CARTAGENA. Con las cenizas del Fuego Sagrado de nuestras fiestas de Carthagineses y Romanos aún calientes, y tras compartir con una festera más los diez intensos días de celebración quiero reconocer la ilusión contagiosa con la que la organización ha afrontado la puesta en escena tras la pandemia, un trabajo más duro que en unas fiestas normales, puesto que había que afrontar las restricciones en una edición en la que las limitaciones son parte de la escena.
Sin campamento, sin desfiles, sin actos que interactuaran con el público, desaparece la principal característica de unas fiestas populares pero la realidad ha sido otra: La labor divulgativa paralela a las fiestas, charlas en colegios, concursos literarios, batalla cultural, redes sociales, exposiciones, etc. han tenido una fuerza de la que no habían gozado en otras ocasiones.
La excelente alternativa del fuego sagrado que partía desde la Puebla y Portman, abriendo las fiestas a la comarca fue una maravillosa novedad que se debe repetir… ya que muchos festeros se quejaban que las fiestas eran más conocidas en otros países que en municipios cercanos. Fuego Sagrado que dio paso a un pregón como los de los viejos tiempos, en manos de humoristas, sacando el siempre socorrido tema de la rivalidad con Murcia, un acto que debe de ser para el pueblo y no para hacer relaciones públicas.
Los actos, agrupados en el escenario del Auditorio del Parque Torres, en un entorno inmejorable, han sabido llegar al público a pesar de no tener la asistencia masiva y perder la facilidad de interactuar con el respetable.
Sin desmerecer a los demás, quizás destacaría entre todos la Fundación, por novedosa y la increíble actuación de Asdrúbal, porque hay que tener muchas agallas para estrenar acto en un año como este… Un diez para el Consejo Carthaginés aquí.
Y llegados a este punto, no puedo dejar de mencionar la complicidad entre los personajes de las fiestas, que ha sido visible para todos. Tanto el año pasado como este han estado muy por encima de lo esperado y el público y festeros han agradecido sus chascarrillos en redes sociales y actuaciones, han dado la talla y todos ellos se merecen cerrar unas fiestas “de verdad”, pero esa palabra la tienen los festeros.
Por respeto al trabajo de las directivas de Consejo, Senado y Federación, y contagiada por esa ilusión que trasmitían sus miembros, asistí a todos los actos, lo cual no fue ningún esfuerzo porque de verdad te atrapan. Sin embargo, también debo exponer cosas que no me gustaron nada, y es que a pesar de la intensa labor del grupo de protocolo y la amabilidad de sus integrantes, quedaban demasiados asientos vacíos en la zona habilitada para autoridades. Es de muy mal gusto, por no decir mala educación, no confirmar presencia o dejar colgados a quien se esfuerza por agradar y cumplir con las autoridades, dejando un espacio reservado con demasiadas ausencias. Eso, o aparecer en tropel haciendo levantarse a un personaje festero para sentarse ellos.
Emocionantes los homenajes y menciones a Juan José García Martínez, está claro que los festeros lo han querido, lo quieren y lo querrán.
Tanto mérito como la Fundación lo vi en la Batalla, donde consiguieron representar de forma magistral una puesta en escena sin movimientos masivos de Tropas y Legiones, un verdadero derroche de imaginación.
Pues sí, las fiestas de 2021 han terminado, bienvenidas las de 2022, ahora el gobierno municipal debe de tomar verdadero interés por ellas y dotarlas de un campamento digno, que tramas urbanísticas ajenas les ha quitado. El equilibrio entre la vida en las calles del centro y un recinto festero existe y es necesario potenciarlo. Los festeros han dado la talla, ahora el testigo está en los despachos municipales.
Isabel García García
Concejal y vicepresidenta de MC.