MURCIA. Tambores, silencio, cornetas, capirotes, caramelos, olor a flores e incienso y hasta escenas bíblicas que parecen sacadas de una película... La Semana Santa transforma cada año las calles de la Región, llenándolas de devoción y tradiciones. Una misma Pasión que cada localidad vive de una forma diferente, con su propia indiosincrasia, historia y riqueza patrimonial. Es tal la singularidad con la que cada ciudad y pueblo de la Región vive la Semana Santa, que cada una de ellas se convierte en una experiencia única, diferente y excepcional.
Y es que en estas fechas la Región tiene 'Mucho que celebrar', título de la campaña puesta en marcha por Turismo Región de Murcia para promocionar las grandes fiestas de Semana Santa, con el objetivo de llegar a 500.000 nuevos potenciales turistas.
Porque la Semana Santa es uno de los atractivos turísticos más destacados con los que cuenta la Región, despertando la admiración de quienes nos visitan y renovando la de aquellos que la viven cada año. No en vano, seis de estas celebraciones cuentan con la declaración de Interés Turístico Internacional. Hablamos de la Semana Santa de Cartagena, Lorca, Murcia, Jumilla y Cieza, junto con la Noche de los Tambores de Mula. Otras diez han sido declaradas de Interés Turístico Regional, como son las de Abarán, Alcantarilla, Alhama de Murcia, Archena, Calasparra, San Pedro del Pinatar, Totana, Yecla, Cristo de los Mineros de La Unión y la Tamborada de Moratalla.
A continuación, ofrecemos una reseña de las seis celebraciones de Interés Turístico Internacional, sin olvidar que en cualquier localidad de la Región donde se celebre alguna procesión, por humilde que sea, se podrán vivir momentos de gran emotividad y con una personalidad propia.
Si por algo se caracterizan las procesiones de Cartagena es por el orden con el que recorren las calles las diferentes agrupaciones. Esto, junto a los tronos decorados con flores y bellamente iluminados, las convierten en un verdadero espectáculo para los sentidos. Y es que las procesiones de la ciudad milenaria tienen vocación nocturna, por lo que no es de extrañar que las luces de los tronos y de los hachotes jueguen un papel tan importante. Además, las imágenes de los diferentes pasos tienen la calidad de los mejores talleres imagineros (Benlliure, Sánchez Lozano, Salzillo, González Moreno, Abascal, Ardil, García Mengual o Capuz).
Los cartageneros viven estos días con entrega, mostrando con orgullo si son marrajos o californios. Además de estas dos grandes cofradías -cuya amistosa rivalidad aporta emotivos momentos-, también procesionan en la ciudad la Cofradía del Socorro y la de Nuestro Padre Jesús Resucitado.
La procesiones más populares y espectaculares son la Magna Procesión del Cristo del Prendimiento de los Californios el Miércoles Santo y la Procesión del Santo Entierro de los Marrajos el Viernes Santo. La de mayor fervor es la del Lunes Santo, la de "las promesas" que acompañan a la Virgen de la Piedad.
El traslado de San Juan, San Pedro y Santiago del Martes Santo, con los piquetes de Infantería de Marina y del Ejército de Tierra; el Vía Crucis de la Cofradía del Cristo del Socorro, que da el pistoletazo de salida a la Semana Santa cartagenera en la madrugada del Jueves al Viernes de Dolores; el Encuentro en la madrugada del Viernes Santo; la salida de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Pescadería de Santa Lucía; o el Lavatorio de Pilato el Miércoles Santo... son otros de los momentos más especiales que se viven en Cartagena.
Espectaculares y únicos en España, los Desfiles Bíblico-Pasionales son la seña de identidad que distingue la Semana Santa de Lorca, que vive intensamente esta experiencia con escenas que parecen sacadas de una película. El desfile de las seis cofradías lorquinas discurre entre el entusiasmo y los vítores de los partidarios de las dos mayoritarias, los Blancos y los Azules, destacando también el arte de los bordados, con miles de participantes y cientos de caballos con jinetes y aurigas que escenifican pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, con personajes y hechos bíblicos, históricos y mitológicos (donde no faltan figuras como las de Cleopatra, Mahoma, Nerón, Nabucodonosor...).
Los desfiles más importantes de Lorca tienen lugar durante cuatro días: Viernes de Dolores, Domingo de Ramos, Jueves Santo y Viernes Santo. Pero entre ellos sobresalen las procesiones de Jueves Santo y Viernes Santo, que representan el 'Cortejo Bíblico'.
Los desfiles bíblicos tienen lugar en la avenida Juan Carlos I, conocida como la carrera principal, donde se acondiciona el suelo con arena para mayor comodidad de caballos y carros y donde se ubican las "sillas" o tribunas, que han de comprarse previamente en las cofradías Paso Blanco o Paso Azul. La carrera secundaria transcurre a lo largo de las calles Lope Gisbert y aledañas, donde las distintas cofradías se van uniendo hasta "entrar" a la carrera principal, por el Óvalo o calle Floridablanca (depende del día).
También hay procesiones tradicionales por los barrios más antiguos de la ciudad, tal como se concibieron en su origen con la sola iluminación de faroles, silencio y recogimiento solo roto por los sonidos de las agrupaciones musicales, a cargo del Paso Negro, el Paso Morado, el Paso Encarnado, el Paso Morado y la Archicofradía del Resucitado.
La Semana Santa de Murcia combina como ninguna lo artístico y lo espiritual. Destaca por su excelente patrimonio escultórico, con tallas de Francisco Salzillo, Diego de Ayala, Domingo Beltrán, Nicolás de Bussy, Antonio Dupar, Nicolás Salzillo y Roque López; y entre los contemporáneos Juan González Moreno, José Sánchez Lozano, José Planes o José Hernández Navarro. Otra de sus principales características es que posee un estilo propio (el estilo tradicional) originario del siglo XVIII y que supone una forma única en España de celebrar la pasión.
Un total de 15 cofradías, llevan a cabo las procesiones que tienen lugar por la tarde o por la noche, salvo la mañana del Viernes Santo con los Salzillos (6.00 hora solar) y el Domingo de Resurrección (8.15 h).
La procesión más llamativa es la de Los Salzillos del Viernes Santo, con cuatro mil nazarenos; la de mayor fervor, la Procesión del Silencio del Jueves Santo, junto a la de Nuestro Padre Jesús del Rescate del Martes Santo; la más pintoresca y popular, la de Los Coloraos del Miércoles Santo, con más de tres mil nazarenos (muchos niños); y muy especial es El Paseo de la Burrica y el Demonio, el Domingo de Resurrección.
En Jumilla, el concepto de Pasión cambia respecto al resto de la Región. Sin abandonar sus raíces levantinas, esta localidad parece tener su mirada en la meseta castellana, donde la sobriedad es su sello característico. Lo cual no es sinónimos de falta de espectacularidad. Porque la Semana Santa de Jumilla rebosa espectáculo medido, reconcentrado, lleno de intensidad y entrega total. Sus procesiones conservan el espíritu medieval con el que nacieron, que no fue otro que exponer de forma didáctica la Pasión de Cristo. Fue la orden franciscana, asentada en Jumilla con vocación misionera, la que hizo que antes del siglo XV la celebración de las procesiones se convirtieran en un evento muy especial.
Casi todos los días de esta Semana, además de las procesiones, ocurre algo significativo, desde las representaciones públicas del prendimiento de Jesús a los traslados de tronos e imágenes, o desde los pregones, que ya son tradición, a la romería desde la ermita de San Agustín.
La procesión más pintoresca es la del Silencio del Martes Santo de madrugada; la más conocida es la del Calvario del Viernes Santo por la mañana; la de mayor fervor es la del Santo Entierro del Viernes Santo por la noche; tampoco hay que perderse las tamboradas del Sábado de Gloria y Sábado de Pasión y la caramelada, singular batalla de caramelos que realizan las hermandades al finalizar la procesión del Resucitado.
Entre lo más especial en esta Semana Santa está el Auto Sacramental de 'El Prendimiento'; la
tarde de Mantillas de Jueves Santo; y los desfiles de Armaos con la danza del caracol en la mañana del Domingo de Resurrección.
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, La Noche de Los Tambores es la fiesta más singular que tiene lugar en Mula. El Martes Santo, a las 12 de la noche, una corneta señala el momento en el que a los miles de tamboristas reunidos en la Plaza del Ayuntamiento y vestidos con túnicas negras les es "permitido" hacer sonar las cajas de sus tambores. Lo harán ininterrumpidamente hasta las 4 de la tarde del Miércoles Santo. El Viernes Santo desde la mañana y el Domingo de Resurrección desde el mediodía vuelve a repetirse el episodio dentro de los horarios que el Bando de la Alcaldía establece y difunde antes del comienzo de la Semana Santa.
La procesión que mayor interés despierta entre los muleños es la de Viernes Santo; la más pintoresca es la de Domingo de Resurrección; y la de mayor fervor es la procesión de La Samaritana del Miércoles Santo.
La Llamada a Tamborada del Martes Santo es el momento más emocionante de toda la Semana Santa de Mula.
Tampoco hay que perderse el momento en el que los pasos regresan a sus templos después de procesionar y El encuentro, momento en el que los pasos confluyen en la Plaza del Ayuntamiento el Domingo de Resurrección. Las túnicas del paso Jesús Nazareno pasan de padres a hijos, teniendo algunas de ellas más de 50 años.
Los Tambores de Mula, además de estar declaradas de Interés Turístico Nacional lo está también como Bien de Interés Cultural Inmaterial. Y es que el origen de esta tradición es reflejo de la historia de España, en la que poderes públicos y religiosos promulgaban recomendaciones para un comportamiento decoroso que el pueblo a veces no compartía, y reaccionaba protestando, esta vez, zurriendo las pieles de los tambores.
La Semana Santa de Cieza, cuyas primeras manifestaciones nazarenas se remontan a finales del siglo XV, reúne una riqueza de valores y matices que la hace única. Y es que Cieza sabe mezclar aspectos del mundo sacro y del mundo profano. Así, la ciudad puede ser escenario de un Auto Sacramental, de una intensa lluvia de caramelos, del estallido de júbilo de los tambores o de la concentración reflexiva de las noches en las que se contempla el dolor de un Cristo agónico. También se celebran conciertos, traslados de imágenes, desfiles infantiles, fuegos de artificio, se bendicen las Palmas o se escuchan pregones de contenido nazareno.
Los caramelos son elementos indispensables de una Semana Santa en la que las imágenes son llevadas a hombros con un paso característico que hace que el trono "baile".
La procesión más conocida es la Procesión del Resucitado y La Cortesía del Domingo de Resurrección, donde llegan a reunirse cerca de 30.000 personas en una particular 'Batalla' de caramelos; la más pintoresca es el Auto del Prendimiento del Martes Santo; y la de mayor fervor es la Procesión del Descendimiento de Cristo la madrugada del Viernes Santo al Sábado de Gloria (primera procesión del mundo en la que se pudo contemplar este misterio de la fe). En la Procesión del Penitente o del Calvario en la mañana del Viernes Santo, algunos penitentes desfilan en la procesión descalzos, cargando con la cruz o ambas cosas.
Además, no hay que perderse 'La caracola de Los Armaos' del Viernes Santo; el 'Baile de los Santos' y 'La Cortesía' en la mañana de Domingo de Resurrección; el traslado del Santo Cristo del Consuelo el Domingo de Ramos; y la Ruta de Semana Santa que se hace en la tarde de Lunes Santo.