exposición en la sala caballerizas de los molinos del río

Casas de muñecas para viajar a un mundo en miniatura: una muestra en Murcia bucea en la memoria y el espacio

10/03/2024 - 

MURCIA. La casa de muñecas como escenario del interiorismo, de lo doméstico y de su evolución; como reflejo de una intimidad congelada en la que podemos asomar la cabeza; y como exponente de un meticuloso trabajo en miniatura que no olvida ningún pequeño detalle. La exposición La fragilidad del tiempo. Casa de muñecas, que hasta el 18 de mayo se puede visitar en la Sala Caballerizas de Los Molinos del Río, en Murcia, convierte al visitante en un Gulliver curioso, asombrado y algo voyeur, que posa su mirada en una revista abierta sobre el sofá, en las fotografías enmarcadas en los cuadros, en los guantes de boxeo colgados en la pared, en la comida dispuesta en la mesa o en la zona de trabajo en la que se construyen, cómo no podía ser de otra forma, nuevas casas de muñecas. Todo ello, acompañado por una evocación de la infancia y la memoria 'embotellada', y con el componente emotivo que despiertan aquellos espacios que habitamos en el pasado y en donde nos soñamos en un futuro.

La exposición está formada por la obra de dos artistas, Carmen Mazarrasa (Madrid, 1980) y Miriam Martínez Abellán (Cieza,1978), quienes son las encargadas de ofrecer este viaje en el tiempo por los interiores domésticos a través de su representación en miniatura en las casas de muñecas y del collage. La muestra está comisariada por la arquitecta Helia de San Nicolás. Carmen Mazarrasa es una artista madrileña que ha llevado su pasión por la decoración e interiorismo a la miniatura, replanteándose lo límites de la percepción. Sus casas son pequeños mundos ideales donde la artista no deja pasar un solo detalle. Por su parte, Miriam Martínez Abellán indaga en el pasado como reflejo de nuestra identidad presente. Explora con su obra los límites de la memoria ligada a la infancia, a través de una muestra de patrimonio familiar que ha sido conservado por las mujeres de varias generaciones y que ella entremezcla con sus hallazgos en anticuarios. En su obra, la mujer es la guardiana y la que preserva esas raíces identitarias.

La original propuesta está dirigida a todo tipo de público, ya que el potencial plástico, artístico y expositivo de las casas de muñecas hará las delicias de los coleccionistas y amantes de la miniatura; de aquellos interesados por el interiorismo (arquitectos, decoradores, interioristas, etc.); así como para cualquiera que sienta curiosidad por sentirse como un gigante en un Liliput desierto.

Según señala la comisaria, analizar la arquitectura de las casas de muñecas ofrece un espacio de oportunidad para aproximarnos a la domesticidad desde un punto de vista innovador y transversal, haciendo uso del cambio de escala y la miniaturización para reflexionar sobre los espacios domésticos que habitamos. El cambio de escala a la XXS  permite aproximarnos a analizar los espacios residenciales que habitamos desde una perspectiva innovadora y, a la vez, nos invitará a reflexionar sobre ellos desde una perspectiva crítica y emocional.

Cabe recordar que las casas de muñecas nacen en los países del norte de Europa en el siglo XVI y, particularmente, en Alemania, Holanda e Inglaterra. Inicialmente fueron concebidas como obras de arte en miniatura para servir de expositores y mostrar las valiosas colecciones de sus orgullosos propietarios adultos. Y es que las casas de muñecas originales no estaban destinadas al juego de los niños, muy al contrario, se trataba de objetos decorativos lujosos y exclusivos al servicio de los coleccionistas más exquisitos.

Los interiores de las casas en miniatura han ido evolucionando al mismo tiempo que lo ha hecho la arquitectura doméstica, configurándose como un fiel reflejo de la ocupación y el uso del espacio residencial, la distribución, el interiorismo y el mobiliario de cada época.

    

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