MURCIA (EFE).- Un equipo de investigación internacional ha hallado “evidencias sólidas” de que las áreas marinas protegidas desempeñan un papel crucial en la mitigación de los impactos adversos de las olas de calor marinas a nivel mundial y pueden actuar como “fortalezas” que preservan la estabilidad y diversidad de las poblaciones de peces de arrecife.
Se trata de un estudio liderado por el profesor Lisandro Benedetti-Cecchi, de la Universidad de Pisa (Italia), en el que participa el profesor de Ecología de la Universidad de Murcia (UMU) José Antonio García Charton y que arroja luz sobre los efectos globales de esas áreas marinas protegidas.
Según ha explicado el investigador murciano, los resultados del estudio, que se basa en datos 357 áreas marinas protegidas y 747 áreas no protegidas en 50 ecorregiones marinas de todo el mundo, demuestran que las áreas marinas protegidas “contribuyen a una mayor diversidad, abundancia y biomasa de peces”.
Además, y como principal novedad, los investigadores han constatado que esas áreas "también juegan un papel crucial en la capacidad adaptativa de los ecosistemas marinos frente a los cambios ambientales inducidos por el cambio climático”.
Eso se debe, según señala García Charton, a que esas áreas protegidas “promueven una mayor diversidad funcional de los peces”, o lo que es lo mismo, potencian los roles ecológicos de los distintos grupos que conforman la comunidad de peces “haciéndola más resiliente y resistente a las perturbaciones”.
Uno de los hallazgos más sorprendentes, ha resaltado, es que las poblaciones protegidas de peces aumentaron su abundancia y biomasa “incluso cuando se enfrentaron a olas de calor marinas que excedieron su límite superior de tolerancia a altas temperaturas del agua”.
En las mismas condiciones, constata el estudio, “las poblaciones no protegidas experimentaron disminuciones de abundancia”.
Además, el estudio revela que las áreas marinas protegidas situadas en regiones muy alejadas de la influencia humana directa desempeñan un papel significativo en la estabilidad de las comunidades de peces frente a eventos climáticos extremos.
Las áreas no protegidas en esos lugares remotos, en cambio, no lograron proporcionar este efecto amortiguador.
Para García Charton “este estudio proporciona pruebas sólidas de que los beneficios de las áreas marinas protegidas bien vigiladas y gestionadas van más allá de los efectos directos de mitigación de las perturbaciones humanas”.
Así, al fomentar la abundancia y estabilidad de las especies y preservar la riqueza funcional y trófica, las áreas marinas protegidas “pueden ayudar a estabilizar las comunidades de peces de arrecife frente a cambios climáticos bruscos como los asociados a las olas de calor marinas”, cada vez más frecuentes e intensas, pero también frente a otras amenazas de origen humano, como la contaminación, la sobrepesca o las enfermedades emergentes, según destaca el experto.