A principios de 1976, el tercer gobierno de la monarquía restaurada y penúltimo del régimen predemocrático presidido por Carlos Arias Navarro iniciaba una campaña sobre la restricción energética cuyo lema era “Aunque usted pueda pagarlo, España no puede”. Aquel anuncio en el que un hombre se quedaba sin combustible, se bajaba de su turismo y realizaba el resto del trayecto hasta su oficina por la M30 a pie, progresando entre decenas de turismos abandonados en la calzada, con sus inservibles retratos de familia de “Papá no corras”, era una mezcla visual de aquellas superproducciones de desastres naturales de los setenta y el relato La Autopista del Sur de Julio Cortázar. Aquel anuncio hecho con la colaboración del Centro de Estudios de la Energía nos solicitaba que camináramos o usáramos el transporte público, y los españolitos no rechistaban al gobierno, faltaría más.
Aquella campaña pertenecía al último de los gobiernos de Arias Navarro, que llevaba presididos tres en solo año y medio, encargado de taponar la crisis energética de 1973 que ya sufría el resto del mundo a causa de la guerra del Yom Kippur. Así, se intentó vadear la crisis con cuatro gobiernos en dos años antes de las elecciones generales. El último de ellos, encargado por Juan Carlos de Borbón a Adolfo Suárez.
En esos primeros meses de 1976, la inflación subió hasta el 20,09% (mayo) y la inflación media anual fue del 17,56%. La inflación media anual subió en los años siguientes hasta el 24%, y no bajó a un dígito (8,09%) hasta 1985, colocándose por primera vez en el nivel alcanzado en 1972, antes de la crisis petrolera, pero lejos de la deflación de finales de los sesenta.
En aquella época, parte de Europa vivía en el recrudecimiento del terrorismo: Italia luchaba contra los “anni di piomb; Alemania, contra la Rote Armee Fraktion. Dos años después, se produjo el asesinato de Aldo Moro, que había sido presidente del Consejo de Ministros de Italia, y el del fiscal jefe alemán Siedfrieg Buback.
En otros continentes, se sumaban dictaduras militares a las aparecidas en los años cincuenta y sesenta: en Chile, Pinochet; en Uruguay, Bordaberry; en Argentina, Videla. Sin embargo, y quizá por primera vez, se hacían populares en Europa las tiranías africanas. Seguramente gracias a que desde 1970 la consigna de Richard Nixon fue practicar el “realismo político” en África como parte de la geoestrategia estadounidense. Fue así como a partir de 1970, Washington apoyó tácita o explícitamente a dictadores brutales como Bokassa, Mobutu, o Idi Amin, tal como describe el profesor Carlos Sánchez Hernández de la UCM.
Hoy, Europa se enfrenta al desafío de una actualizada extrema derecha negacionista. Es conocida la frase de Mark Twain “La historia no se repite, pero rima”. Ayuso ha forzado al PP a retirar su apoyo al plan de ahorro energético del Gobierno solo doce días después de que Feijóo dijera “que era imprescindible”. No existe en Ayuso ningún interés general, su único método, como en la crisis pandémica, es el canibalismo. Mientras Ayuso juega a ser Mobutu Sese Seko, o Idi Amin Dada, mientras practica ese canibalismo político como un Jean Bedel Bokassa, mientras cocina a los suyos como Bokassa se alimentaba del único matemático de su país, Feijóo hace el ridículo.
Jóvenes de París, Montpellier y cada vez más ciudades apagan estas noches los luminosos de las grandes corporaciones al grito de Éteignez la lumière! Esos jóvenes no se movilizan solo por la crisis energética y contra el cambio climático. Se movilizan también por su futuro.
La invasión rusa a Ucrania supone una guerra económica que nos afecta directamente, y en la que estamos comprometidos en el seno de la Unión Europea. Una de las armas que utiliza Putin es el chantaje de los recursos energéticos. Si queremos ganar esta guerra, la mejor arma quizá sea la máxima eficiencia en la utilización de los recursos energéticos, el mejor “No a la guerra” puede que se haya convertido en nuestra capacidad personal y colectiva de ser eficientes energéticamente.
Defender lo contrario no es más que puro canibalismo: si tú puedes pagarlo, España no puede..