MURCIA. La noticia de un maremoto en el otro extremo del mapamundi, la penúltima polémica intrascendente de rabiosa actualidad, memes de perritos, una campaña de odio orquestada por la extrema derecha… El scroll infinito que vertebra el modelo Twitter nos aboca a abismos de atención fugaz y fragmentada. Saltamos de tema viral a tema viral en un solapamiento desquiciado con el que nada parece agarrarse a las costillas. Pero de repente, en mitad del ruido, una reflexión de Rafael Chirbes surge en tu timeline como un fogonazo de corrosiva lucidez. O un verso de Emily Dickinson te hace reconectar con tu propia sensibilidad, te ofrece refugio. “A veces, cuando la vida moderna se vuelve insoportable, te consuelas con el guiso que Sylvia Plath preparó hace 60 años”, relata Rebecca Brill, responsable de @whatsylviaate, cuenta de Twitter que desgrana la historia gastronómica de la poeta estadounidense a partir de las menciones que recogió en sus escritos. Cerca de 52.000 personas siguen a diario las andanzas alimenticias de la autora y se entusiasman con sus descripciones del café, sus sándwiches favoritos o los menús que elaboraba en calidad de anfitriona.
Más allá del aspecto culinario, este perfil se integra en una tendencia en auge: bots literarios que diseminan tuit a tuit la obra de autores tan dispares como Joan Fuster, Alejandra Pizarnik, Anne Carson, Roberto Bolaño, Simone Weil o Roland Barthes. Otras versiones de estos artefactos se centran en tuitear un libro concreto a golpe de retales textuales. Así, proponen una manera informal y desordenada de interiorizar briznas de esos títulos. Es el caso de @MobyDickatSea, que comparte pedazos de la novela ballenera de Herman Melville, o @UlyssesReader, que siembra segmentos del volumen de Joyce.
Frente a la demonización de las redes sociales, estos artefactos apuestan por explorar las vías literarias que ofrecen plataformas como Twitter. Y es que, si desviamos la lupa de la crispación, las fake news y el desasosiego digital por acumulación, hay unos cuantos sacos de potencial cibernético esperando a ser descubiertos. En ocasiones, la fascinación analógica por una autora encuentra su eco 2.0 en la puesta a punto de una cuenta dedicada a difundir su palabra: “Habíamos empezado a leer a Annie Ernaux y a organizar el club de lectura sobre sus libros, así que quisimos juntar también tecnología y literatura. Pensamos que podíamos empezar con fragmentos de Pura pasión porque es un libro muy corto que conocemos bien. Estamos planeando introducir extractos de Perderse”, explican Paula Ducay e Inés García, impulsoras del bot de la autora francesa y responsables del proyecto Punzadas (que combina newsletters y podcasts).
Una experiencia parecida relata Laura Lozano Marín, quien lanzó el bot de Gloria Fuertes (@GloriFuertesBot) en 2018 coincidiendo con el vigésimo aniversario del fallecimiento de la poeta: “ya había empezado a investigar sobre humanidades digitales y poesía electrónica, por lo que pensé que desarrollar un bot sería divertido y un homenaje a su memoria”, explica.
“Antes gestionaba @sontagdaily, donde tuiteaba entradas de los diarios y cuadernos de Susan Sontag – cuenta Rebecca Brill-. Me estaba quedando sin extractos de la autora, pero ese ejercicio cotidiano era un ritual muy agradable para mí. Siempre me habían encantado los diarios de Plath y los revisé con la esperanza de hacer algo similar al proyecto de Sontag. Ahí noté sus comentarios vibrantes y deliciosos sobre la comida. Me encantan iniciativas como The Grub Street Diet y los videos de YouTube sobre lo que la gente come en un día y me preguntaba cómo sería seleccionar eso para alguien como Sylvia Plath. Sus descripciones son tan vívidas…está claro que le encantaba cocinar y comer”.
En el apartado de bots amarrados a títulos concretos encontramos a @DiaNoruega, que difunde fragmentos de Noruega, de Rafa Lahuerta. “Abrimos la cuenta arrastrados por el éxito que estaba teniendo la novela en Twitter. La gente, de forma espontánea, empezó a comentar pasajes en sus perfiles y a publicar fotos de los espacios valencianos que aparecen en la narración. Ahí vimos que había una necesidad de identificarse con el libro a través de las redes. @DiaNoruega consigue canalizar la voluntad de esa parte del público que deseaba compartir su experiencia lectora”, subraya Vicent Baydal, integrante de Drassana. La editorial reprodujo la peripecia con Càndid, de Miquel Nadal.
De grietas y automatismos
En un momento de sobresaturación informativa y contenidos vertiginosos, estos pedazos de literatura adquieren un carácter casi disruptivo, una grieta de belleza y emoción en nuestras rutinas aceleradas. “Es una manera de llenar las redes de literatura y pensamiento, de que no se nos olvide que los libros también están ahí. Quizás si alguien sigue el bot porque le gustan las frases se anime a acercarse a la autora. Si vemos constantemente vídeos de gatitos y capibaras, recetas estadounidenses asquerosas o anuncios de lo que sea que el algoritmo haya descubierto sobre nosotras, ¿por qué no vamos a leer de vez en cuando una frase de Ernaux?”, reflexionan las responsables del bot.
La cuestión ‘literaria’ la tenemos clara, pasemos ahora al asunto del ‘bot’. ¡Vade retro, tecnofobia! En este ecosistema, la composición artística se mezcla con la automatización informática. De esa comunión surge un escenario proclive a las casualidades y el fervor. Y es que, algo semejante a un chispazo de euforia se desata cuando te topas en tu timeline con un fragmento de Carmelina Sánchez-Cutillas, Frank O'Hara o Julio Cortázar que resuena a la perfección con tu estado vital. Esa sensación de serendipia que te invade al cruzarte con la frase que refleja tus zozobras y entusiasmos. Más allá de los azares íntimos, hallamos tuits de, por ejemplo, Roque Dalton, Virginia Woolf o Anaïs Nin que riman a la perfección con sucesos de la actualidad política o socioeconómica. En ocasiones, es tal la concordancia con tus entrañas que te lanzas a retuitear una reflexión de una escritora decimonónica al grito de “¡Dilo, reina!”.
Respecto a la parte técnica de @annieernauxbot, corre a cargo de Nacho Iglesias, que produce también el podcast de Punzadas Sonoras. “El bot es automático. Es un programa que se ejecuta todos los días en las horas seleccionadas y lanza tuits con una frase. Las frases están almacenadas en un fichero que ‘vive’ en un servidor en la nube. No hemos tocado nada desde que lo pusimos en marcha”, explican. Ponemos el foco en el bot de Gloria Fuertes, que tuitea cada hora un verso aleatorio: “parte de una base de datos compuesta por varios poemas –cada cierto tiempo añado nuevos textos– y se publican de forma automática. Tuve ayuda de un amigo informático y utilizamos JavaScript. No he seguido un proceso de selección concreto y tampoco está programado para que coincidan con eventos actuales. De hecho, que los versos de Fuertes se mezclen de forma aleatoria constituye una manera de reivindicar su poesía y su posición como mujer poeta. Así, sus versos de poesía infantil –por los que, en ocasiones, se la ha infravalorado injustamente– aparecen junto a poemas de posguerra que tratan, por ejemplo, el dolor y la situación de la mujer”, explica Lozano.
En el otro lado de este tablero encontramos a Mariàngela Vilallonga, responsable de @RodoredaMerce, que opta por la publicación manual y cotidiana: “admiro mucho a Mercè Rodoreda, así que este perfil es una manera de releerla cotidianamente y difundir su obra. Elijo y publico un tuit al día, no los programo, así están más vivos. Cojo una de sus obras, la abro por una página cualquiera y elijo la frase. Si no coincide con lo que me gustaría expresar ese día, voy a mi archivo de citas y elijo la que considero más oportuna. Intento que las frases sigan el hilo del presente”. Una estrategia similar a la que apuntan desde Drassana: “publicamos día a día, nos parecía una manera de poder conectar el texto original con los acontecimientos de actualidad. Es una parte del trabajo editorial”.
De entre las infinitas cuentas que pueblan el universo tuitero, miles de personas han decidido abonarse a los tuits de estos perfiles. Una vía, quizás ligera pero no intrascendente, de establecer vínculos con artistas de distintas épocas y pelajes, de adentrarse en su trayectoria e incorporar de manera sutil estas creaciones a sus hábitos cotidianos. En pleno 2022, el hecho lector va más allá de la relación directa e individual con el libro. “Con estos bots se dan nuevos modos de leer a las poetas. Se crea una conexión cercana y relajada con el seguidor, que puede reformular lo que lee y hacerlo suyo”, indica Lozano.
Según Ducay y García, es una vía más que tiene la literatura “de colarse en las nuevas formas de consumo y comunicación. Cuando se sigue a un bot sobre una autora se busca tener su trabajo más presente, incluso cuando no te metes a Twitter pensando en que vas a leer”. Y aunque reconocen que toparse con estos extractos “no tiene nada que ver con leer el libro entero, ni sustituye a una lectura pausada” sí lanzan un canto a favor de las nuevas tecnologías: “quizás un bot puede ayudar a que se nos fijen de forma más sencilla ideas o ejes temáticos de las obras, porque vemos las frases repetidas muchas veces”. En caminos semejantes se adentra Baydal al comentar que “contar con un recuerdo diario de una novela que te ha fascinado es una manera de alegrarte la jornada y de mantenerte vinculado a ese texto, a esa pasión”.
De interactuar con la obra de tus autoras preferidas
Si hablamos de redes sociales, debemos, al menos, asomarnos al escenario de la bidireccionalidad, de la interacción entre los usuarios y esos bots que lanzan retales de literatura. Más allá de los likes y retuits, Lozano comenta que muchos seguidores “continúan en las respuestas con versos del poema tuiteado, citan el verso comentando que se sienten identificados, hacen chistes o contestan como si fuese la propia poeta la que tuiteara”. Respecto al caso Plath, como relata Brill, “la gente está emocionada de que Sylvia amara tanto los placeres terrenales, por lo que sus tuits son tuits de aliento. Me encanta que se la perciba bajo una luz diferente como resultado de este perfil. Era una persona que disfrutaba de estar viva, comer cosas ricas, emborracharse, bailar y hablar con amigos, a pesar de su amargo final. A veces, cuando publico referencias a cocinar con horno, llegan chistes sobre su suicidio, pero me gusta que este perfil abrace ese humor negro y reformule su historia como una que se centró en la vida, en lugar de la muerte”.
“Hay personas que me dicen, o le dicen a Mercè Rodoreda, que la cuenta es un oasis. Algunas frases ya se han convertido en míticas, cada vez que las publico gustan mucho. Es una gran creadora, conoce profundamente el alma humana y tiene un estilo propio que llega a todo tipo de lectores”, resalta Vilallonga. Pero cualquiera que haya pasado más de 20 minutos en Twitter sabe que no todos los intercambios de pareceres en esta red social son la calle de la piruleta en el barrio de la golosina 2.0. Como denuncia Lozano, “también hay interacciones negativas; cuando un tuit llega a muchas personas, hay quienes responden cuestionando que Gloria Fuertes hubiese escrito eso. Suelo contestarles personalmente con el poema exacto al que pertenece el verso”.
Frente a la inmediatez del hoy, 280 caracteres son espacio suficiente para reencontrarte con los textos que más te fascinan, acercarte a piezas desconocidas de tus autores favoritos o descubrir por primera vez la obra de creadores que, aunque todavía no lo sepas, van a suponer un punto de inflexión en tu existencia. Tres placeres distintos pero con un porcentaje de sabrosura semejante. Y todos están a un tuit de distancia.