MURCIA. Carlos Acosta, el bailarín cubano más universal, vuelve al San Javier Fest con Tocororo, su primer trabajo coreográfico con su compañía Acosta Danza. La danza abre así este viernes, 5 de agosto, la 52 edición de San Javier Fest. Teatro, Música y Danza, con la compañía cubana de danza contemporánea que presenta un espectáculo con tintes autobiográficos y que supuso el inicio de la carrera como coreógrafo del artista cubano. Carlos Acosta ha actualizado el ballet que se estrenó con enorme éxito en 2003 en el Gran Teatro de la Habana Alicia Alonso y poco después rompería todos los récords de taquilla en el Teatro Saldler’s Wells en Londres.
Tocororo, toma el nombre del ave nacional de Cuba, que no sobrevive en cautividad, y es también el nombre del joven protagonista del ballet, un joven humilde que llega a la ciudad en busca de nuevos horizontes enfrentándose a múltiples y variados obstáculos. Carlos Acosta se basó en su experiencia de niño negro de un barrio pobre de La Habana, que con 18 años se convertiría en el primer bailarín del English National Ballet y que entre otros logros tiene el de haber sido el primer Romeo negro del ballet Romeo y Julieta.
Carlos Acosta se inspiró en personajes y costumbres de la cultura social cubana para su primera coreografía en la que a aúna el baile clásico, la danza contemporánea y la riqueza de los bailes y ritmos cubanos, con música original de Miguel Núñez. Tocororo lleva el sobrenombre Una fábula cubana, y expresa la victoria por encima de las dificultades gracias al esfuerzo personal que algunos han visto como un símbolo para el país.
Carlos Acosta ama su país al que volvió cuando dejó la danza clásica para crear en 2016 la compañía Danza Acosta, de danza contemporánea, con la que ayuda a encontrar una salida a la excelencia de los nuevos y jóvenes bailarines cubanos. Desde 2020, compagina su trabajo al frente de su propia compañía con la dirección del Birminghan Royal Ballet. Carlos Acosta no quería ser bailarín cuando era pequeño pero sus condiciones naturales y el empeño de su padre lo llevaron a ganar con 16 años la medalla de oro del Gran Prix de Lausanne, abriendo un futuro nuevo para el niño negro humilde que acabó bailando en los principales teatros y compañías de todo el mundo.