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PODERES PSICOLÓGICOS / OPINIÓN

¿Amor o trabajo?

27/05/2024 - 

MURCIA. ¿Qué harías si te ofrecieran un puestazo en el que debieras cambiar de ciudad o dedicar bastantes horas en detrimento de tu pareja?

A diferencia de lo que muchos puedan pensar, el trabajo también aporta cosas buenas. Proporciona una estructura horaria, una rutina, un entorno social donde relacionarnos, seguridad económica, refuerza nuestra autoestima y nos permite mantener entrenadas diferentes capacidades como la concentración, resolución de problemas, la toma de decisiones o las habilidades sociales.

Cuando se nos plantea este dilema se nos hace complicado tomar una decisión y más sentir que la decisión que hemos tomado es la acertada. Ya que tomemos la decisión que tomemos siempre debemos renunciar a algo.

Es fundamental ser honesto con nosotros mismos y con nuestra pareja, ser generosos y tener voluntad de llegar a acuerdos. Cuando se plantea esta disyuntiva, en ambas partes de la pareja, aparecen inseguridades que generan miedos y sensación de culpabilidad.  Una de las primeras cosas que debemos hacer es poner las cosas en una balanza. ¿Pero qué unidad de medida utilizamos para pesar al amor y al trabajo si son conceptos diferentes?

Lo primero que debemos hacer es valorar en el punto en el que se encuentra actualmente la relación de pareja y cuáles son los objetivos de futuro en común. Luego deberíamos enumerar y escribir los pros y contras de la decisión a corto y largo plazo.

Es importante recordar que cuando tomamos una decisión, ésta nos suele traer ganancias, pero también perdidas. Y esta decisión no es diferente. La reducción del tiempo en pareja y de actividades en común o el simple hecho de no tener un hombro sobre el que llorar o un cuerpo al que abrazar nos puede conducir en ciertos momentos a sentir sentimientos de tristeza o soledad.

"el principal enemigo contra el que debemos luchar son nuestras propias dudas"

Una pregunta habitual es si este cambio es más fácil afrontarlo con la valentía de la juventud o con la experiencia de la madurez. Es normal que entre los 20 ó 30 años prioricemos lo laboral. La curiosidad, la ambición, el deseo de dinero que nos permitirá tener acceso a lo que la sociedad nos marca como imprescindible para ser una persona exitosa: buena casa, buen coche, viajes… Conforme avanza nuestra la vida vamos cambiando nuestras prioridades, y si además hemos encontrado una estabilidad laboral se suele valorar más el tiempo que el dinero. Lo importante es hacer un profundo ejercicio de reflexión ya que ambas opciones (apostar por el cambio o decidir no cambiar de residencia o no ascender por permanecer con nuestra pareja) son totalmente respetables.

Cuando decidimos compartir nuestra vida con alguien, las decisiones no son individuales, aunque creamos que sí. Nuestras decisiones tienen repercusiones directas en nuestra pareja y/o hijos. Por eso es importante anticiparse y hablar de posibles escenarios. Cada pareja es un sistema único y que va a evolucionando a lo largo de los años, y si se plantea un hecho en pareja antes de que ocurra, será más fácil asimilarlo y llegar a un acuerdo. Uno debe de hacerse un planteamiento personal sobre el momento vital en el que se encuentra, sobre sus prioridades, y por supuesto, compartirlo con la pareja. Ya que, el tener en cuenta la visión de la otra persona, ampliaremos nuestras miras o valoraremos aspectos que no habíamos pensado.

Lo que no se debe hacer si surge un problema es tratar de evitarlo.

La capacidad de afrontar con menor estrés este tipo de situaciones de incertidumbre depende más del tipo de persona y de la situación vital en que se encuentra cada uno, que del tiempo que lleva la pareja. Algo que ayudará calmar la angustia y la inseguridad es el tener una fecha para que esta situación termine. Por ejemplo, "si te has ido a otra ciudad, saber que van a ser tres años, hará más fácil sobrellevarlo para nuestra mente.

Algunos de los consejos que debemos conocer es que hay que establecer determinadas rutinas para sentir cerca a la otra persona. Cuando se esté juntos acordar momentos placenteros y estimulantes para pasar en pareja y otros para pasar en familia. Esto dará seguridad a la relación. Se hace prioritario mantener una buena comunicación, que ayudará a resolver las dificultades cuando surjan los conflictos. Las nuevas tecnologías nos ayudarán (video llamadas, mensajería de texto…)

No pensemos que va a ser una situación idílica. Ya que el vivir solos ocasionará que parte de la ayuda de las labores domésticas se ha esfumado, debiendo hacerlas por nosotros mismos. Esto reducirá el tiempo que tenemos para nosotros y para la pareja. Si se ha tomado esa decisión, hay que ir a por todas. Es una situación nueva y por lo tanto debe haber un período de adaptación. Debemos valorar los aspectos buenos: descubrir un sitio nuevo, nuevos amigos, un mejor trabajo, un mejor sueldo, y tratar de disfrutar todo eso. Desde la lejanía el pensar en las cosas que nos aportaba la otra persona, nos ayudará a valorarla más, y a mantener la llama del amor. Formándonos en algo que nos gusta (club de lectura o senderismo, un curso de cocina, colaborar con una asociación, un máster, etc.). Y ser proactivos en la creación nuevos círculos sociales nos ayudará a vencer a la soledad y a la apatía que nos pueden abrazar en los momentos de soledad.

Por último, cabe recordar que el principal enemigo contra el que debemos luchar son nuestras propias dudas. Es probable que después de tomar la decisión pensemos si nos hemos equivocado o no. Esta indecisión forma parte de la naturaleza humana. Debemos aceptar que escoger algo, a veces, supone renunciar a otra cosa. Asumir las decisiones de forma consciente y honesta con nosotros mismos es la mejor manera de llegar a un estado de bienestar y tranquilidad. La mente encuentra lo que busca. Si buscamos todo lo que hemos perdido con una decisión, lo vamos a encontrar, porque nunca encontraremos nada 100% bueno o 100% malo. Depende de con qué lo comparemos o en qué aspectos nos fijemos. Si queremos encontrar los aciertos o beneficios de eso mismo, también lo haremos. Tomemos la decisión que tomemos jamás sabremos qué hubiera ocurrido si hubiéramos tomado la contraria.  Y esos pensamientos solo traerán malestar emocional, porque se suele pensar que la otra opción hubiera sido mejor, y la realidad es que esto no se puede saber.

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