A un lado y otro de la frontera, la imagen parecía la misma a vuelo de dron. El lento avance de los tanques se cruzaba en la línea polaca hacia Kiev con la cola de camiones parados por el veto a los productos agrícolas de los gobiernos limítrofes con Ucrania, como si de nuevo se hubiera levantado el Telón de Acero en una única dirección. A vista de pájaro, una oruga con cien mil pies se deslizaba lentamente entre la guerra y la paz en la primavera del Año III d. C. -después de la covid-.
Los drones controlaban los precintos de los camiones cargados de cereales, fruta y verduras a través de un sistema GPS, para evitar su apertura hasta los puertos del Mar del Norte. Cerrada la exportación por el Mar Negro con el minado ruso de sus aguas, la Unión Europea (UE) prometió al Presidente Volodimir Zelenski la salida de su grano a través de las rutas solidarias por todo el territorio Europeo.
Esta medida, de extraordinario apoyo económico a su país vecino sumido en una guerra con Rusia, implicaba la exención de las tasas aduaneras y los derechos anti-dumping. No contaban con que, desde su aplicación un año antes, la caída del mercado agrícola en los países colindantes con Ucrania provocaría oleadas de protesta por la bajada de precios provocada por la saturación de los productos ucranianos, más baratos y con menos controles sanitarios.
Polonia, Hungría, Eslovaquia, Bulgaria y Rumania, precisamente los países que más apoyaban la exportación de armas a Ucrania, se negaban ahora a abrir sus fronteras en sentido inverso. Las perturbaciones del mercado, debido a la afluencia de productos ucranianos, alimentaban el miedo entre los agricultores.
El Comité de Comercio Internacional del Parlamento Europeo aprobó renovar la suspensión de los derechos de importación, los derechos antidumping y las salvaguardias de las exportaciones de Ucrania a la Unión Europea por un año más, en el contexto de la guerra de agresión de Rusia que está obstaculizando la capacidad de Ucrania para comerciar con el resto del mundo.
Ante la inminente aprobación en mayo de prorrogar por las exenciones aduaneras, se les garantizó a los países vecinos la re-exportación a terceros países a través de unos corredores de solidaridad que ya no eran tales. La solución prometida fue que “los transportes de grano ucraniano no deben descargarse en la UE”.
Los eurodiputados sugerían “la introducción de certificados de importación/exportación para el transporte de cereales ucranianos, como para las exportaciones a terceros países, con control obligatorio, y el tránsito por el territorio de la UE con la clara mención TRANSIT”, para evitar su descarga. No obstante, se reconocía la posibilidad de exportar “a los Estados miembros que los necesitan”, con los que se rompía el mercado único en clara competencia con los productos de la Unión.
Para aportar más garantís, se exigieron certificados fitosanitarios como “parte de los certificados de transporte, confirmando que los cereales ucranianos cumplen con las normas de la UE y evitar el engaño sobre la calidad del grano ucraniano”.
-Recuerdo, David, que también se creó un grupo de trabajo en la Comisión “dedicado a tratar únicamente de las exportaciones de granos de Ucrania”. Y se exigió a la Comisión que comprara trigo, en cooperación con el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, para garantizar que realmente se transportaba a África y Oriente Medio”.
-Fueron sólo parches, Laura. Los efectos reales de estos productos en las caídas de precios y la relevancia de cualquier medida correctiva seguían sin estar claros. Por ello, Polonia lideró su oposición amenazando con no abrir su frontera hasta el verano. La guerra comercial había comenzado, con o sin Telón de Acero.