariamente poner en valor un pasado reaccionario.
-Las películas que analizo precisamente lo que hacen es tener una nostalgia de algo que está presente y que parece que no podemos acceder a ello, porque, al final, cuando tú estás todo el rato pensando en el futuro, lo que estás haciendo es perderte lo que está ocurriendo ahora. Estas historias, como Aniquilación, La Llegada, o Midnight Special, lo que hacen es traer toda esa narrativa de lo que está por llegar y hacer que la importancia la tenga para los protagonistas que están viviendo el aquí. Creo que es un giro del género que es bastante bonito.

- Cuando las películas miran al futuro, la puesta en escena puede proponer una estética aséptica (Minority Report) o una más sucia (Blade Runner). ¿Hasta qué punto esto habla de dos concepciones del futuro contrapuestas?
- La estética siempre va a reflejar una oposición a lo otro: en el momento en el que lo analógico nos impide progresar, aparece lo tecnológicamente etéreo y virtual; y en el momento en el que lo virtual nos impide acceder a conexiones más físicas, vamos a generar ese otro tipo de espacios. 

Siempre es como un péndulo, pero creo que lo importante del mensaje que podemos plantear de estas películas es que en el centro hay un espacio también.

- Hablemos de la ciencia ficción actual. Escribes: “sin la rebeldía, el cuestionamiento y la subversión, la ciencia ficción es una telenovela espacial, una distopía incoherente que ni nos inquieta ni nos excita”. Hay mucho de esto en los blockbusters que podemos ver en el cine…
- Creo que en todos los géneros hay un espacio para ese tipo de búsqueda. Y tampoco creo que haya nada de malo en que ver una película sea simplemente ver una película. Pero también creo que cuando un género nace atravesando el mundo, es causado por una necesidad de cuestionamiento, de crítica, de reflexión; y si le quitamos todo eso, lo que estamos haciendo es diluir algo que puede ser muy potente. Y me da pena, no ya porque la gente tengamos que aprender a través del cine, sino porque las propias producciones pierden una potencia estética, narrativa, y conceptual que es súper interesante que forme parte de nuestra vida.

-En otro punto del libro escribes “Quizás hacía falta alcanzar las posibilidades más avanzadas de la técnica cinematográfica para que parte del género, de sus creadores y de su público, quisieran recuperar también la esencia conceptual del mismo: sus preguntas, sus figuras inesperadas, sus reflexiones y sus advertencias”. Detectas que se podrían dar las circunstancias para una segunda Nueva Ola de la ciencia ficción ¿Por qué crees que se dan las condiciones propicias para ello?
- En un contexto tan específico como el que vivimos (inteligencia artificial, virtualidad de las relaciones, trabajo telemático, etc.) necesariamente hay una necesidad de algo más físico. Igual que la estética de la ciencia ficción ha evolucionado con los temores de cada década, creo que ahora mismo hay una necesidad por representar en físico cuestiones que son mucho más abstractas. En el cine de terror y en el anime pasa también.

- Una pregunta más allá del libro. ¿Qué consejo le das a la persona que se acerca a una película de ciencia ficción? ¿A qué tiene que tener abiertos los ojos para poder aprovechar más el potencial que tiene este género?
-Me molesta mucho cuando vemos una película y alguien dice, “el guionista se ha fumado un porro” o que es “una paja mental”. Creo que a veces automáticamente rechazamos algo, no necesariamente porque sea complejo, sino porque no responde a unas estructuras o a unos arquetipos a los que estamos acostumbrados. Siento que a veces nos da un poco de vergüenza porque no entendemos muy bien de qué va la película o no entendemos por qué hay —por ejemplo— una imagen de un árbol durante dos minutos en la pantalla.

Y creo que ese rechazo, que es más automático que sincero, hace que nos perdamos cosas que nos pueden conmover un montón. Mi consejo sería intentar traspasar esa vergüenza o ese sentimiento de rechazo para poder disfrutar lo que hay detrás.

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