CARTAGENA. Hace tan solo unos días, durante una reunión de los representantes de los vendedores ambulantes de Cartagena y Comarca salía a debate la venta de ropa de segunda mano en los mercadillos de la ciudad, barrios y diputaciones. De todos es sabido que los puestos de venta, normalmente regentados por marroquíes, no dejan de crecer en la ciudad y el ejemplo más constatable lo podemos observar en el mercadillo del Cenit o en el de Cabo de Palos, los más numerosos en la zona.
Algunos de estos representantes pidieron que se derogaran las licencias a estos vendedores, al dudar de la legalidad de la venta y de las consecuencias negativas, por agravio comparativo, principalmente fiscales de los vendedores con respecto al resto del sector textil de los mercadillos. La realidad, tal y como explican desde el propio sector, es que aquellos vendedores que no podían demostrar la procedencia de su producto con facturas no estaban autorizados a la venta años atrás, pero que tras la pandemia se relajaron las medidas para que todo el mundo pudiera seguir viviendo de sus negocios.
Ahora, ayuntamientos cercanos, como San Javier o Mazarrón, tienen prohibida la venta de productos de segunda mano que no son capaces de demostrar el origen de su género. Cartagena ha decidido poner en marcha un camino similar a los de los municipios limítrofes y pondrá el ojo en todo negocio de venta de ropa de segunda mano. Va a exigir, de esta manera, que demuestren la trazabilidad del género y la procedencia del mismo. En el caso de que no se pueda, estos vendedores dejarán de poder mantener sus puestos en los mercadillos cartageneros.
Estos negocios se regulan igual que los demás, ya que no existe una legislación específica para la compra-venta de objetos de segunda mano. El establecimiento de precios es libre, deben darse de alta, tienen que pagar el IVA y se garantiza la protección al consumidor a través de la Ley General para la Defensa del Consumidor y el Usuario. Esta ley deriva de una directiva de la Unión Europea, por lo que es igual en todos los países miembros, y es bastante parecida a la normativa vigente en Estados Unidos.
La única diferencia que establece la legislación es que la garantía de estos productos es de 6 meses en lugar de 2 años.
El mercado de segunda mano es una de las muchas alternativas que la sociedad está tomando para hacer frente a la mala situación económica. Es pues, una tendencia forzada, en gran parte, más que voluntaria o de tradición.
"Según la ONU, la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo. Actualmente compramos, de media, un 60 % más de ropa que hace una década, y tiramos esa ropa tras haberla utilizado una media de solo diez veces. Por lo tanto, el modelo es totalmente insostenible y debemos buscar opciones que alarguen la vida de los productos y fomenten la economía circular", apunta Neus Soler Labajos, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. La experta defiende que "tanto las empresas como los consumidores tenemos la responsabilidad de cuidar el planeta".
El origen y el crecimiento de la comercialización de ropa de segunda mano no debe atribuirse solo a la creciente tendencia de la conciencia medioambiental: existen otros factores que también determinan en gran medida su desarrollo e intensidad. "Sin duda, la crisis económica actual y la inflación son dos de las razones que se suman a la corriente de defensa de la economía circular que en los últimos años se está extendiendo", señala Ana Isabel Jiménez-Zarco, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
La industria textil es ‘devoradora’ de recursos, como el agua: utiliza cada año 93.000 millones de metros cúbicos de este preciado líquido, un volumen suficiente, según las UNCTAD, para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas. Por otra parte, anualmente se arrojan al mar medio millón de toneladas de microfibra, el equivalente a tres millones de barriles de petróleo.
El mercado de segunda mano ha conseguido deshacerse de algunas connotaciones negativas que lo rodeaban, como la de que es solo para gente que no puede permitirse económicamente comprar ropa nueva: La moda reutilizada se ha quitado la etiqueta de pobre y ahora es una opción seductora para muchos segmentos de la sociedad, especialmente las nuevas generaciones, a quienes convence porque es moda original y sostenible